“Las niñas buenas van al cielo, las malas a todas partes”. Esta frase popularizada en los años 20 por Mae West y recuperada como eslogan feminista en libros y canciones a lo largo de todo el siglo XX, hoy sigue teniendo fuerza y sentido para hablar de sexualidad, del peso de la moral y de la libertad de las mujeres.
Sabemos que es urgente para todas erradicar la violencia sexual, pero también es imprescindible conseguir este objetivo sin caer en el proteccionismo ni en la búsqueda de una seguridad total que pueda tener consecuencias contra las libertades. Con proteccionista me refiero a esa mirada que construye un modelo de feminidad que necesita protección, que no tiene agencia propia. A las mujeres hay que abrazarlas en las películas de miedo, hay que protegerlas de los peligros porque no se bastan solas y defenderlas si alguien las toca porque no pueden hacerlo por sí mismas.
Para mí, el verdadero avance hacia la libertad sexual de las mujeres no pasa por crear “espacios seguros” en la ciudad, “ni puntos lilas en los cuales sentirse segura”. Se trata de avanzar en un modelo de sociedad en el cual, la sexualidad de las mujeres no parta de imaginarios de represión y ausencia de deseo; se trata de promover la libertad sexual en todos los espacios, también en la noche, también con las empresas responsables del ocio nocturno de la ciudad. Y que se entienda que tanto las mujeres como los hombres elegimos con quién sí y con quién no tenemos relaciones sexuales. Ni la hora, ni lo que hayamos consumido ni la vestimenta pueden limitar nuestra decisión de tener o no relaciones sexuales. De la misma manera, tampoco el miedo y la visión proteccionista nos pueden limitar o imponer que escondamos nuestra sexualidad, que nos movamos con menor libertad, en especial por la noche, o que condicione nuestra decisión de vestir como nos dé la gana, de salir cuando nos dé la gana y hasta la hora que nos dé la gana.
Superada la moral victoriana, podemos concluir que no se trata de que ellos no nos interpelen, que no se nos acerquen o que no nos inviten a una copa. Porque es que nosotras también hablamos, invitamos y ligamos. Se trata de entender que existen límites, y que cada persona tiene los suyos. Y para que eso se respete, tenemos mecanismos como el Protocolo contra las agresiones sexuales que estamos trabajando desde el Ayuntamiento de Barcelona con locales de ocio, salas de concierto y los grandes festivales de música de la ciudad. Una herramienta que servirá para sensibilizar, concienciar… pero también para que se conozca por parte de los trabajadores/as de la noche cómo actuar delante de una agresión y cómo diferenciar entre diferentes niveles de agresión sexual, para dar una respuesta proporcionada. En este último tema está habiendo una generalización en algunos discursos que nos juega a la contra. Aquí toca llamar a las cosas por su nombre. Una violación no es un abuso y el acoso verbal o un tocamiento no es violación. Ojo con los niveles de gravedad. Porque toca ejercer la proporcionalidad y la no victimización, respetando siempre las decisiones de la persona afectada.
Los protocolos que por primera vez estamos viendo en los grandes festivales de la ciudad, esos dispositivos con los que ya cuenta una parte de las salas de concierto y discotecas de Barcelona, son herramientas para dar respuesta a las agresiones, aunque no tienen el poder en sí mismos de evitarlas. Son señales de que avanzamos en el buen camino, que cada vez hay más conciencia de que la libertad sexual se ejerce, se reivindica y que tiene que haber una respuesta cuando no se respeta. En definitiva, que la fiesta es de todas y para eso trabajaremos. Para disfrutar de la música y la cultura y que los demás la disfruten. Esta debe de ser la condición fundamental sobre la que debemos construir nuevos modelos de relaciones sexuales que destierren la violencia de una vez por todas. Porque nosotras también queremos (como las niñas malas del slogan) ir a todas partes.


Catalunya Plural, 2024 
2 comentaris
Genial!!!
Realment fa falta una regidora com tu , dedicada al feminisme podent-se aplicar únicament algú dedicat a l’educació per combatre el sexisme?
Es tracta d’educació i d’igualitarisme , que trèieu qualsevol tema per a tenir algú més llepant de diners públics .