La primera y la segunda Guerra Mundial; la Guerra Fría, la del Vietnam o Indochina. La guerra de los Balcanes, en el Golfo o la guerra de Irak y Siria. Echando la vista atrás, no hay ningún momento en que no hubiera, en alguna parte del mundo, un conflicto armado. Cobrándose la vida de los civiles. Hollywood se ha encargado en buena parte de generar una imagen para la cultura de masas de aquellas guerras, pero Hollywood es ficción, y lo que sucedió en Ho Chi-Minh o Guadalcanar es muy real.

Así, aunque la mayoría de personas puedan pensar en Tom Hanks en Salvar al Soldado Ryan cuando se habla del Desembarco de Normandía, las imágenes más vívidas y reales de aquel día se las debemos al fotógrafo de guerra Robert Capa. De la misma manera, pensar en la Guerra Civil es pensar en el miliciano republicano de Gerda Taro. Todas las guerras tienen quien las mire, quien las sufra y quien las retrate. Y una de esas personas, con 35 años de experiencia en tierras quemadas por las balas y las bombas es el fotoperiodista Gervasio Sánchez.

Nacido en Córdoba y residente en Zaragoza, Sánchez es conocido por sus instantáneas alrededor de todo el mundo: empezando su carrera en los años ochenta, es conocido y reconocido por sus trabajos en la Guerra de Bosnia o en la del Golfo, así como en África o en el Oriente Medio. Sánchez es uno de esos periodistas que teniendo el objetivo de la cámara mirando al conflicto y a sus víctimas, tiene la mente a quilómetros de distancia de allí, donde se encuentran “los grandes poderes económicos y políticos que se lucran del negocio de la muerte mientras los civiles no saben por qué mueren”.

Y es que aunque afirma repetidas veces no ser pacifista, tiene muy claro que la profesión del periodista no puede ser si no va ligada al control y la denuncia política. Por eso, siendo coherente y con tantos años en terrenos minados a las espaldas, no puede si no denunciar los oscuros beneficios tras de la venta de armas -siendo España el séptimo exportador mundial. Sus discursos son críticos, “y yo puedo ser considerado un gritón”, apunta. Y precisamente para hablar de eso regresa a Barcelona para participar de la XVª edición del Festival de Cinema i Drets Humans de Barcelona, a participar de la mesa redonda El negocio de la venta de armas y fomento de las guerras de la mano de Ainhoa Ruiz, del Centre Delàs; Dani Vilaró de Amnistía Internacional y Pamela Urrutia, de la Escola de Pau de la UAB, el martes en la Model.

Hablar del comercio de armas ahora es hablar de Arabia Saudí, aunque la exportación de armas por parte del Gobierno español es algo que viene de bastante más lejos

El grave problema de la venta de armas en España no empieza en 2018 por mucho que algunos políticos, tertulianos o periodistas de salón lo quieran hacer ver así. El problema empieza como mínimo a partir de que se establece la ley de control de armas aprobada por el Parlamento español en diciembre de 2007 (Ley 53/2007, de 28 de diciembre, sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso). A partir de enero de 2008 se empezó a violar sistemáticamente esta ley que se ha convertido en la más violada de la democracia española.

Y es que pocas semanas después de haberse aprobado, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero llevó a cabo una venta de armas a Marruecos. O un regalo de armas, mejor dicho, porque hay contratos de venta por un euro. La ley dice que no se pueden vender armas a países dictatoriales o que violen los derechos humanos, que tengan conflictos internos o vecinales, que puedan usar las armas contra su propia población o que las puedan triangular, como es el caso de Bulgaria y Paraguay.

Así, sólo hay que seguir los contratos de los últimos 11 años para ver las violaciones a esta ley entre 2004 y 2011, periodo en que se sextuplicaron la venta de armas españolas, pasando de 407 millones de euros a 2.430 millones en la legislatura de Zapatero. Y la cifra hoy ha crecido hasta 4.350 millones, porque no hemos parado de vender armas. Por eso me cansa tanto que se trate el tema de Arabia Saudí como si fuera el único problema, cuando vendemos armas a Marruecos, Israel, Pakistán o a repúblicas exsoviéticas que son dictaduras o autoritarias.

Exposició ‘Dones a l’Afganistan’ de Gervasio Sánchez | Palau Robert

¿Cómo hemos llegado a un contexto de necropolítica global en el que los beneficios de violar las leyes de control de armas sean mayores que las posibles sanciones?

El problema de este país es que los periodistas no hacen su trabajo: sólo se denuncia cuando interesa denunciar. Desde la Transición, muchos periodistas y medios de comunicación sólo denuncian cuando su partido preferido está en la oposición y, de mientras, nos gobiernan unos políticos cínicos, hipócritas y cobardes. Yo no soy pacifista, y no hablo como tal cuando denuncio las actitudes de los gobernantes, lo hago por la obligación que tengo como periodista.

Los ciudadanos deben saber cuál es el cinismo de partidos como el PSOE, que andan todo el día con la verborrea de la pacificación y la alianza de civilizaciones y luego venden armas como locos. No me parece mal que lo hagan, pero que sean sinceros con los ciudadanos, los votantes. Que nos digan: ‘nos encanta vender armas, van a ser usadas en zonas de conflicto, y preferimos venderlas nosotros antes de que lo hagan los franceses’. Pero en vez de eso vemos al Ministro de Asuntos Exteriores, el señor Borrell, diciendo estupideces del calibre que las bombas son tan efectivas que no matan.

