El diario El País publicaba en verano un artículo con el titular “Los 500.000 muertos por la austeridad en España que no existieron“. Este titular hacía referencia a un estudio publicado en la revista American Journal of Public Health , que comparaba la mortalidad en España y los Estados Unidos desde el año 2000 al 2015 y que había encontrado un cambio de tendencia a partir del año 2011 en España con un aumento importante de la mortalidad, que los autores atribuían a las medidas de austeridad implementadas por el gobierno central. Al mismo número de la revista, un comentario editorial planteaba problemas metodológicos del estudio mencionado que afectaba a sus estimaciones, lo que dificulta la interpretación que hace de la austeridad como factor relacionado con el aumento de la mortalidad.
Además de este comentario editorial, el estudio ha recibido otras críticas de la comunidad científica. Pero no hemos encontrado que ninguno de los críticos haya pedido a los autores del análisis de los datos corregidos y analizadas de manera comparable para confirmar si ha habido cambios en la mortalidad en los últimos años. De este modo, ha quedado como cierto el titular del diario desmintiendo que la austeridad haya podido provocar ninguna muerte.
El año pasado se publicó en una revista internacional un estudio que asociaba los recortes en sanidad y servicios sociales en Inglaterra con un aumento de la mortalidad. Específicamente, este estudio encontraba un exceso de 45000 muertes más de las esperadas entre los años 2010 y 2014, y una estimación de 152.000 muertes más de las esperadas en el año 2020 si continuaran los recortes.
Los comentarios en la misma revista, los medios de comunicación y las redes sociales han sido, además de algunos cuestionamientos metodológicos, relacionados con las implicaciones políticas del estudio y la necesidad de dar respuestas políticas y sociales urgentes. Es más, a partir de este estudio se ha increpado al gobierno inglés, se le ha hecho dar una agenda que responda sobre este tema, y se han analizado las tasas de mortalidad durante el primer semestre de 2018 con una lectura crítica sobre qué pasa.
Llama la atención la diferente reacción de la comunidad científica y los medios de comunicación en España y en Inglaterra sobre unos resultados que podrían ser similares. En el caso de España, parece que el posicionamiento depende del abordaje y sobre todo de los resultados y conclusiones de los estudios. Si los resultados muestran un empeoramiento de la salud, aumento de mortalidad, o de otros efectos negativos hay una reacción inmediata a las publicaciones científicas y los medios de comunicaciones haciendo críticas y negando que estos resultados sean válidos.
Pero, si se muestra que la crisis ha logrado reducir las desigualdades en mortalidad salen pocas controversias, desacuerdos y críticas de la validez y fiabilidad de los datos, así como de la interpretación de los resultados. También es frecuente que cuando los estudios muestran un resultado de empeoramiento de la salud y / o de aumento de la mortalidad que se repite, se confirma y se reafirma, entonces el asentimiento de la comunidad científica es casi silencioso aunque haberse lo negado durante tiempo; es el caso del aumento de los suicidios durante la crisis económica.
Hay evidencia científica consistente, y es reconocido por la comunidad científica que los determinantes sociales afectan a la salud y que las desigualdades sociales y la pobreza han aumentado con la crisis y el paro. Si esto es aceptado debería reconocer también que tarde o temprano habrá un impacto en mortalidad si no se solucionan los problemas de base. Además, el trabajo precario, las políticas actuales de vivienda, y los recortes presupuestarios son medidas que empeoran esta tendencia a la desigualdad y la pobreza. Es probable que cuando se compruebe un aumento de la mortalidad haya pasado tiempo y ya no sea posible actuar y sólo será estudiado como un hecho histórico.
La comunidad científica, y los responsables de las investigaciones y de la evaluación de las políticas públicas deberían resolver los problemas metodológicos de los estudios, revisar los datos teniendo en cuenta la comparabilidad y validez de las mismas, y difundir los resultados. Los responsables políticos deberían responder a estos hechos. Si se demuestra que las políticas públicas de austeridad se asocian a más muertes evitables se deberían tomar medidas inmediatas.


