Ahora nos vienen a hablar de feminismo liberal y … a ver … no. Ahora es la hora de la economía feminista, de la subversión feminista de la economía, como dice Amaia Pérez Orozco.
Es la hora de las calles llenas de alegría y reivindicación de la huelga que plantea el movimiento internacional de mujeres con numerosas movilizaciones para la transformación social, que permitirá seguir protegiendo los derechos conseguidos, y el logro de nuevos cambios imprescindibles para llegar a la igualdad en cualquier sociedad democrática.
Hay que salir a las calles contra la extrema derecha como hemos hecho durante los últimos meses, sí, pero sería un error plantear esta huelga feminista del 8M en términos defensivos, centrándola en proteger conquistas como la legislación contra las violencias machistas y el derecho a el aborto. Aunque la minoría reaccionaria haga mucho ruido, el feminismo es cada vez más hegemónico, como lo muestran las masivas movilizaciones del último año y los estudios demoscópicos: un 58 por ciento de las mujeres y un 46 por ciento de los hombres se consideran feministas, según una encuesta reciente.
No es tiempo de replegarse sino de avanzar y profundizar la agenda feminista, poniendo en el centro de la discusión temas como la igualdad en el mundo del trabajo y el reparto igualitario de los cuidados. El próximo 8M es una oportunidad única para avanzar hacia una verdadera economía feminista.
La brecha salarial – las mujeres ganamos un 22 por ciento menos que los hombres en promedio – ha sido el centro del debate público en los últimos meses, pero hay que ir al fondo de la cuestión: para superar la diferencia salarial entre mujeres y hombres, debemos avanzar hacia un reparto más equilibrado del trabajo de cuidados entre hombres, mujeres, empresas privadas y administraciones públicas. La brecha salarial no es sólo consecuencia de la discriminación directa (pagar menos a una mujer que a un hombre por el mismo trabajo), sino también del hecho de que el grueso del trabajo de cuidados sigue recayendo sobre los hombros de las mujeres – y es que los hombres todavía dedican dos horas menos al día a estas tareas que nosotros!
En el Ayuntamiento de Barcelona hemos impulsado numerosas políticas feministas para mejorar la situación económica y laboral de las mujeres y promover un reparto más equitativo de las tareas de cuidados. En los últimos cuatro años, 55.600 mujeres han mejorado sus condiciones laborales en la ciudad gracias a los programas municipales de asesoramiento, formación y contratación: 1860 mujeres han accedido, por ejemplo, a planes de empleo, mientras que los dispositivos de inserción sociolaboral del proyecto “Trabajo en los Barrios” en 2018 han atendido 1.005 mujeres.
Además, hemos creado Puntos de Defensa de los Derechos Laborales en tres distritos, donde más del 60 por ciento de los asesoramientos han sido a mujeres que trabajan mayoritariamente en los sectores del turismo y los cuidados. Por otra parte, el Ayuntamiento ha incluido cláusulas de igualdad de género a 135 contratos adjudicados, obligando las empresas contratistas crear planes de igualdad, revertir la brecha salarial y actuar contra el acoso sexual.
Como sabemos que las desigualdades económicas y laborales también están relacionadas con un reparto injusto del trabajo de cuidados, desde 2015 hemos abierto 6 nuevas guarderías en Barcelona y hemos incrementado el presupuesto del servicio de atención domiciliaria y de teleasistencia, cuyo 70 por ciento de usuarias son mujeres, y del programa Respir, que proporciona días de descanso a las cuidadoras informales. Además, hemos impulsado el Centro Municipal Barcelona Cuida que proporcionará información sobre los servicios existentes y ofrecerá formación y asesoramiento jurídico para cuidadores profesionales, las cuales son en su mayoría mujeres migrantes con una situación laboral muy precaria.
Las políticas municipales son importantes, pero hay que de otras administraciones y actores hagan su parte para avanzar hacia una economía feminista. Para que la maternidad o el cuidado de familiares dependientes no siga siendo un obstáculo para la igualdad de género en el trabajo productivo remunerado, es necesario que los hombres asumen su parte y que la Generalitat y el Estado establecen de una vez un sistema público y universal de atención a las personas dependientes, empezando por revertir los recortes de los últimos años. También hay que derogar las reformas laborales del PSOE (2010) y el PP (2012), que han precarizado el mercado de trabajo y han golpeado con especial dureza las mujeres.
Este 8M las mujeres podemos parar todo. Con la huelga de cuidados, podemos demostrar que sin nuestro trabajo invisible y gratuito, las crecientes necesidades de atención a las personas dependientes no se cubrirían. Con la huelga de consumo y laboral, podremos denunciar el enriquecimiento de una parte del empresariado en imponernos condiciones de trabajo aún más precarias que las de los hombres y exigir políticas que combatan la precarización. Este 8M, las mujeres podemos parar todo para impulsar una economía feminista que ponga las vidas de la gente común por encima de los beneficios de unos pocos.