‘Sagrado’, ‘alma’ o ‘espíritu’ son palabras que a menudo nos remiten a la religión. No todo el mundo, sin embargo, lo ve de la misma manera. «La espiritualidad no es algo preservado a los espacios de culto, como las iglesias, las mezquitas, los dojo u otros lugares religiosos, sino que es algo que brota en cualquier artista», dice Arnau Oliveres. Él es uno de los impulsores del Festival Diàlegs BCN que se celebrará el sábado en la capital catalana con la voluntad de devolver esta sacralidad a la cultura en su sentido más amplio.
Adalil es la asociación que encontramos detrás del Festival Diàlegs BCN. Este grupo, que nació en 2017, se dedica a organizar talleres, conferencias y sesiones de meditación y este año se atreve también con este encuentro que mezclará las músicas del mundo con un debate entorno a la cultura y la espiritualidad. «Desde Adalil entendemos que hay una relación fértil entre estas dos palabras, ya que la espiritualidad es el motor generador de la cultura, las ideas y la inspiración. Por ejemplo, cuando los músicos flamencos dicen ‘aquí hay duende’ o los sufíes en el Islam dicen que hay ‘baraka’, están hablando de esto», explica Oliveres.
La voluntad de los organizadores es que el festival sirva para reivindicar que el componente espiritual del arte pueda ser llamado como tal. «Entendemos que la espiritualidad no debe ser sólo patrimonio de los religiosos, pero parece que mucha gente permita que se apropien de estas palabras», dice Arnau. Por eso, quieren devolver el significado original a términos como la sacralidad. «Cada uno de nosotros tiene cosas que son sagradas para si mismo: la familia, el trabajo, el respeto a los derechos humanos y la convivencia son valores sagrados», añade.
«¿Podemos entender que un concierto de Bruno Mars, de Rosalía o de Cheb Balowski son una actividad espiritual? ¿Lo es un partido de fútbol en el Camp Nou? Hay quien puede entender que estar en la naturaleza o hacer el amor o estar con sus hijos jugando en el parque son actividades espirituales, y esto lo debemos poder debatir», explica Oliveres. El sábado quieren hablar sobre los límites del término ‘espiritual’ y poner en marcha un diálogo entre la cultura como un elemento de trascendencia y la espiritualidad como una experiencia cercana y cotidiana.
La espiritualidad en el espacio público
El debate tendrá lugar por la mañana en el Museu Etnològic i de Cultures del Món y por la tarde los conciertos serán en el Centre Artesà Tradicionarius. «No celebramos el festival en espacios tradicionalmente sagrados o religiosos sino en lugares típicos de cultura, ya que entendemos que la espiritualidad tiene que pisar estos espacios», dice Oliveres.
Desde Adalil creen que una carencia de la sociedad es que «a veces peca de fundamentalismo laico». Arnau explica las desavenencias que puede crear colgar el cartel de una actividad sufí o budista o cristiana en un centro cívico porque hay quien cree que «las creencias forman parte del espacio individual y particular de una persona», pero en cambio hay menos problemas si la actividad es un debate sobre la okupación, el cannabis o el comunismo.
Por ello, quieren estar presentes también en estos espacios para hablar de espiritualidad y, si es necesario, de religión, sin que ello signifique estar haciendo proselitismo ni adoctrinando a nadie. «Las religiones existen y por lo tanto también tienen lugar en el espacio público. Quien quiera reducir la religiosidad, la espiritualidad, y todo ello al espacio privado de la persona, está descabezando la sociedad», dice Oliveres.
Mañana de diálogo, tarde de concierto
Por la mañana, cinco ponentes expondrán su perspectiva en una mesa redonda. Serán Jordi Delclòs, doctor en Filosofía, docente, músico y musicoterapeuta que se dedica a la difusión del sufismo y de la música de raíz turca; Vicente Merlo, doctor en Filosofía y fundador de la Asociación Transpersonal Española y de la Sociedad de Estudios Índicos y Orientales y experto en espiritualidad transreligiosa; Taher Ouassani Touhami, doctorado en Lingüística de la Universidad de Tánger que ha hecho numerosas ponencias sobre espiritualidad y sufismo; Manuel Plana, director de la revista Mundo Tradicional y vinculado al shivaisme advaita de Cachemira; y Aide Abril Saucedo, doctorada en Ciencias de la Educación en México y actualmente voluntaria en París en el acompañamiento de estudiantes de secundaria. El debate estará moderado por el periodista y divulgador de la cultura islámica y el mundo árabe, Jordi Llaonart.

Por la tarde, el Festival Diàlegs BCN quiere mostrar la espiritualidad de una manera mucho más directa y vivencial, a través de la música. Actuará Guillem Codern, experto en la música de Tuva, un canto diafónico de los pastores de las montañas de esta zona rusa cercana a Mongolia. También estarán The Beating Souls, un grupo de dieciocho cantantes de gospel con el acompañamiento al piano de Meritxell Nedderman, ya que esta es una música espiritual pero también la canta mucha gente que no es creyente. Por último, Al Wasl llevará la música sacra de su coro sufí con cantantes de Barcelona y de Marruecos.
Desde Adalil esperan que tanto el diálogo como los conciertos sean participativos y creen sinergias con el público. «No es sólo una muestra de cultura sino una fusión espiritual», explica Arnau, que añade: «la idea del festival es empoderar a la gente, que vean que todo lo que hacen, lo que es cotidiano, también es digno de ser considerado sagrado o espiritual».


