El anuncio en las redes sociales convocando la caravana rezaba en letras negras y rojas: “Buscamos refugio. En Honduras nos matan”. ¿Se puede ser más elocuente? Porque el éxodo continúa. San Pedro de Sula, una de las ciudades más violentas del mundo, es el símbolo de esta diáspora. Lugar de inicio del trágico movimiento migratorio, en su estación de buses se arremolinan personas y polvo. Unas 900 en esta cuarta Caravana, cerca de unas 1260 en la de octubre del año pasado.
Toman la Carretera de Occidente hacia la frontera Honduras-Guatemala. Y durante el trayecto, pequeños grupos de migrantes irán incorporándose ensanchando ese río humano. Una vez en la frontera sumarán 2000 personas. Incluso más. Porque el éxodo continúa.
“En Centroamérica han confluido muchos factores que han provocado que la población se mueva. Casos de inseguridad y empobrecimiento. También una de las causas es el cambio climático, que ocasionó que se perdieran cultivos”, señala Gloria Rendón, coordinadora del SAIER (Servicio de Atención al Inmigrante, Emigrante y Refugiados). Lo mismo apunta Milthon Robles, periodista amenazado acogido por el PEN Català: “Honduras es un estado fallido. No tiene reservas ni divisa internacional. Todo está endeudado”.
Y prosigue con rotundidad: “La clase media ahora es pobre. Y la pobre es miserable. Además, desapareció la microempresa porque las grandes cadenas han reventado todo. Por ejemplo, Walmart tiene todo controlado en el continente americano, no solo la alimentación. Es un monstruo. Destruyó los mercados independientes. Lo acaparan todo”.
A las trágicas consecuencias de la pobreza, debe sumarse la violencia como otra de las razones de esta diáspora, una delincuencia provocada por la corrupción y la impunidad que prevalece en la estructura gubernamental y empresarial del país. Como explica Milthon Robles, “tú tienes un negocio, pero no puedes trabajar porque tienes que pagar extorsiones. ¿Qué te queda si te amenazan de muerte? Huir para salvar tu vida y la de tu familia. En estas caravanas van niños, ancianos y personas discapacitadas. Es un drama humano”.
Pero la violencia no solo la padecen en sus ciudades, sino que la sufren también en los pasos fronterizos que deben cruzar. En muchas ocasiones, para esquivar la represión policial y militar en la frontera, los migrantes huyen por las montañas y buscan refugios en las aldeas. Se calcula que han muerto ya 9 personas en manos de la policía, sin contar los desaparecidos. Según Milthon Robles, en Tapachula (México), “un niño de 7 meses murió asfixiado por una bomba lacrimógena”.
El enorme riesgo que asumen los migrantes durante el trayecto es altísimo. Según Gloria Rendón, “se ha hablado de desapariciones. El recorrido tradicional a EEUU es peligrosísimo: se calcula que el 70% de las mujeres son violadas”.
Esta cuarta Caravana visibiliza un fenómeno “que presiona a los gobiernos para saber qué decisiones van a tomar al respecto. Estos volúmenes de gente tan grandes están poniendo a prueba los resortes de los estados”, expone Gloria Rendón.
Y sin concesiones alerta: ” ¿De qué estamos hablando cuando miles de personas están caminando semanas y meses, cuando salen con sus familias exponiéndose a un riesgo tan alto? Debemos pensar qué sociedad estamos construyendo y reflexionar sobre cómo se relacionan los países ricos y pobres”. Y concluye: “Debemos construir otros modelos migratorios que no pongan en peligro la vida de las personas”.