Dincat considera que Arcadi Espada puede haber incurrido en un delito de odio a raíz de su posicionamiento continuado hacia las personas con síndrome de Down, a las cuales ha calificado reiteradamente de “enfermas”, “enfermas mentales”, “desgracia”, “tontos” y otros apelativos similares. La postura del periodista se ha hecho viral a partir de su reciente participación en el programa de televisión Chester in Love, del cual fue expulsado por Risto Mejide al poco rato de empezar y en el que prácticamente sólo tuvo tiempo de reafirmarse en la polémica tesis que sostuvo en un artículo publicado en 2013. Esto es, que dejar nacer a un hijo “enfermo”, habiéndolo podido evitar, tendría que ser considerado un crimen contra la humanidad. En el programa de televisión, Espada volvió a decir que llevar al mundo a un hijo enfermo le parecía una “inmoralidad” y una “aberración”, y que en todo caso los costes “morales” y “económicos” de ese niño no los tendría que asumir nunca la administración, sino los padres.

El abogado Jordi Durà, miembro de la junta directiva de Dincat y padre de una joven con síndrome de Down, ha confirmado a Catalunya Plural que se está encargando de la redacción de esta querella, según l oque establece el artículo 510 del Código Penal. Este artículo dice que serán castigados con una pena de entre uno y cuatro años de prisión, y multa de seis a doce meses, “aquellos quienes públicamente promuevan, fomenten o inciten directamente o indirectamente el odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo o persona” por varios motivos que enumera, uno de los cuales es la discapacidad.

“No nos podemos quedar pasivos e impasibles viendo como este señor está haciendo estas manifestaciones ideológicas que incitan al odio y a la discriminación de un colectivo de una manera tan reiterada”, comenta Durà. Este es el sentimiento, dice, que le ha trasladado tanto la presidenta de Dincat, Rosa Cadenas, como el resto de componentes de la junta. “Hay una ofensa y discriminación clara, que ha causado un dolor interior y espiritual inmenso a muchas personas, y por eso, como representantes de la discapacidad intelectual en Cataluña, tenemos que actuar judicialmente y que sean los tribunales los que formalmente resuelvan la situación creada”, añade Durà.

Una sentencia del Tribunal Supremo de febrero de 2018 especifica que el elemento nuclear del “discurso del odio” consiste en la expresión de epítetos, calificativos o expresiones que contienen un mensaje de odio que se transmite de forma genérica y por su gravedad pueden ofender los sentimientos comunes de la ciudadanía, cuando se constata que ha habido voluntariedad en el uso de estas expresiones y no son fruto de una situación incontrolada o una reacción momentánea.

Esta sentencia, añade el abogado de Dincat, también se refiere a sentencias anteriores del mismo Supremo donde queda claro que el derecho a la libertad de expresión o a la libertad ideológica no puede amparar “manifestaciones o expresiones destinadas a despreciar o a generar sentimientos de hostilidad contra determinados grupos”. Por todo esto considera Durà que el delito de odio es el que más se ajusta a la actuación del periodista, si bien añade que “si la vía penal no prospera, estudiaremos la posibilidad de utilizar la vía civil, con una demanda por vulneración del derecho a la dignidad, el honor y la igualdad de las personas, tanto de aquellas afectadas por una discapacidad como de sus familias, es decir, de este colectivo”.

Diez años desde el primer artículo en ‘El Mundo’

La animadversión de Arcadi Espada respecto a las personas con síndrome de Down se manifiesta por primera vez el 28 de enero de 2009, cuando el periodista escribe una columna en el diario El Mundo a propósito de un programa de televisión (Tengo una pregunta para usted) en el que una chica con síndrome de Down le preguntaba al presidente del Gobierno, entonces José Luis Rodríguez Zapatero, si no era una discriminación que no hubieran diputados con esta condición. A pesar de que la columna criticaba especialmente el supuesto paternalismo de Zapatero en su respuesta, Espada calificaba a las personas con síndrome de Down en dos ocasiones de enfermas y enfermas mentales. Algunos lectores se quejaron y le trataron de explicar que la discapacidad intelectual no es una enfermedad.

Dos días después retomaba el asunto, reproduciendo en un segundo artículo fragmentos de dos mensajes recibidos por parte de lectores y de la respuesta que les daba a ambos. Espada se reafirmaba en lo escrito, defendiendo que su columna era un “acto de consideración hacia los enfermos”, que consistía en no mentirles. Y acababa: “Equivocado o no yo aspiro a escribir con las palabras de todos; y no con las palabras propias (e intransferibles) de los economistas, los poetas, los políticos, los periodistas y… los afectados por el síndrome de Down. Así pues, para hablar de esa desgracia me basta con saber (y esta vez de acuerdo con el diccionario, que no siempre pasa) lo que es la salud y lo que es la enfermedad”. Días después Down España enviaba una carta formal de queja al periodista, en la que le pedía que ejerciera su libertad de expresión intentando no ofender a todo un colectivo.

El 9 mayo de 2013 el periodista volvía a la carga con un artículo en el cual criticaba el posicionamiento de la diputada del PP Beatriz Escudero, que se había manifestado en contra del aborto también para aquellos casos en los que se detecte una malformación del feto. Pero Espada no se limitaba a criticar este punto de vista y mostrar su apoyo a la legislación vigente, sino que iba más allá y escribía que dejar nacer a un “niño enfermo” era un crimen contra la humanidad, que es como titulaba el artículo. “Si alguien deja nacer a alguien enfermo, pudiéndolo haber evitado, ese alguien deberá someterse a la posibilidad, no solo de que el enfermo le denuncie por su crimen, sino de que sea la propia sociedad, que habrá de sufragar los costes de los tratamientos, la que lo haga”. Y lo remataba escribiendo que aquellos que se oponen a la posibilidad de diseñar hijos inteligentes, sanos y mejores “tratan impunemente de imponernos su particular diseño eugenésico: hijos tontos, enfermos y peores”.

Nuevamente Down España respondió con un comunicado en el que le recordaba que solamente en España viven 3,8 millones de personas con alguna discapacidad y que sus derechos están plenamente recogidos en la Convención Internacional de las Personas con Discapacidad. Este era el texto que Mejide proyectó en la pantalla poco antes de echarle del programa.

El tercer sostenella y no enmendalla de Arcadi Espada llegó con la columna que publicó en El Mundo el 8 de noviembre de 2018, que fue la que empezó a levantar suficiente polvareda en las redes como para atraer la atención del equipo de Chester. El artículo atacaba a Vox a partir de algunos aspectos de su programa electoral que habían llamado la atención del periodista, uno de los cuales era una referencia a las personas con síndrome de Down. Según el partido de extrema derecha, estas personas estarían siendo objeto de persecución e intento de exterminio. Para dar respuesta a este punto del programa de Vox Espada escribía: “O las víctimas del Síndrome de Down, que no considera víctimas de una enfermedad sino personas con una particular manera de ser y sobre las que proyecta una de las mentiras más innobles que habré leído en un programa político: “Y amparándoles [a esos enfermos] ante la persecución que sufren por parte de quienes se han propuesto exterminarles”.

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