A pocos días de la huelga del 8 de marzo, que se perfila aún más mayoritaria que la última, me pregunto si a pesar de la sobrevisibilización feminista de este último año y el amplio debate político y social que se ha generado en torno a la constante vulneración de los derechos de las mujeres, existe una clara conciencia de las verdaderas razones para adherirse a esta movilización, y en definitiva para adherirse a la lucha feminista hacia una sociedad más justa y equitativa.
Y es que no deja de sorprenderme (y preocuparme) que aún a día de hoy, haya personas que se pregunten si realmente es para tanto, si no exageramos con eso de salir a la calle para querer ser igual que los hombres, o si no deberíamos quejarnos tanto, precisamente ahora que las mujeres somos más libres que nunca y podemos ser y hacer lo que queramos. Pues bien, a todas las personas que aún tengan dudas, o que crean que la equidad ya es una realidad efectiva, daré sólo 3 razones de las muchas que existen, para no dejar de salir a la calle.
Igual trabajo, 23% menos de salario
Si bien es cierto que las mujeres nos hemos incorporado masivamente al mercado de trabajo en las últimas décadas, y eso nos puede parecer un gran avance hacia la igualdad, la verdad es que esta entrada en el mundo laboral y productivo no ha supuesto hacerlo lo en igualdad de condiciones. La relación de las mujeres con el mercado de trabajo y tejido empresarial es claramente desigual. Así pues, mientras nuestra contribución al trabajo mundial es del 52%, la realidad es que por trabajos similares o idénticas ganamos actualmente un 23% menos que los hombres.
Y el salario no es la única discriminación a nivel laboral, también lo son las condiciones en las que estamos: mayor precariedad, mayoritariamente contratación parcial y temporal; techo de cristal y pérdida de talento femenino (el 70% de empresas catalanas no tienen ninguna mujer en sus órganos de dirección) o reparto desigual en las tareas del hogar y de cuidados que hacen que las mujeres dediquen el doble de tiempo que los hombres y, por tanto, tengan mayores dificultades de conciliación con la vida personal y familiar.
Y es que al hablar de igualdad, sólo vemos que las mujeres hemos entrado en el mercado laboral, pero no vemos que los hombres, de forma mayoritaria, hayan entrado en casa, porque quien continúa asumiendo mayoritariamente las responsabilidades de cuidado y del hogar son las mujeres,
98 asesinatos en España por crímenes machistas en 2018
(De estos sólo reconocidos oficialmente 47 asesinatos) fruto de un machismo aún demasiado presente en las relaciones sociales y de un sistema patriarcal que sigue dominando y generando desigualdades en cualquier ámbito de nuestras vidas (social, cultural, político, judicial, etc …). Sabemos que 1 de cada 3 mujeres sufrirá a lo largo de su vida algún tipo de violencia machista, sólo por el hecho de ser mujer.
Creciente feminización de la pobreza
Ser mujer supone también un mayor riesgo de pobreza. Pero la feminización y la cronificación de la pobreza son especialmente duras para las famílias monoparentales (encabezadas en más de un 80% por mujeres). La precarización en el mercado de trabajo aumenta, así como las dificultades de acceso a una vivienda digna, dificultades de conciliación…En este colectivo, el riesgo de pobreza supera ya el 35%, una pobrea que traspasa de madres a hijos e hijas, por la falta normalizada de acceso a estudios superiores entre otras razones, y condicionando el futuro de los mismos.
Desde la Fundación SURT, trabajamos a diario desde hace 25 años, para combatir estas y muchas otras desigualdades. Y lo hacemos acompañando a las mujeres, especialmente las que se encuentran en situaciones más vulnerables. Trabajando en sus procesos de empoderamiento personal y económico; formando y sensibilizando a la ciudadanía y a profesionales, e incidiendo políticamente y socialmente para conseguir el ejercicio efectivo de los derechos de las mujeres.
Este 8 de marzo, al igual que los otros días que vendrán después, será necesario no dudar de las razones para continuar saliendo a la calle, alzar la voz y seguir forzando la agenda política y mediática para que la igualdad de género sea finalmente una igualdad real y efectiva.