¿Qué proponen los socialistas para Catalunya? Teóricamente, un nuevo Estatuto, pero nadie sabe qué idea reina más allá del mantra del “pacto entre catalanes” llevado, de nuevo, a las urnas. Soy escéptico de la propuesta del PSOE y creo que la historia me da la razón. Repasemos brevemente los principales virajes de la propuesta política socialista en relación a la cuestión territorial -especialmente el asunto catalán- de los últimos 15 años.

Hay que reconocer, en primer lugar, que el PSC de Maragall fue el verdadero impulsor de la reforma estatutaria culminada en 2006. El gobierno tripartito que él presidía situó como verdadera prioridad de legislatura los trabajos en el Estatuto, hasta el punto de que se expulsó a los miembros de ERC del Gobierno cuando el partido republicano decidió votar contra el texto estatutario. Aunque en aquella crisis interna, la implicación de los socialistas fue importantísima para lograr ensanchar el autogobierno catalán.

En la actualidad, -y de hecho ya hace algún tiempo-, el socialismo catalán y español está lejos de liderar ningún tipo de propuesta coherente para Catalunya. No se le puede negar que no lo ha intentado con propuestas y actuaciones de todos los colores y gustos, pero es cierto que no lo ha conseguido. Durante estos últimos años de Procés, los socialistas catalanes se les ha dado mejor el análisis del panorama político que la incidencia en todo lo que pasaba a su alrededor.

Es un ejercicio interesante, pues, repasar brevemente cuáles han sido las propuestas socialistas durante este tiempo de descomposición del Estado autonómico, que ha supuesto el fin de la paz territorial en la España del café para todos.

Año 2003, campaña de las elecciones autonómicas en Catalunya. Un Palau Sant Jordi lleno a rebosar, con Pasqual Maragall como máxima estrella. El PSOE, por boca de su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó: “apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento de Catalunya”. No sabemos si se dejó llevar por la emoción de la campaña o, simplemente, aquel joven Zapatero no imaginaba que el año siguiente llegaría a la Moncloa. El hecho, sin embargo, es que aquellas palabras han perseguido al ex presidente del gobierno desde entonces. El fantasma de las promesas pasadas.

Esta promesa sirvió como viento de cola para los trabajos de reforma estatutária, que culminaron con éxito el 30 de septiembre de 2005, después de un pacto in extremis entre Artur Mas y el presidente Maragall. El Parlament de Catalunya aprobó, con 120 votos a favor de un total de 135, la propuesta de un nuevo Estatuto -con sólo el voto contrario del PP. El entonces líder de ERC, Josep Lluís Carod Rovira, afirmaba aquél día que el texto era “una mano tendida a Espanya”.

Mítin del PSOE al 2008 | Álvaro Castrillo

Aquella mano tendida fue rechazada de manera contundente. La enorme presión mediática del PP forzó al PSOE a mostrar una cara menos amigable. Un cambio sintomático de otras que vendrían. Primero fue el famoso ‘cepillo’ en Comisión -con burla incluida por parte de Alfonso Guerra- y posteriormente el pacto entre el Zapatero y Artur Mas, que confirmaba el recorte del Estatut a su paso por el Congreso. Los socialistas catalanes pasarían muchas dificultades durante años para explicar esta actitud del PSOE tras las promesas incumplidas de Zapatero.

La sentencia del Constitucional sobre el Estatut abrió una nueva etapa. El PSOE la aceptó y el PSC apoyó la mayoría social que rechazaba la sentencia. El valiente nuevo viaje del PSC llegó a incluir en su programa electoral la celebración de una consulta sobre el futuro político de Catalunya. El ex-alcalde de Terrassa lideraba esta propuesta el año 2012, ante las críticas de los barones del PSOE. El revuelo interno en el seno del socialismo español se cerró con la llamada Declaración de Granada (2013), un documento de consenso firmado por todas las federaciones del PSOE donde se hablaba de actualizar y reformar el Estado autonómico a través de una reforma constitucional.

La aprobación de la Declaración de Granada terminó de desactivar las propuestas de calado descentralizador en el seno del PSOE y, posteriormente, afloraron las escisiones soberanistas al PSC. Las soluciones de convivencia y de diálogo propuestas por los socialistas fueron tan diferentes que las podemos ejemplificar en dos momentos concretos. El primero, la votación del Parlament (26 de febrero de 2013) a una resolución del PSC donde se pedía diálogo al Estado para hacer posible “el derecho a decidir” de Catalunya”. El segundo, cuando en abril de 2014 Rubalcaba dejaba claro en sede parlamentaria que no cabía el derecho de autodeterminación para el caso catalán y que la solución de “todos los socialistas” pasaba por una reforma estatutaria.

Garcia Albiol, Arrimadas e Iceta presenten recurs d’empara al TC arran del Procés | PP

Una foto: la precuela del 155

La coalición del 155 se cocinó en una fotografía. En 2015, Iceta (PSC), Albiol (PP) e Inés Arrimadas (C ‘s) rechazaban juntos ante el Tribunal Constitucional la enésima resolución soberanista del Parlament de Catalunya. Esta imagen escenifica la entrada de los socialistas en el bloque unionista, abandonando su histórico posicionamiento flexible ante la cuestión nacional. El PSC pasaba al ataque.

A pesar de las declaraciones de Pedro Sánchez -que en campaña de las primarias del PSOE parecía Lenin-, el PSOE ha mantenido su no-propuesta para Catalunya. El año 2017, José Luis Ábalos, nuevo portavoz parlamentario de los socialistas tras la reconquista sanchista, insinuaba que la Declaración de Granada podía ser superada por una eventual reforma constitucional.

La reforma constitucional también sería protagonista de un pacto de Estado. Mariano Rajoy y Pedro Sánchez pactaron (y anunciar en rueda de prensa en Moncloa) la aplicación del artículo 155 en Catalunya a cambio de comenzar en sede parlamentaria los trabajos de reforma constitucional. Esta promesa ha sido abandonada por el PP y olvidada por el PSOE, ahora que están en Moncloa.

Y he aquí que llegamos a la propuesta, enésima y contradictoria, de Sánchez. Después de formar parte de la coalición del 155, nadie debería creer en la capacidad reformadora de los socialistas. La suspensión de la autonomía se convirtió en un precedente peligrosísimo -no sólo por su aplicación, sino por la manera en que fue hecha-. La fiscalización del PSOE en el gobierno Rajoy, en esta materia, fue absolutamente inexistente.

Todo lo que sabemos de este nuevo intento socialista es que propone un nuevo Estatut para Catalunya. Pero, ¿cuál? ¿Cómo será capaz de superar la barrera jurisdiccional que dibuja la sentencia del TC sobre el texto de 2006? ¿Cómo conseguirá el apoyo de la mayoría de la Cámara Baja? ¿Abrirá la lata de una reforma constitucional en un contexto que no le es nada favorable?

Sinceramente, creo que simplemente se trata de una cortina de humo para intentar apuntalar su posición de hombre de Estado, capaz de buscar soluciones y diálogo para Catalunya. En el horizonte están las elecciones generales y unos posibles nuevos comicios autonómicos en nuestro país. Humo para contentar a la parroquia. Una vez más.

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Politòleg i analista polític.

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