“La memoria es selectiva, lo demás se llama olvido”, repite Tania Pleitez desde una silla donde dirige el taller titulado ‘Cuerpo-texto: historias y lenguajes encarnados’. La frase explica el ejercicio mental de los seres humanos que atraviesan experiencias en las que el propio cuerpo es el soporte de los relatos.

Quienes han recorrido el camino de la migración, exiliados o refugiados, guardan relatos incómodos que son contados en un contexto donde la narración es la protagonista. Por eso la memoria es importante, porque es la fuente para compartir las vivencias, como lo hace un grupo de latinoamericanos que se reúnen semanalmente en el espacio “En Palabras”, un proyecto que busca transformar sus historias en textos literarios a través de la investigación y la escritura creativa, guiados por docentes de gran trayectoria.

El ambiente de la reunión es muy íntimo y sensibilizador. Así como surgen risas, pueden surgir lágrimas, pero también vacíos emocionales al contarse alternadamente experiencias sobre discriminación, violencia psicológica y física, identidades aún no resueltas, entre otros fenómenos que no han sido olvidados por los miembros del grupo… Se preguntan ¿es posible olvidar?

La respuesta puede estar en el camino irreverente de personajes latinoamericanos que atravesaron experiencias similares a las suyas. La imagen de Victoria Santa Cruz, de repente, aparece proyectada en la pared, y en seguida su cántico poemario deja a más de uno con las ganas de aplaudir. “Me gritaron negra”, cuenta esta artista peruana en una performance grabada en 1978, quien por medio de sus obras revalorizaba la raza afroamericana, pese a las contrariedades que sufrió desde su niñez al ser tratada como alguien “diferente”.

La memoria le impidió que aquel período de su infancia haya sido olvidado, y fuera más bien revalorizado años más tarde:

“(…) Al fin comprendí AL FIN
Ya no retrocedo AL FIN
Y avanzo segura AL FIN (…)

A través del video se demuestra cómo el cuerpo motivaba un relato que luego la memoria lo convirtió en una denuncia magistral que ha trascendido el tiempo y el espacio geográfico.

Ejemplos como el de Santa Cruz se repiten a diario en diferentes matices y escenarios, desde situaciones muy cercanas desarrolladas en los propios círculos sociales, hasta aspectos supra estatales como las políticas migratorias que no amparan correctamente a quienes huyen de una crisis. María Ríos así lo sostiene. Ella es coordinadora del proyecto junto a su compañero Diego Salazar (ambos colombianos), y explica que `En Palabras ́ surgió “como respuesta al problema en España sobre las resoluciones a peticiones de protección internacional solicitadas por latinoamericanos”.

Como ningún país de Latinoamérica ha sido declarado en conflicto por la Organización de Naciones Unidas (ONU), hay inmigrantes de la región “que no obtienen una atención personalizada del Estado, o un estudio profundo de cada caso donde las instituciones puedan considerar la crisis y la vulneración de los derechos humanos que han provocado su desplazamiento”, declara uno de los asistentes al taller, quien prefiere no divulgar su nombre. Él es salvadoreño y mantiene una solicitud de asilo político sin resolución. Sus compañeros en el salón son venezolanos, hondureños, mexicanos, chilenos, uruguayos, colombianos.

En algunos de estos países, la situación es de riesgo para sus habitantes, como en Honduras, donde hay pandillas que extorsionan, trafican, asesinan. Otros territorios no dan las garantías básicas de bienestar, como es el caso de Venezuela. “Siempre hay un motivo que nos obliga a salir, pero si la situación cambiara para bien, regresaríamos”, agrega el participante, quien se ha convertido en las últimas semanas en autor de composiciones literarias. Una de ellas se titula `Paradojas del destino´:

No me mires como si no fuera nadie

No me mires como el otro

Mírame como un regalo

Mírame como una información de muchas cosas fantásticas

Y de lugares hermosos que tú desconoces

Explótame de esa forma

Enriquece tus conocimientos

Enriquece tú los míos

Hablemos de cultura

Hablemos de costumbres, tradiciones y comida

Hablemos de diferentes formas de vida.

¿Sabes? Yo también siento el frío, también el calor

Siento el hambre, también la sed.

Siento tristeza, también soledad.

Que España acoge eficazmente a inmigrantes que huyen del peligro, es cuestionado por el grupo, a tal punto de sostener que la mayoría de los gobiernos son parte de un sistema que discrimina a quienes no cumplen con las características extremas de violencia… “un molde que es producto de la deshumanización”, comentaban al unísono a mitad del evento.

Es momento del receso, un instante para intercambiar abrazos, saludos. También para profundizar alguna que otra declaración mencionada en la primera parte del taller.

Al retorno, Tanya, quien dirige el encuentro, propone la lectura de “Carretera sin buey”, un cuento de la escritora Claudia Hernández que hace alegoría a la violencia en territorio salvadoreño. Su personaje principal es víctima de un abuso por quienes están en ventaja sobre el primero, a quien imponen, incluso, una mutilación para asemejarse a un animal.

Literariamente el texto es más severo de lo que se pueda interpretar: “De haber sabido que se trata de un ser humano, no habríamos detenido el automóvil. Ni siquiera habríamos disminuido la velocidad. Pero nos engañaron nuestros ojos, que vieron una silueta animal a la orilla del camino que, de lejos, parecía un buey algo flaco, pero hermoso, que miraba la eternidad sin compañía desde una curva de la carretera…”

-¿Por qué la autora escogió un buey como alegoría para su cuento? pregunta Tanya a su público.

En Latinoamérica, un buey es utilizado especialmente como un animal de carga, lento y pasible, al que el humano controla para sus actividades de faena agrícola. Ello lo hace comparable a las sociedades dominadas por el poder político, económico, territorial, concordaron en el análisis. La realidad del mundo se podría comparar con este cuento, pero también con otros y de diferentes géneros como la poesía, muy pronunciada en el escenario de “En Palabras”. Los simbolismos abundan y no pasan desapercibidos en el análisis. Más bien, son puestos en práctica por los participantes que comparten más que experiencias, también el cariño a las letras.

Una vez finalizado el cronograma de talleres, consignado para junio, el colectivo prevé realizar una puesta en escena a partir de un guión que reunirá las obras trabajadas por sus integrantes. Pero antes, habrá eventos públicos en torno al fenómeno migratorio latinoamericano actual.

Algunos recién experimentan la literatura, pero dan lo mejor de sí para dejar huellas en esta iniciativa que lleva menos de un año, y que busca trascender como organización de escritores alrededor del tema del exilio.

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