Lo que une a la bailaora indomable Rocío Molina, la punzante voz de Sílvia Pérez Cruz y la sexagenaria Lola Cruz es la maternidad. Esta última por haber parido a la primera, Sílvia por haberlo hecho hace diez años y Rocío por estar embarazada de tres meses y medio de una niña por inseminación artificial. Las tres acaban de estrenar Grito pelao en el Festival de Aviñón, junto a un cuarteto de músicos. Una exclamación que sale de dentro de las entrañas femeninas para afirmar el deseo de ser madre, pese a ser lesbiana, de continuar bailando temporalmente para este nuevo ser, de intercambiar los papeles de baile y cante y de invitar en escena a quien te dio vida.
Interviene en la dirección artística el incisivo Carlos Marquerie, que sitúa a Molina un paso más allá del flamenco como nunca antes esta lo había hecho. Su próxima parada es en el Festival Grec de Barcelona, el 18 y 19 de julio. A falta de una entrevista directa (y cuestiones sobre sus paralelismos o no con Israel Galván, Niño de Elche o Angélica Liddell que hicieron temblar anteriormente las paredes de la Ciudad de los Papas), transcribimos las respuestas de una charla pública con tres de las y los protagonistas al día siguiente del estreno con el periodista francés Laurent Goumarre.


Catalunya Plural, 2024 