Las mujeres que sufren violencia machista a menudo también sufren violencia por parte de las instituciones que deben garantizar sus derechos cuando son agredidas. La victimización secundaria forma parte de la violencia institucional y hace que la mujer se sienta constantemente cuestionada por todos los agentes que forman parte del ámbito judicial. El hecho de tener que repetir sus declaraciones, sentir cómo sus palabras se ponen en duda o no conseguir la protección adecuada cuando han sido agredidas forma parte del entramado que se activa cuando una mujer acude a las dependencias judiciales o a las comisarías a denunciar la violencia machista que ha sufrido.
A pesar de la legislación vigente, los protocolos o incluso las recomendaciones internacionales sobre violencia contra las mujeres es necesario que haya una respuesta efectiva por parte de las administraciones con el fin de erradicar la violencia contra las mujeres. La protección a las víctimas de violencia se puede activar por diferentes caminos: por una denuncia de la persona afectada, por una denuncia presentada por una persona de su entorno, por el Ministerio Fiscal si tiene conocimiento de una situación de violencia, por un parte médico o por un informe de servicios sociales. Pero sobre todo, la clave para protegerlas es tener profesionales formados. Según la abogada del Colectivo Ronda Esther Costa, la educación en perspectiva de género juega un papel muy importante.
¿Están desprotegidas las mujeres víctimas de violencia machista por parte del Estado, y más concretamente, en el ámbito judicial?
Si, están desprotegidas porque tenemos la ley 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género que tiene muy buenas intenciones pero que no tiene dotación presupuestaria en consonancia. En algunos casos, incluso cuando a una mujer le han otorgado la orden de protección, muchas veces no se genera una protección real. Hay muchas mujeres muertas que tenían una orden de protección vigente, pero el Estado no tiene medios para poner un policía detrás de cada mujer y de cada agresor.
¿Vivimos en una sociedad donde la justicia es patriarcal?
Cada vez menos pero sí, todavía es patriarcal. No me atrevo a generalizar, pero hace 20 años que me dedico a la violencia de género y he visto un cambio. Cuando empezaba o estabas con una señora golpeada o no conseguías nada. Ahora sí que es cierto que hay más conocimiento del ciclo de la violencia pero se sigue poniendo siempre en duda a la mujer. ¿Qué móvil tiene, por qué lo está haciendo, si se está divorciando, qué provecho quiere sacar?…
En cambio, esto no ocurre en otros ámbitos del derecho. Por ejemplo, hay un grado mucho más alto de denuncias falsas contra compañías aseguradoras y no tienen ni la mitad de publicidad que las supuestas denuncias falsas que hacen las mujeres. Es un porcentaje bajísimo. Ninguna mujer que tenga un poco de cordura pondrá una denuncia falsa porque supondría quedar sometida a una cadena del sistema que le complicará mucho la vida. Es incierto este rumor que se ha ido creando sobre las denuncias falsas. Hay estadísticas del Consejo General del Poder Judicial que lo confirman. Es estadística pura.
En 2005 se crearon los juzgados de Violencia contra la Mujer y las secciones especializadas de las Audiencias Provinciales en toda España, como se establecía en la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. ¿Han dado respuestas efectivas?
Los juzgados específicos de violencia de género de grandes ciudades son únicamente especializados en violencia de género y prevén mecanismos específicos para estas situaciones. Funcionan mejor, pues, que los juzgados de ciudades más pequeñas, que son de violencia de género, pero también tienen otras competencias. Así, el juez o jueza que lleva un caso de maltrato, lleva también un robo, etc. Esto implica que los juzgados de comarcas estén colapsados y que el personal no esté especialmente formado en violencia de género.
En el año 2016 sólo un 26,1% del total de mujeres que sufren alguna agresión considerada delictiva denunció. ¿Podemos decir que las mujeres tienen miedo a denunciar?
Se suele pensar que todo el mundo denuncia y no es cierto. Hay muchas mujeres que sufren violencia y que están escondidas del sistema. Y están escondidas porque muchas de ellas provienen de culturas donde se normalizan culturas violentas y que consideran que el trato que reciben es relativamente normal y, además, no conocen ni el idioma ni el sistema como para sentirse cómodas. También a veces dependen económicamente de estos hombres a los que deben denunciar. Con todo esto y además que el sistema tampoco las ayuda y no lo denuncian.

¿Hay vulneración de derechos durante el procedimiento judicial que inician las mujeres que han sufrido violencia machista?
