El verano de 2015 las personas que trabajan vendiendo en la calle en Barcelona ocuparon la prensa y los telediarios. La imagen que se daba en todas las piezas era homogénea. Yeray S. Iborra (Besòs, 1990) empezó pocos meses después a seguir todos los movimientos que había a su alrededor. La presión de los grupos municipales hacia el Ajuntament de Barcelona, las redadas policiales, los debates alrededor de la seguridad de las calles pero también la creación de un colectivo de manteros enfocaron parte de los reportajes que el periodista publicaba en el diario Catalunya Plural. Este seguimiento, un viaje a Senegal y la voluntad de hablar sobre migraciones, fronteras, desigualdad, ciudad o lucha colectiva derivaron hacia la creación de ‘Vida mantera. Retrato circular de la venta ambulante (Dakar-Barcelona)’.
Dentro de la colección Periodismo y Derechos Humanos editada por la editorial Octaedro y la Fundación Periodismo Plural, como ellos mismos describen, Vida mantera “emprende un viaje desde Dakar hasta la capital catalana con el objetivo de comprender por qué Mohammed quiso entrar en su televisor y llegar a Europa de un salto; por qué Aziz pasó la juventud a bordo de una patera (y como acabó fundando un sindicato de vendedores ambulantes); por qué Awa no sabe donde está su marido, o como Fatou abandonó la calle para presidir una cooperativa con más de una docena de trabajadores, todos ellos antiguos manteros”.
El autor, forma parte del colectivo de periodismo literario y acción social SomAtents y ha escrito en varios medios como Cafèambllet, Sentit Crític, ARA, Jornada, MondoSonoro, La Marea o Indiespot. Y ahora, saca su primer libro a la luz.
‘Vida mantera. Retrato circular de la venta ambulante (Barcelona-Dakar) ‘se presentará el próximo lunes 25 de febrero a las 19.00h en el espacio Contrabandos. Con la moderación del mismo Yeray S. Iborra, se realizará un debate (“De la migración al trabajo informal: ‘top manta’ más allá de los tópicos”) que contará con la participación de Aziz Faye, antiguo mantero; Lamine Bathily, portavoz del Sindicato Popular de Vendedores ambulantes de Barcelona; Rosa Sánchez, activista del Espacio del Inmigrante Raval; Laura Curell, miembro de Irídia y Álvaro Porro, comisionado de Economía Social del Ayuntamiento de Barcelona.
Al frente de Barcelona tanto en Catalunya Plural como eldiario.es empiezas a seguir a los manteros. ¿Cómo acaba esto en un libro?
En el prólogo, João França, el antiguo coordinador del Catalunya Plural, pone en contexto cuál era la importancia de hacer un libro sobre la experiencia de los manteros en Barcelona. Entré en Catalunya Plural a hacer periodismo social y municipal en el verano después de que el Ada Colau ganara las elecciones (2015). Fue también el primer verano en que los manteros fueron un problema para la ciudad, impulsado por la presión de la oposición y de la derecha mediática.
El 2016 sigue la rémora de problemas en la calle y el verano se convierte en un estallido de conflictos constantes. Conflictos que los movimientos sociales y el Sindicato dicen que no eran muy diferentes que los que se daban antes, pero la derecha mediática se preocupa de reforzar la idea de que la permisividad de Colau provoca un efecto llamada que hace que vengan más manteros y, con ellos, más problemas de seguridad en el calle.
Empezamos a hacer seguimiento de este tema dando la voz no sólo a las instituciones y a la Guardia Urbana. El conflicto seguía latente cuando la Fundación Periodisme Plural, junto con la editorial Octaedro, se propuso realizar una serie de libros. El primero de ellos fue uno sobre vivienda, escrito por João França, y el mío fue el siguiente.
