Si tienes deseos modestos y con pocas cosas te basta, la publicidad se encargará de hacerte ver que el mundo está lleno de objetos que necesitas: juguetes sofisticados, aparatos electrónicos, instalaciones deportivas de marcas de moda… Muchas tiendas y grandes almacenes ponen al alcance de los niños catálogos extensísimos con fotografías de juguetes y un apartado para que el niño ponga una cruz a lo que le gusta más, a menudo con una leyenda que dice “me lo pido“, como si fuera obligatorio pedir algo y especialmente de aquel catálogo de aquella tienda.

Si alguna familia consigue superar este obstáculo y aislar a los niños de estos afanes comerciales ilimitados, lo cual es dificilísimo, siempre aparecen los adultos cercanos, cargados de buenas intenciones, que por tener algún tema de conversación con los pequeños les dicen: ¿Ya has hecho la carta a los Reyes? ¿Qué les pides? Y los niños y niñas tienen que responder algo. El entorno social les pide que pidan. Pedir es adaptarse al medio.

Ahora ya no basta con pedir juguetes a los Reyes. He visto casas donde hacen tres listas: una para Papá Noel, una para el Tió y una para los Reyes, y allí donde no llegue un quizás llegará el otro, y además también existe la posibilidad de ir a buscar los regalos que han dejado en casa de los abuelos o de otros familiares.

Por otra parte, lo de las cartas ya ha sido sustituido por listas. Ha quedado atrás aquello de “Queridos Reyes Magos”. Ahora una carta a los Reyes o Papá Noel parece a la lista del súper.

“¿No tienen whatsapp los Reyes Magos?”, decía hace poco una niña de seis años a su madre, ya que pensaba que esto de hacer una carta y echarla al correo estaba muy pasado de moda.

En medio de todo este torbellino, para limpiar un poco la conciencia de todos, surgen las campañas de recogida de alimentos y de juguetes para consolar a los que no tienen. Pero, vayamos por partes, los niños de familias con pocos recursos, ¿no necesitan comer todo el año? ¿No necesitan jugar todo el año?
Si fuéramos sinceros, en vez de alimentar un consumismo sin medida para nuestras familias y recoger migajas para los que no se pueden permitir satisfacer las necesidades más básicas, trabajaríamos seriamente para hacer extensiva la solidaridad a lo largo del año y para poner freno al consumismo que no es beneficioso ni para los niños, ni para los adultos, ni para el planeta Tierra.
Lo que realmente los niños necesitan es un espacio para jugar, libre de coches, y algunos compañeros para compartir su tiempo, como nos mostró magistralmente el artista Cesc en 1963.
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Psicòloga i escriptora, ha estat mestra d'escola pública a Mallorca, sobretot a educació infantil i primària. Actualment està jubilada i continua escrivint contes i traduint

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