Una de las grandes polémicas respecto a la venta de armas a Arabia Saudí no fue por las armas en sí, sino porque cancelar la venta supondría la pérdida de trabajo de los obreros en Navantia

Y eso también es hipocresía. Evidentemente que nadie quiere que los trabajadores de Navantia se vayan a la calle, pero no se puede justificar la venta de armas con el bien común del país. ¡Encima nos querrán hacer creer que venden armas por nosotros! Pasó lo mismo cuando vino Gadafi a España y Zapatero le montó una jaima en Sevilla y le vendieron de todo: estuvieron las multinacionales del gas y del petróleo, junto con los comisionistas de armas, ante un tipo que sabían que dirigía un gobierno dictatorial.

Todo esto ante una audiencia muy pasiva: entre la gente que no lee las noticias y que los medios de comunicación sólo sacan temas cuando se ponen de moda. Podemos discutir ahora sobre la venta de armas a Arabia Saudí, pero el tema debería ser la política de venta de armas del gobierno español, que es la séptima potencia armamentística. ¿De verdad queremos seguir siendo exportadores de armas a países dictatoriales?

Y no sólo son las armas en sí, sino el poder político y económico que otorgan estas armas

Los periodistas debemos tener este compromiso de vigilar los poderes políticos y económicos y nunca acostarnos con ellos. Cuando se fue Zapatero, escribí un artículo que se llamaba ‘El mayor traficante de armas abandona la Moncloa’, y todavía no sabíamos que se iba a sextuplicar la venta de armas. Zapatero ha acabado siendo visto como el apóstol de la no violencia, siendo el hombre que más ha pisoteado y violado la palabra paz.

Gervasio Sánchez, durant una visita a una exposició seva | Wikimedia

Esta hipocresía la vimos también cuando Obama ganó el Premio Nobel de la Paz

Otro problema gravísimo: la llegada de Trump, como un elefante a una cacharrería ha impedido analizar con seriedad lo sucedido en los ocho años de gobierno Obama, que fue una desvergüenza total. Hizo su primer discurso en El Cairo, mirando hacia África y Oriente Medio, pero no hizo nada por ellos. Al contrario: fortaleció a Israel, como todos los presidentes de EUA. El hombre que más migrantes ha expulsado en la historia de los EUA fue Obama. El que más ataques con drones ordenó en Afganistán, con víctimas civiles, fue Obama. ¿A qué estamos jugando? A Obama le regalaron el Nobel, como se lo regalaron también al presidente Santos en Colombia, un hombre que fue Ministro de Defensa con Uribe y estuvo involucrado en 3.000 falsos positivos de ciudadanos que fueron identificados como narcoterroristas y resultaron ser civiles.

Y la prensa se doblega a las exigencias del guion; y el guion es hacer verborrea cuando un tema está de moda, buscando las mejores frases, y olvidarlo cuando se borra de la agenda. Una prensa siempre, siempre, al servicio de los intereses económicos y políticos.

Empieza cubriendo conflictos en los 80’, ¿cómo han cambiado las guerras y la venta de armas?

La venta de armas siempre ha estado ahí. En los 80’ todavía había algo de prensa que investigaba en este país y se descubrió una trama de venta de armas del gobierno socialista de Felipe González a Irán e Irak. Tuvieron una guerra que duró ocho años y costó un millón de muertos y vendíamos armas a ambos. Y eran armas que salían de manera clandestina, con hojas de ruta manipuladas. El Ministro de Industria y Energía del momento, no sólo no dimitió, sino que afirmó que sí, que era muy grave, pero que nosotros vendíamos menos armas que los franceses.

Llevamos toda la vida viviendo del negocio de la muerte y nunca vamos a parar, porque la guerra es un gran negocio y siempre habrá mercantes, políticos cínicos y periodistas que se lucren con ella. Estoy harto de ir a campos de batalla en que los que mueren, los mutilados y los que se vuelven locos para siempre por la violencia de la guerra son civiles inocentes que no saben por qué mueren ni por qué hay violencia en sus países. Mientras tanto, a miles de quilómetros, hay gente que se enriquece.

Después de 35 años sigo viendo los mismos desastres y lo que más me duele es que las declaraciones de los políticos cada vez son más pomposas y cínicas, porque cada vez hay intereses más claros entre gobiernos y mercaderes.

¿Ha sufrido alguna vez censura a la hora de denunciar estos asuntos?

Siempre que he hablado de estos temas lo he hecho en entregas de premios. Trabajo desde hace años en El Heraldo y nunca me han censurado una línea. Se me puede acusar de gritón, pero es que debemos investigar y denunciar para que los ciudadanos tengan una mejor calidad informativa. Pero hay temas que no se tocan. En 2008 la revista mexicana Proceso publicó un informe que implicaba a todos los bancos y multinacionales en la venta de armas. Santander, BBVA, Caixa Catalunya, Caja Madrid, Banesto, Telefónica, Repsol…cuando veo estas empresas, que se presentan ante la sociedad diciendo que lo que hacen es por el bien común, envío este informe a docenas de directivos de medios de comunicación.

No lo publicó nadie. Sólo una persona me dijo por qué: es un tema tabú. En este medio no te puedes meter con los bancos o multinacionales. Son las que cortan el pastel de la publicidad.

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