Vida mantera no es sólo consecuencia de la actualidad en Barcelona, es también una recopilación de la experiencia de un viaje a Senegal que realizaste gracias a la beca DevReporter
Hablar de manteros no deja de ser hablar de un debate de ciudad, desigualdad, migraciones, lucha social … La DevReporter nos sirvió para ver qué provoca que estas personas estén en las calles de Barcelona, que se organicen de una manera determinada, saber cuáles son las motivaciones y las variables que han hecho que tengan un sindicato de manteros en Barcelona y así no quedarnos en titulares cuando hay problemas con la policía, batidas o algún episodio de violencia. Nos interesó que el colectivo político establecido fuera un sindicato. Es lo que lo hace diferente, ya que es pionero en el caso de la venta ambulante.
Al volver de Senegal, con SOS Racismo elaborastéis una serie de vídeos bajo el nombre “Dakar-Barcelona: Voces desde el Sur a la venta ambulante” y, de ahí, Sònia Calvó y João França realizaron el 30 Minuts “Plegar la manta”. Y ahora también un libro. Resalta la narración Dakar-Barcelona y las historias de este retrato circular. ¿Al pedir la beca ya pensábais en generar tantos contenidos?
Ir a Senegal formaba parte de la misma estrategia aunque se haya visibilizado de diferentes maneras. El objetivo era tener una mirada larga, ir de la anécdota que suponen los manteros en nuestro sistema mediático diario a lo que hay detrás: los problemas en torno a las migraciones. Aspectos transnacionales, que superan las competencias de las administraciones locales como es el caso de la ley de extranjería; otros que superan las estatales como los acuerdos España-Senegal para interceptar pateras… O como introduce el doctor en sociología de la UB Julián Porras en un capítulo, el problema que suponen en las ciudades globales las economías informales.
Las personas que se dedican a trabajos que están fuera de nuestro sistema convencional de trabajo siempre tienen características particulares: suele ser trabajo en la calle, fuera del margen de fiscalidad y que suelen reproducir personas migrantes que están vulnerabilizadas. Hemos intentado recoger todo esto para no quedarnos sólo en la experiencia del sindicato y para entender lo que hay detrás de una persona que ves en Barcelona poniendo una manta: ¿por qué sigue allí, por qué ha venido hasta aquí, qué hace que persista?… porque no creo que les guste correr delante de la policía. ¿Cuáles son los poderes y cuáles las relaciones que se establecen para entender su capacidad de lucha y de asociación?.
En el libro dedicas espacio a analizar la gestión de las economías informales y cómo las actuaciones policiales han sido el centro del debate mediático y de la oposición al gobierno de Colau. ¿Qué responsabilidades tiene la alcaldesa y en qué puntos se equivoca la oposición?
Lo que dejan claro los movimientos sociales en defensa de los migrantes en Barcelona es que la presión mediática alrededor de los colectivos en la calle se dispara cuando gana Colau. Barcelona en Comú se encuentra que el Gobierno anterior, que ahora está en la oposición, le empaqueta un conflicto que ya estaba, que no se agrava con la llegada del nuevo gobierno. El papel no era sencillo y por eso la respuesta es múltiple: viene en forma de planes sociales pero los colectivos denuncian que llegan tarde y siempre después de la respuesta policial. El Ayuntamiento se ampara en que no es sencillo porque la ley de extranjería está por encima de sus competencias y requieren de mucha imaginación política para encontrar soluciones. La presión hace que una cuestión casi endémica de las ciudades del siglo XXI sea una piedra en el zapato constante durante todo el mandato.
Los planes de empleo no sólo son planes para los manteros, sino que son para los migrantes, y el mismo sindicato ha apoyado esto. El miedo es que, como dice Julián Porras en el libro, es que el Ayuntamiento se convierta en un gestor, en alguien que hace propuestas en vez de escucharlas. Y el peligro que tiene es que se desdibuje el poder de lucha que tiene el colectivo en la calle, que va más allá de la actividad que genera. Su reacción ha sido acogerse a los planes y a la vez intentar mantener su autonomía como movimiento político.
