La madrugada del sábado arrollaron mortalmente a Pujan, un joven que trataba de ganarse la vida trabajando como rider. Los accidentes son constantes, la semana que entraba otro rider sería atropellado frente al Heron City. Estos accidentes laborales, perdonad la redundancia pero hay que insistir hasta hacerlo evidente, son una tragedia para las trabajadoras que los sufren y van desde la muerte, la incapacitación permanente o temporal. Y ello sin prácticamente ninguna contraprestación, dado que como mucho las trabajadoras están cotizando la cuota mínima de autónomos (50 € de los 600-700 que ganan en un buen mes).

Por lo tanto, después de un accidente laboral o de una lesión laboral, las riders pueden acabar en la miseria, sufriendo consecuencias graves como los desahucios. Estas empresas que parecen hipermodernas como Glovo, etc, practican el trabajo a destajo como se hacía en la época de Dickens.

Por mucho que millonarios, como Oscar Pierre, fundador de Glovo, lo nieguen, las riders no son autónomas, no fijan tarifa, ni tienen muchos clientes, son trabajadoras por cuenta de terceros, es decir, empresas como Glovo, Deliveroo, Uber Eats. Por lo tanto deberían ser estas empresas las que pagaran la Seguridad Social, que podría cubrir a las trabajadoras accidentadas.

Sin embargo, hay dos aspectos centrales tras los accidentes laborales, la gamificación del trabajo y el rating. La gamificación es la técnica de aplicar la dinámica de los juegos (competición y recompensa) y el rating es aquello a lo que ya estamos tan acostumbradas de valorar los servicios, las publicaciones con el famoso me gusta no me gusta del facebook.

Glovo y las otras plataformas tienen dos aplicaciones, una con la que la clientela hace los pedidos y otra con la que se asigna el trabajo a las trabajadoras, regula los horarios y muchas otras cosas más.

Mecanismo diabólico

La aplicación que utiliza la clientela permite calificar el servicio y, por tanto, asigna una puntuación a las riders. Así, normalmente, cuanto más corto es el período de entrega mejor se suele valorar el trabajo hecho. También se valora el estado de llegada del pedido, sobre todo si se trata de comida o productos que se pueden dañar.

Por otra parte, la gamificación trabaja en función de cuántos pedidos se hacen por hora, de las distancias que cubren las riders y los desniveles que se suben. Cada pedido termina funcionando como un reto que permite a las riders subir de nivel. Además, genera que las compañeras y compañeros de trabajo tengan que competir en una subasta a la baja sin fin. Si hay pocas riders y muchos pedidos, los más desfavorables quedarían sin cubrir. Este caso se da porque Glovo, Deliveroo… lo que hacen es enrolar al máximo número de trabajadoras, que no cobran si no hacen pedidos, por lo que si se tiene que ir del Paralelo, barrio con oferta gastronómica potente, a Pedralbes, barrio con alto poder adquisitivo, la subida es fuerte y la distancia larga.

Si una rider ciclista (la mayoría) tiene que coger este pedido, sabe que no hará ninguno más en una hora. Como resultado su sueldo bruto por hora será de unos 4 €, en cambio si pudiera hacer pedidos con un recorrido más corto, podría llegar a los 7-8 € brutos a la hora. Si la rider decide no hacer este pedido antieconómico, no gana puntos en la aplicación y por tanto no le entran pedidos y aún gana menos dinero. Lo mismo ocurre con los tiempos de espera que muchos restaurantes son grandes.

El resultado del rating y la gamificación es una presión enorme sobre los riders, por querer llegar lo más rápido posible. Ir deprisa no es una decisión individual sino que los dueños de Glovoy otros han establecido unas reglas que obligan a correr. Los accidentes son producto de esta organización laboral pensada para exprimir a las trabajadoras y llenar los bolsillos de los dueños, sin tener en cuenta ninguna medida de seguridad. Estas empresas han generado todo un entramado para conseguir tener el máximo número de trabajadoras disponibles sin pagar nada.

Las soluciones para estos accidentes, como siempre, las trabajadoras las tienen muy claras. La primera puso un sueldo por hora como se hacía cuando se empezaron a implantar estas plataformas. De hecho la huelga del verano de 2017 protagonizada por las trabajadoras de Deliveroo tenía como uno de los objetivos mantener el pago por hora.

La segunda dotar de EPIs, Equipos de Protección Individuales, a todas las trabajadoras y que la empresa asumiera el mantenimiento de los vehículos.

La tercera que sería paliativa, pero evitaría la miseria en caso de accidente. Sería pasar estas trabajadoras al régimen general de la Seguridad Social, por lo que la baja fuera pagada y las incapacidades, de producirse, otorgaran una pensión.

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Òscar Simón és professor interí i membre de la IAC.(USTEC-STES)

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