El independentismo anda algo desorientado. Mientras los abogados acatan las fórmulas de respeto al Estado y piden una y otra vez la venia de la Excelentíssima Sala, Torra tensa al límite la cuerda de la Junta Electoral. El Procés se ve obligado a gestionar escenarios cada vez más dispares. Sin ir más lejos, el de la Sala del Supremo en Madrid y el los edificios públicos de la Generalitat donde cuelgan símbolos que no son los de todos. Por un lado estan los ejercicios florentinos para defender a los procesados, y por otro la persistente bronca simbólica para exhibir arrestos. No es fácil hacer compatible tanta contradicción. Ni explicarla.
La parroquia lo asume como una treta. Piensa (con razón) que las acusaciones son tan disparatadas que bien merecen el paripé de las togas. Acepta que el pulso no se pueda mantener en Las Salesas, porqué Marchena le ha cogido el gusto a matar el partido, pero cree que siempre quedaran las calles y las plazas de media Catalunya para protestar. Y las redes sociales para desahogarse. Comprendo esta manera de actuar, pero no la explicación que la acompaña. Aunque no lo quiera reconocer, el independentismo está en modo repliegue sin estrategia donde encajar lo que hace y lo que dice. De hecho, las explicaciones que dan sus líderes siempre son a balón pasado.
Si Torra no retira los lazos, fantástico. Y si los quita es porque el Defensor del Pueblo se lo sugiere, no porque la Fiscalía le amenace. Llegados a este punto, todo tiene dos lecturas, como diría aquél. Cuando decenas de miles de manifestantes ocupan el centro de Madrid, nadie se pregunta dónde queda la equiparación con Turquía. Cada vez que un letrado pide la venia nadie se interroga de lo que tiene este juicio de entierro de aquella utopía disponible que ha presidido el Procés.
El presidente Torra encarna mejor que nadie esta contradicción. No es un político. Ha sido toda su vida un agitador cultural. Ahora le toca descubrir que desobedecer siendo presidente de una institución que es parte del Estado y que gestiona más de 16.000M de euros no es fácil. Ni de hacer ni de explicar. Sobretodo cuando se acercan elecciones y habrá que dar cuentas. No sólo repartir estopa.