“Os imagináis recibir un día una llamada diciendo que un familiar se ha ahorcado en una celda de aislamiento? Si eres de la Torrassa esto es posible, hay una familia del barrio a quien le ha pasado”. Quien habla es uno miembro del colectivo Akelharre que junto a Irídia – Centro por la Defensa de los Derechos Humanos han organizado este martes un acto para explicar el caso de Lewys Alfaro Orraca. El joven se suicidó el pasado mes de noviembre en una celda de aislamiento en Brians I.
La familia pide a gritos respuestas desde el momento en que supieron del suceso. Pero lo que les dijeron en Brians I fue que “son cosas que pasan”. Lewys, padre de un hijo, tenía 29 años y hacía 11 que vivía en el barrio de la Torrassa, en el Hospitalet. Hacía cinco meses que había ingresado en el centro penitenciario por un delito de robo, a la espera de juicio. El 30 de noviembre por la tarde se colgó con las sábanas de la ventana de la celda del Departamento Especial de Régimen Cerrado. A los pocos días recibió la carta de libertad inmediata, ya que estaba en prisión preventiva. “Llegó demasiado tarde, ahora Lewys estaría con nosotros”, lamenta su hermana Leisy durante el acto. La de Lewys es una de las ocho muertes por suicidio que hubo a lo largo de 2017 en las prisiones catalanas, según cifras publicadas por el Departament de Justícia.
La hermana de Lewys y el resto de familiares “no entienden” por qué se suicidó. A partir de aquí, se abren nuevas preguntas. “¿Por qué si se suicidó a las cuatro de la tarde no nos llaman hasta las nueve de la noche? ¿Qué han hecho durante todo ese tiempo? ¿Por qué no nos han avisado antes?” Aseguran no tener respuesta a esto. Sin embargo, la principal duda es por qué en la autopsia constan medicamentos cuando, según la familia, él no se medicaba. “Sabemos que los funcionarios no pueden conocer a todos los internos, pero no basta con que nos den su ficha impresa y no sepan nada más”, aquejan los familiares, que durante el acto han narrado como durante la primera entrevista quien les recibió tenía un “desconocimiento total” de cómo era la vida de Lewys en la cárcel.
Hasta que no volvieron al día siguiente no les dieron las cartas y libros de Lewys. En ellas Lewys dejó escrito que “lo malo de que los malos hicieran cosas malas es que los buenos no hacen nada”. La familia ha agradecido el trato recibido por el centro Irídia y el colectivo Akelharre. “Poco a poco vamos viendo un poco de luz”, agradecen, pese a que se preguntan qué hubiera pasado si no hubiesen contactado nunca con el equipo de abogados. “¿Cómo puede ser que una celda de aislamiento tenga las condiciones propicias para que una persona se quite la vida?”, se preguntan, ante las “irregularidades” del caso.
Desde Irídia, Andrés G. Berrio, abogado de la familia , ha cuestionado la “falta de explicaciones para que no haya lugar a sombra sobre lo que pudo pasar”. Por eso desde la entidad piden un protocolo de comunicación de situaciones graves a los familiares. También piden poner el foco social y mediático en estas instituciones para “cambiar la situación actual”. Piden también crear un protocolo de comunicación de “noticias de especial gravedad, como defunciones” para que no se repita la historia de Lewys. “Las prisiones deben entrar en las agendas políticas y mediáticas”, concluyen desde Irídia.


Catalunya Plural, 2024 