Cuba pasó de ser un referente en el cine latinoamericano y mundial después de la revolución a empequeñecerse durante el llamado Periodo Especial, en los años noventa. De esa época aun no ha acabado de salir, y si lo hace es gracias a un nuevo circuito de producción independiente que tiene en la avispada figura de Claudia Calviño un pilón. Sí, porque en un circuito monopolizado por el Estado es posible realizar películas que no dependan de él a partir de financiaciones internacionales.
Así se hizo en 2011 Juan de los muertos, de Alejandro Brugués, y así se han efectuado otros filmes de Carlos Lechuga aunque algunos de ellos estén censurados en el país. Calviño también participó en la producción de Yuli, de Icíar Bollaín, y sigue preparando proyectos de ficción y documental que presenta en los programas Cine En Construcción y En Desarrollo de los festivales Cinélatino de Toulouse y de San Sebastián. Repaso con la propia interesada sobre la creación cinematográfica en la isla caribeña y las fuerzas centrífugas de dentro y de fuera que la costriñen.


