Más de 90 personas atendidas por el SEM y más de 200 por Sanitaris per la República, 33 detenidos, la extrema agresividad de los grupos de violentos y la respuesta desmedida de la policía han conmocionado a la población. Tanto aquellas personas que han sufrido la violencia en las puertas de su casa, como los millones que lo han vivido en directo a través de la televisión.

Barcelona había sufrido episodios de alta tensión en numerosas ocasiones, pero nunca con esta intensidad. Ni de una forma tan prolongada en el tiempo, con cinco noches de vandalismo. La virulencia de este fenómeno ha desconcertado a los partidos independentistas, que se ven impotentes para reconstruir su relato pacifista ante el impacto de imágenes de violencia que dan la vuelta al mundo. Las largas horas de silencio por parte del presidente de la Generalitat, Quim Torra, han recibido, en este sentido, un aluvión de críticas de los partidos de la oposición y también de amplios sectores del soberanismo.

El primer efecto de los episodios de violencia es que ha desplazado de las portadas la protesta contra la sentencia del Tribunal Supremo, que ha condenado a cien años de cárcel a los líderes del Procés. Del mismo modo, pone en Catalunya en el epicentro de la campaña electoral en España. No ya como un problema político de primer orden, sino como una cuestión de seguridad pública y de desgobierno institucional. Según todos los analistas demoscópicos, este puede ser un factor decisivo en el resultado electoral.

El independentismo está en la fase de “evaluación de daños ‘y aún es pronto para saber la magnitud de los efectos que tendrá en el Gobierno de coalición entre Junts per Catalunya y ERC. Sí se puede intuir, que esta semana se han roto muchos puentes entre las dos formaciones. No sólo por la desigual respuesta en frente a la violencia (más contundente, ERC: más ambigua, JXC), sino por diferencias insalvables de estrategia política.

El presidente Torra anunció por sorpresa en el Parlament su intención de reincidir en la vía unilateral, mientras ERC apuesta por el diálogo y para ampliar, sin la presión de los plazos, la base soberanista. Las elecciones del 10-N también se convertirán en un baremo para saber cuál de estas dos vías tiene más apoyo entre los independentistas.

En estos momentos es clave conocer la identidad de los violentos para acotar de forma adecuada el fenómeno. De momento, sólo hay versiones interesadas que intentan exculpar el independentismo o, todo lo contrario, incriminarlo, para romper la imagen de un movimiento cívico y pacifista.
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