La sentencia del Tribunal Supremo pone fin a una etapa del Procés de independencia y lo hace de la peor manera posible. Penalizando unas actuaciones políticas, lo cual es un resultado muy grave en una democracia. Se quiera o no reconocer, la judicialización del Procés ha devaluado la calidad de la democracia española y las responsabilidades de que esto haya sucedido no vienen sólo de un único lado. La gestión del Procés por la vía unilateral lo hizo entrar en un terreno muy resbaladizo y alejado de los procedimientos seguidos en países en los que nos deberíamos haber reflejado. Cualquier proceso de secesión se enfrenta a muchos obstáculos y hay que pensarlo bien antes de adentrarse en el camino del conflicto. Sobre todo cuando se conoce bien cómo es el otro interlocutor.
Buena parte de la sentencia no tiene otra intención que la de descalificar el Procés poniendo de relieve sus debilidades intrínsecas y su inviabilidad para poder materializarse. También remarca la capacidad del Estado para no verse seriamente comprometido como tal por lo que sucedió. Si el Procés no tenía consistencia ni envergadura suficiente para poner en riesgo la integridad del Estado, la segunda pregunta a hacer es por qué se da a lo que sucedió los días 20-S y 1-O la trascendencia de un levantamiento tumultuario sedicioso. La sedición es un delito especialmente grave, que no se puede banalizar para aplicarlo extensivamente a cualquier tipo de desorden público. Si vamos por este camino limitaremos de manera peligrosa el derecho de reunión y de manifestación.
Esto hace chirriar la sentencia e invita a especular sobre qué parte de su argumentación obedece a la razón de derecho y qué parte a la razón de Estado. A fin de cuentas, ha sido un Tribunal penal el que ha dado respuesta en nombre del Estado porque la política nunca ha querido actuar. Y un Tribunal y más aún una sentencia penal no es obviamente el mejor camino para dar esta respuesta. Al contrario, el autismo político del Estado no ha hecho más que profundizar en la cronificación del problema.