Volvemos a la situación y a la falta de medios. Aunque también hay casos de falta de sensibilidad. Muchos juzgados están en edificios antiguos, que no tienen un espacio para las víctimas, que deben esperar junto a los agresores si no han sido detenidos. Con respecto al tema de la protección visual en los juzgados, hoy en día, si pides una mampara te la dan, hace diez o quince años era más complicado. Pero hay que explicar el motivo por el que la quieres porque es un derecho de la defensa del acusado escuchar e incluso ver qué están diciendo en tu contra.
Es muy importante destacar que no hay acompañamiento psicológico en todo este procedimiento. Desde que la mujer decide poner una denuncia hasta que se termina el procedimiento, necesitaría una persona de referencia, un psicólogo que le acompañara porque los picos de ansiedad que sufren en estos procesos son brutales.
El Consejo General del Poder Judicial elaboró una guía de criterios de actuación judicial frente a la violencia de género en el que se habla sobre el trato adecuado a las víctimas y de una recuperación integral. ¿Son útiles estos documentos?
Las guías de buenas prácticas están muy bien pero la solución implica formar a los jueces y bonificar a los que quieren asumir este tipo de trabajo, es decir, generarles menos carga de trabajo, que puedan atender con más calma y con las condiciones adecuadas cada uno de los casos. Siempre hablamos mucho de jueces pero la Fiscalía también tiene un papel muy importante. Muchas mujeres, a pesar de tener derecho a denunciar desde el primer momento con un abogado de oficio especializado del turno de violencia de género, no denuncian a un abogado. Entonces, en teoría, la fiscalía tiene que coger la bandera de defender la víctima y no siempre es así.
¿Deberían tener una formación en perspectiva de género todos los agentes que intervienen?
Sí. Además, deberían actuar de una manera muy coordinada para que una mujer no tuviera que esperar ni media hora para tener un abogado de oficio que la atendiera en la comisaría. Las mujeres están victimizadas secundaria y terciariamente. Van al médico, a la comisaría, en el juzgado, al juicio y a repetir lo mismo muchas veces. Es muy difícil salir de esto si todo el día lo tienes que repetir ante personas que desconfían de ti.
Son situaciones realmente complicadas por las mujeres, a las que tampoco se hacen las preguntas adecuadas. Normalmente se pregunta sobre la agresión que ha desencadenado el proceso judicial, y raramente nos encontramos con casos de agresiones puntuales. Si preguntaran sobre qué ha pasado antes, seguramente estas mujeres podrían explicar una historia de violencia. Pero nunca se hacen las preguntas adecuadas. Sabiendo que hay un tipo de maltrato habitual como la violencia de género, ¿por qué la inmensa mayoría de condenas son por un delito puntual y no por una violencia habitual? El motivo es el hecho de no preguntar bien.
¿Hay resistencia a formarse en perspectiva de género?
Por parte de los jueces sí. Los jueces están educados para hacer justicia de manera imparcial. Ellos confunden perspectiva de género con parcialidad. Piensan que les obliga a decantar la balanza hacia un lado y eso no les gusta porque toca lo más sagrado que tienen. Se da el caso de que hay más juezas que jueces pero no hay más sensibilidad por el hecho de ser mujer.
Los juzgados están muy acostumbrados, generalizando, al perfil de víctima indefensa y golpeada, pero cuando se encuentran una víctima diferente, una mujer formada que decide firmemente acabar con la violencia que sufre, les choca mucho. Les cuesta verlas como víctimas de violencia machista. En el fondo es una cuestión de empatía. El buen juez es el que no sólo aplica la ley sino que hace justicia.
¿Hay que aplicar la perspectiva de género de manera transversal en todos los ámbitos de la vida?
Si. Es grave que no se aplique en el ámbito del derecho pero más grave aún es que no se haga en el ámbito de la educación. La ley de violencia de género dice expresamente que se incorporará formación en violencia de género y que los materiales que vulneren la igualdad serán excluidos del temario. Cualquier material de texto que no tenga perspectiva de género debería ir fuera. No hay duda en que la solución y el fin de la violencia de género pasa por la educación, no por la cárcel. Esto lo sabemos todos, la cárcel hace que nos saquen los agresores delantera pero es una problemática que se perpetúa si sigue habiendo una formación patriarcal y machista.
La justicia es un reflejo de la sociedad?
La justicia un poco a remolque de la sociedad: es un reflejo fiel, pero muchas veces la sociedad va un poco por delante ya la justicia le cuesta más llegar a los cambios conseguidos por la base social.


