Existen en Palestina escenarios desconocidos. En el territorio ocupado también vibra la música y el baile. Es el escenario de pequeños actos de resistencia alegre. Jóvenes que a pesar de vivir en una de las regiones más difíciles del planeta bailan, producen música, pinchan, sonríen. Muqata’a es uno de ellos. Considerado el primer artista en llevar el hip hop a su ciudad natal, Ramallah, sus producciones y sus sets van mucho más allá de los esquemas clásicos del género, incorporando grabaciones de campo, samples de músicas tradicionales y ritmos dislocados. Desconocido hasta ahora en el mundo occidental, Muqata’a es toda una institución en Palestina.

Primer artista palestino que participa en el festival Sónar. ¿Qué significa para Palestina?

Es una muestra de que la escena electrónica en Palestina está creciendo y con mucho empuje. Nuestra cultura está siendo atacada constantemente, que un festival como el Sónar te sitúe en el mapa ya es un gran triunfo.

Internet les ha permitido seguir conectados con el mundo. ¿Qué importancia ha tenido para la escena palestina en general?

Nos ha permitido comunicarnos entre nosotros, también hemos podido conectar con otros artistas de ciudades como Haifa y Belén, lo que nos ha llevado eventualmente a empezar a trabajar juntos. A través de Internet ha sido posible conectarnos con una escena más amplia que comprende artistas de lugares como El Cairo, Beirut o Damasco. En los tiempos del toque de queda que impuso el ejército israelí, internet fue el único medio de comunicación disponible.

También ha sido el único lugar para compartir vuestra música?

Si, no disponemos de sellos discográficos, y las salas y los clubes se cerraron, por lo que ni siquiera hemos podido tocar en directo. Ha permitido que nuestra música se pudiera escuchar a otras partes del mundo.

“Muqata’a” significa interrumpir o boicotear. ¿Qué quiere reflejar su música?

Hago música tradicional árabe con sonidos actuales. Recupero el legado de nuestra cultura silenciada. Cuando nuestro patrimonio está siendo atacado por el Estado de Israel, tenemos que encontrar maneras para recordarlo. La colección de vinilos y cassettes de mis abuelos a Jaffa y Safed, por ejemplo, se perdieron cuando las casas fueron confiscadas. Para recuperar estos vinilos tengo que ir al extranjero: Reino Unido, Francia o Grecia. En Ramallah es muy complicado encontrarlos en tiendas de segunda mano.

¿Cómo lo hace para huir de los estereotipos?

Hago hip hop instrumental influenciado por drum & bass, trip hop, jungle, punk, música tradicional árabe, y otras cosas que he descubierto gracias a mi gente. Todos estos géneros influyen en mi música de alguna manera. El hip-hop, sin embargo, es la base de mi sonido.

Ha sampleado los sonidos de Ramala, los puntos de control y las protestas. ¿Existe un sonido característico de Palestina?

Es difícil definirlo como un sonido, pero diría que es mucho más agresivo que en otros lugares: se trata de luchar; es la respuesta al sonido de los puntos de control y de los helicópteros militares y todas estas cosas que estamos acostumbrados a escuchar diariamente. Sampleo los sonidos que están a mi alrededor. La música me permite formar parte de la respuesta a una realidad que se nos impone, así que utilizo estos sonidos para responder. No sólo hay un sonido, hay cosas que pasan a través de la música electrónica de baile y el hip hop.

La escena electrónica palestina florece en su creatividad a pesar de las restricciones impuestas por el gobierno israelí.

Realmente no tenemos una cultura de club, las fiestas, principalmente, son en cafeterías o en restaurantes o bares. No tenemos clubes reales, por lo que parece más pequeños eventos. En Palestina la música electrónica y la cultura de baile es un acto político. Contribuyen a situar Palestina en el mapa. Los DJ, los productores y los raperos que se unen son potentes y cada vez hay más artistas participantes.

Aunque los movimientos son restringidos y hay un toque de queda a media noche, es difícil renunciar a la diversión en Ramala.

A medianoche los policías llegan a nuestras fiestas y nos hacen cerrar. Sólo dicen: “Estás molestando a los vecinos” o “la música estar demasiado fuerte”. No sucede en grandes eventos, tales como grandes fiestas para la gente rica de élite, se les permite continuar. Las bodas suelen terminar a las 4 o las 5 de la madrugada y son mucho más ruidosas que nuestras fiestas.

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Castellterçol, 1974. Periodista cultural. Ha treballat a Catalunya Ràdio, COPE Catalunya, COMRàdio i BTV. Actualment, treballa a La Xarxa, escriu a Teatre Barcelona, Efectes Secundaris i Catalunya Plural

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