La Manada cometió violación. El Tribunal Supremo con el código legal actual, sin reformas, ha probado que lo que sucedió en el verano de 2016 en Pamplona nunca fue un abuso sexual, como así se pronunció el tribunal navarro. Por lo tanto, ¿de qué depende que sea abuso sexual o violación? Parece que todo depende de la mirada con la que se ven los segundos de filmación que hicieron los cinco chicos de Sevilla y también de la mirada del código penal.
La víctima, ¡claro que respondió a la Manada!. La fiscal del Tribunal Supremo, una mujer que hace años tuvo que defender de oficio a unos violadores, determinó que su profesión sería desde ese momento la de fiscal. Y, como fiscal, ha sabido demostrar que efectivamente que el sometimiento de la víctima no responde a un Sí, sino a un reconocimiento implícito de su inferioridad ante cinco hombres que no quieren disfrutar del sexo, sino disfrutar de su masculinidad, que es muy diferente. Los violadores, lo dicen los estudiosos, no buscan placer, buscan reforzar su masculinidad que creen dañada, buscan el poder, buscan dominar. Nada más. Y eso hizo La Manada.
Sin duda, para crear la figura masculina no ayuda nada el gran consumo de sexo barato y pornográfico que ofrecen cada vez más webs que están al alcance de los niños y las niñas. El resultado de ver horas de porno fácil, es que crea la percepción de que la mujer es un cuerpo al servicio del hombre y por tanto, lo puede tomar siempre que quiera, sin pedir permiso, sin articular palabra. Este mensaje no es el único, pero sí el más persistente entre una juventud poco preparada en el ámbito sexual y por lo tanto, fácilmente maleable. De hecho, muchas niñas de 13 años acuden a los servicios sociales sin saber que su novio la está violando, y por tanto, que está cometiendo un delito de violencia de género.


