A falta de un cambio de guión inesperado que cotiza en negativo en las casas de apuestas, no habrá acuerdo de gobierno en España y volveremos a ir a elecciones el día 10 de noviembre. Mala noticia para España, y potencialmente peor noticia para Catalunya. Serían las cuartas elecciones en cinco años. Una ciudadanía cada vez más deprimida, el votante de izquierda más desmovilizado, una extrema derecha en auge y el conflicto entre Catalunya y España absolutamente enquistado. Todo ello, a las puertas de una recesión económica. En este contexto fatal, la inmensa mayoría de los votantes de PSOE y Unidas Podemos ve con incomprensión como se juega con su voto como si se tratara de un ticket de feria intercambiable.

Ivan Redondo, el asesor privado

Una de las novedades en esta partida de ajedrez es Iván Redondo, asesor estrella de Pedro Sánchez. Con él, parece que la política dé un paso al lado al servicio de la técnica política de mercado. Probablemente sea la figura no electa que goza de más poder de influencia en la política española (siempre, claro, con el beneplácito de las grandes fortunas y su capacidad para influir sobre la agenda legislativa).

La asesoría política del spin doctor de Sánchez, que previamente había trabajado con las campañas del Partido Popular (la famosa aquella de “limpiemos Badalona” bajo las órdenes de Xavier García-Albiol) ha disparado sus beneficios desde 2018, cuando entró en la Moncloa. Iván Redondo, como todo otro asesor político privado, vela por su cliente y analizando el panorama, lo que debe considerar más adecuado para su cliente es ir a elecciones. Explicamos el por qué.

La última propuesta

Ante la inflexible posición de Pedro Sánchez, que rechaza cualquier oferta que no tenga que ver con un gobierno en minoría con el apoyo externo de Podemos, Iglesias ofrecía una última posibilidad: un gobierno de coalición que asegurara la aprobación de los presupuestos. Si a la mitad de la legislatura (2 años), Pedro Sánchez no estaba satisfecho con el comportamiento y acciones de su socio de gobierno, Unidas Podemos saldría del gobierno pero se comprometería a seguir dando su apoyo desde fuera. Es decir, una opción intermedia entre lo que querían unos y otros.

Esta opción se vio con buenos ojos por algunos de los barones del PSOE: Ximo Puig, quien gobierna la comunidad valenciana conjuntamente con Compromís; Emiliano García Page, que gobernó Castilla La-Mancha también con Podemos; y, también, Miquel Iceta, consciente de que sus votantes quieren, incluso más que los y las votantes socialistas del Estado, que haya un acuerdo de izquierdas que otorgue a Catalunya una cierta serenidad. Así pues, sólo hay dos preguntas: ¿qué es lo que quiere Pedro Sánchez y qué es lo que quiere Pablo Iglesias?.

El objetivos de Redondo-Sánchez pasan por:

1) No depender de ERC ni de Junts per Catalunya: En la política estatal, por los partidos de derechas y extrema derecha C’s-PP-VOX, la política catalana es un incentivo para hacer política. La Catalunya independentista es el enemigo que justifica su existencia. Para el PSOE, sin embargo, y en menor medida también para Unidas Podemos, los partidos independentistas molestan. Si el PSOE pretende ensanchar la base con ex votantes del PP y Ciudadanos, estos cerrarán las puertas si existe un apretón de manos con Gabriel Rufián.

2) Buscar la abstención del PP y de Ciudadanos: No es una hipótesis imposible, teniendo en cuenta que Pedro Sánchez lo ha reclamado a Casado y Rivera en sede parlamentaria varias veces. Por mucho que aún resuene el cántico de los militantes socialistas “con Rivera no”, para Sánchez es preferible la abstención de la derecha que unir fuerzas con la izquierda. Así, el presidente en funciones, ante otro posible escenario de bloqueo institucional, cree que podría exisitir la posibilidad de que Casado y/o Rivera se abstuvieran para facilitarle la investidura, tal y como hizo el PSOE con Mariano Rajoy en el año 2016.

3) Romper C ‘s y escorar a Unidas Podemos: Este tercer objetivo, que es a la vez el objetivo principal de los intereses del establishment, pasaría por seguir poniendo presión a C’s para que rompa con el liderazgo liberal-conservador de Rivera. C ‘s ha sufrido este verano una serie de fugas del sector más socialdemócrata del partido con el que Ciutadans decía identificarse en un principio. Para que Sánchez se convierta en el Macron español, tiene que pasar por identificar a Unidas Podemos como extremismo y constituir un bloque de “centro” formado por C ‘s y PSOE, representando los primeros el eje liberal y los segundos el socialdemócrata.

Los objetivos de Pedro Sánchez parecen claros. No tanto así los de Pablo Iglesias. Las preguntas se acumulan alrededor de su gestión al frente de Unidas Podemos durante las negociaciones. Seguramente Iglesias haya considerado que en las últimas elecciones Unidas Podemos tocó fondo, por lo que no tenga especial miedo a una contienda electoral más.

También puede considerar que en el transcurso de las negociaciones su imagen ha ganado credibilidad, mientras que Pedro Sánchez la ha perdido. Es cierto que si analizamos los diferentes movimientos, Iglesias ha estado por delante. Así, cuando Sánchez afirmó que Iglesias era el “principal escollo” para llegar a un acuerdo, Iglesias hizo lo que nadie se imaginaba que hiciera (porque se acepta generalmente que está en conflicto constante con su ego) y decidió dar un paso atrás. O el hecho de que Iglesias haya pasado el verano pidiendo sentarse a negociar y Sánchez haya hecho como quien oye llover.

Pero estos hechos dicen más de Sánchez que de Iglesias. Seguramente lo que quiere Iglesias es no sentirse menospreciado por la aplanadora político-mediática que tiene a su alrededor, que espera a que dé un paso en falso que le cueste definitivamente la cabeza. La realidad es que Iglesias cada día está más solo dentro de su partido y ya se puede escuchar el tictac tictac del Errejonismoe que espera pacientemente su oportunidad.

El último gesto de Iglesias de pedir la intervención del Rey no sólo roza la contradicción en un partido republicano, sino que transpira la impotencia de quien sabe que lo podría haber hecho mejor. Así, la pregunta para Iglesias sería: ¿no tendría más sentido darle el apoyo a Sánchez, pasar a la oposición, y forzarlos a aplicar medidas de izquierdas como hicieron con el Salario Mínimo Interprofesional?

Quedan pocas horas, y todo apunta a que pronto volveremos a votar. Y es posible que dentro de poco más de dos meses Iglesias y Sánchez se vuelvan a encontrar, cara a cara, en una situación similar.

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Llicenciat en Ciències Polítiques (UPF), MSc en European Politics and Policies a la University of London, Birkbeck College i Doctor en Filosofia amb menció Cum Laude (UAB). Co-autor del llibre "Cartha on Making Heimat" (Ed. Park Books). Director del mitjà Catalunya Plural.

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