En el libro explicamos el caso de los chatarreros: la administración Trias desmanteló Mount Zion y luego les dio una salida con la cooperativa de la chatarra y así los desarticuló totalmente como movimiento político. Desde el nacimiento de la cooperativa hasta que nació el sindicato hubo un silencio total sobre un movimiento potente y unívoco como referente de las personas migradas, sobre todo las del África negra.
¿Cómo ha podido ayudar el auge y la organización de los manteros a plataformas como Tanquem els CIEs?
Se han retroalimentado. Gente alrededor del Espacio del Inmigrante generó Tras la Manta como colectivo de apoyo a los manteros y también desde Tanquem els CIEs se echó una mano para que se generara un sindicato. A la inversa, también el Sindicato ayuda a visibilizar y ha estado en otras luchas y espacios como la Tancada. Todos tienen objetivos muy similares.
Analizando el papel que se les ha dado a los manteros en la prensa y la instrumentalización de casos como el del encarcelamiento de Sidil Moctar, ¿el foco puede desdibujar la reivindicación?
La deriva que se genera desde los medios cuando gana Colau y hasta hace poco es no contar con el sindicato como voz. Se quedaban con las declaraciones de la Guardia Urbana y ha seguido esta presión y esta instrumentalización del colectivo.
Como periodistas nuestro objetivo es ir más allá pero con los manteros se ha producido este efecto de ‘tormenta perfecta’: necesitamos un debate en esta ciudad y es fácil que el debate sea un negro que pega un policía con una rama. No se ha visto la persecución previa que denuncia SOS Racismo de violencia policial hacia ellos. Son personas y es normal que en algún momento puedan estallar, sin que ello deje de ser punible, evidentemente. Pero siempre falta una parte del relato…
SOS Racismo además también ha criticado que las denuncias a la Guardia Urbana no prosperan e incluso los mismos manteros han declarado que no creen en el sistema judicial. De una manera u otra acaban invisibilizando estas violencias y sólo salen las que son más fáciles de demostrar que son las del vulnerable. Alguien con una situación de irregularidad no tendrá la misma capacidad de movilización para enfrentar un juicio o incluso no denunciará al considerar que el sistema judicial es racista.
Seguirá habiendo personas en situación irregular que sólo tienen la venta ambulante como salida y eso siempre será un caramelo para la derecha mediática y la oposición para hablar de muchos otros temas. Temas que no tienen que ver directamente con este colectivo como el de la seguridad. Seguro que ahora por elecciones al final se acabará asociando narcopisos y manteros: ellos no tienen que responder ante cualquier problema de seguridad en esta ciudad porque a la vista está que no los generan. Si ha habido problemas de seguridad, ha sido cuando han corrido por redadas policiales y se han producido choques… Ellos no son santos pero tampoco debemos beatificar a la otra parte.
Hay una lista generada de los aspectos que van en contra de la marca Barcelona.
Sí. Una idea interesante la da Andrés García Berrio en el 30 Minuts. Se pregunta cómo es posible que pongamos el foco en la venta cuando hay personas de este colectivo en concreto que llevan 10, 12, 15 años en Barcelona sin estar regularizadas. ¿Cómo puede ser que pongamos el foco en esto en vez de ponerlo en la estupidez democrática que supone tener ciudadanos sin posibilidad de regularización durante tantos años? Este es un problema de la ley de extranjería que sobrepasa al Ayuntamiento de Barcelona, que no sabe ni cuántas personas se encuentran en esta situación. El propio Síndic de Greuges ha dicho que las cifras no son concretas y trabajar sin cifras sbre la venta ambulante hace que hagamos políticas imaginarias en vez de concretarlas.
