Algún día, la escena será recreada en una película. Y nuestros hijos e hijas llorarán y se preguntarán cómo fue posible, cómo lo permitimos; como ya lo hicimos nosotros viendo La lista de Schindler o La lengua de las mariposas.
La joven capitana descendiendo por la escalerilla, el policía que la agarra del brazo, las decenas de guardias, hombres, custodiando la rampilla en el pantalán, cruzándose miradas entre ellos ante los gritos de los que fueron a insultarla –»¡Espero que te violen cuatro negros!», «¡Ponedle las esposas!», «¿Te gustan las pollas negras?», «¡Primero los italianos! ¡Primero los italianos!»–. El fotógrafo del cuerpo policial registrando el momento, corriendo para tomar una nueva instantánea, como si fuese una escena de acción. Ella avanzando en silencio con paso sólido y el gesto serio hacia el coche patrulla; entonces ese instante en el que todo se suspende mientras espera a que abran la puerta.
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