Otra idea que defiende Julián Porras es qué queremos hacer con nuestro espacio público. ¿Por qué es más legítimo tener una pista de hielo en plaza Catalunya? ¿Sólo porque genera inversion? Los manteros nunca se han negado a pagar impuestos y regularizar su actividad según nuestros estándares. Pero estos estándares son una tontería. A menudo se polariza: si estás con los manteros, no estás con los comerciantes. Pero no es eso. Los artesanos tienen el mismo derecho que los manteros a vender en la calle pero seguramente no tienen las mismas opciones de partida para conseguir una licencia.

El espacio público sólo se llena de actividades que lo revalorizan.
Ellos vienen con una cultura de ocupación de la calle muy diferente de la nuestra y seguramente si escucháramos algo aprenderíamos què podemos hacer para recuperar las calles. En Dakar, cierto que no está en nuestro sentido del orden, pero se hacen las mismas actividades que aquí: a parte de tráfico y gente paseando, se come, se reza, se lava y todo se vende.
Ante la hipernormativización de la ciudad de ‘no jugar a la pelota’ hay que preguntarse si es la ciudad que queremos. Por querer garantizar todos los usos del espacio a veces no acabamos garantizando ninguno.
Aparte de reivindicar el uso del espacio público, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes también ha servido como altavoz más allá de Barcelona. En el libro explicas el viaje a Europa o la visita al Papa de Roma.
Es uno de los casos de asociacionismo más interesantes. Tenía todas las de perder. Unos negros, irregulares, con actividad en la calle, con todo lo que ello conlleva, generan un espacio y terminan erigiendo como viven en esta ciudad. Si todas las asociaciones que no tienen personas en situación de irregularidad o migradas, hubieran demostrado la capacidad de solidaridad y de lucha que ha demostrado un colectivo como el Sindicato, igual hubiéramos conseguido otras victorias a nivel de ciudad.
Hiciste el Master de Periodismo Literario y Humanidades y en el libro se nota. Más allá de la cronología de los movimientos administrativos y del mismo colectivo, escribes el libro a partir de voces de testigos desde Senegal en Barcelona. ¿Qué valor aporta este tipo de escritura?
El libro quiere aportar debate y huir de los tópicos en torno al colectivo y lo mejor es hacerlo amable y tranquilo a partir de experiencias de vida. Es cierto que hay datos pero no son lo más importante. Tras estas personas hay historias, la mayoría exóticas para los ojos de una persona de Barcelona, historias de tenacidad y superación para conseguir un objetivo. Creo que toca entender la complejidad y dejar de hablar de buenos y malos.
Además, es más fácil empatizar con las personas que no con hechos y el libro va más allá de ser una enciclopedia del colectivo. El libro quiere que puedas entender que Aziz siguió viniendo a Europa una y otra vez a pesar de ser deportado tres veces. Y que entiendas por qué al volver una cuarta vez creó un sindicato con unos compañeros a pesar del riesgo que ello conlleva.
Uno de los debates que tiene el Sindicato es que cuanto más visibilización tienen sus miembros, más pueden alejarse de otros vendedores que están en la calle y no quieren hacerse ver. Las historias ayudan a entender por qué a pesar de estar en continuo riesgo estas personas deciden apostar por hacer lucha política. Muchos de nosotros seguimos la lógica de no visibilizarnos porque en España no es tan fácil luchar políticamente debido a la ley mordaza. Tenemos ejemplos cotidianos de personas que aun siendo privilegiadas acaban siendo encausadas y privadas de la libertad de expresión. Y ellos se ponen ante un micrófono.
Entenderlos es entender el por qué de esta persistencia para tener una vida mejor en Barcelona como ciudadanos que son. Al final, por mucho que los papeles digan algo diferente, duermen en Barcelona, trabajan en Barcelona, se relacionan en Barcelona … No hacen nada demasiado diferente de lo que hago yo pero yo no voy por la calle con miedo a que la policía me pare y me deporte. Las historias de vida ayudan a entender esta complejidad.