“No se puede vivir plenamente la propia libertad sin conocer el pasado que ha conformado lo que somos. Nunca la ignorancia y la evasión pueden ser guías adecuadas del presente”. Con estas palabras de la escritora Monika Zgustová comienza el libro de Salomón Marqués 1939: el exilio del magisterio en Catalunya. Al final, pasa lo contrario, lo conforman los cerca de 600 nombres de maestros exiliados que ha podido recolectar durante décadas de investigación, para reconstruir una parte olvidada de nuestro pasado reciente, silenciada pero imprescindible.
Empecemos por el principio. ¿Cuál es el inicio de la investigación, la chispa de este libro?
El inicio de la investigación sobre el exilio de los maestros comenzó por azar. Yo estaba ayudando a un compañero en la Universidad, en Barcelona, que estaba haciendo una investigación sobre los maestros depurados durante el franquismo. Había una comisión depuradora ante la que te presentabas y que te decía si podías continuar ejerciendo o no; si te castigaban, qué tipo de castigo…
Luego, un día en que paseaba por Girona me encontré Antonia Adroher, una chica que había estudiado magisterio y que el día en que se proclamó la República es quien puso la bandera republicana en el balcón del Ayuntamiento. También militó en el POUM, fue maestra y fue la primera mujer concejala del Ayuntamiento de Girona durante la República. En encontrarnos (ya nos conocíamos) le cuento la investigación que estábamos haciendo y le digo: “Tú no sales en las listas de los maestros!” Y me dijo: “Oh, chico. No sé, yo estaba en el exilio, en París, con mi compañero. “Y en ese momento se me encendió la bombilla: el exilio. Es que nadie hablaba y nadie decía nada. En aquel momento dijimos: aquí hay un vacío histórico que hay que llenar y estudiar.
La primera sorpresa fueron las palabras de Antonia sobre el exilio, porque en las universidades no nos habían dicho nada. La segunda sorpresa fue que, al mirar los archivos municipales y generales de Girona, no había ninguna referencia a personas exiliadas. Entonces me moví, fui a Barcelona y hablé con el señor Josep Benet, que me dijo que no existía nada sobre todo esto, pero me dio una lista de revistas locales, comarcales y diarios de Catalunya, e hice una llama diciendo quién era yo, donde trabajaba y que intentaba empezar a trabajar sobre este tema, para recibir toda la información posible. Esto era en los años ochenta.
A partir de aquí comienza a caer de todo, como las cerezas, que cuando estiras va saliendo una cereza tras otra. A partir de entonces yo continuaba haciendo clase pero empecé a investigar: con el coche, ahora hacia aquí, ahora allá, viendo el uno, el otro… Así empecé a hacer una ficha de los maestros: unos me decían los nombres, otros una referencia… Pero con correr por Catalunya no tenía suficiente. Había gente que se fue al exilio y no volvió, y vi claramente que me tocaba ir: Francia, México, Chile, Venezuela… Porque es allí donde quedaban los testigos directos.
Desde el primer día tuve la sensación de que habíamos hecho tarde. El silencio franquista era tan fuerte y tan duro que no hablaba nadie, y por tanto a mí la gente me contaba cosas pero no me decían nada de los maestros más grandes y antiguos que ya habían muerto, y los casi 600 nombres que tengo recogidos de maestros exiliados en la realidad son muchos más, porque hay una parte que a estas alturas se ha perdido, porque incluso han muerto los alumnos que tuvieron.
¿Por qué los maestros, en este caso los maestros republicanos, fueron unos de los primeros a los que la dictadura quiso sacudirse?
Hubo una maestra exiliada en Tijuana a quien pregunté: “¿Y qué hacíais en las escuelas de Catalunya?” Y me dijo: “Nosotros les enseñábamos a pensar, no a almacenar”. Es la expresión más corta pero más profunda de lo que se quería hacer en la escuela de la república, y ya sabes; que la gente piense es muy peligroso. Evidentemente, los franquistas no les interesaba que la gente pensara; la escuela franquista quería hacer súbditos y la republicana quería hacer ciudadanos.
¿Como era ese modelo?
El cambio de orientación profunda que había en la escuela era radical. Un tipo de escuela siguiendo los modelos de las escuelas europeas renovadoras, que ya se había hecho antes con algunas escuelas aunque durante la República es el momento en que desde arriba, desde los que gobiernan, dicen: “Debemos hacer un país moderno, mucho más democrático “y que para hacerlo hay que invertir en educación; no sólo en educación, pero también.
La escuela era un elemento motor de transformación social y de hacer gente libre, que piensa, que tenga criterio… Junto a esto hay algún artículo de la época franquista titulado “A la cabeza”. Y “en la cabeza” significa un tiro en la cabeza de los maestros.
Cuando empecé a investigar descubrí que las pocas noticias que hacían referencia a maestros eran de rectores de universidad que habían marchado al exilio. Es decir, de los nombres que ya se iban repitiendo, una docena de nombres conocidos. Y a mí lo que me interesaba era la gente de la terraza de abajo. Ya estoy harto de que todas las historias siempre hablen de las autoridades, los grandes gobernantes y no de las mujeres, los pobres, los marginados… Por lo tanto fui poco a poco, en los pueblos y en todos los lugares donde podía encontrar esta información.
Hay una parte de detractores o críticos que consideran que idealiza demasiado el modelo de escuela republicana ¿Cuáles son los aspectos que hacían de la educación durante la República un proyecto renovador? ¿Fue demasiado breve para poder llevar a cabo?
Sí que se concretó y se pudieron hacer cosas, pero la República duró poco: seis años en paz y tres en guerra (pero también de república). Por poner un ejemplo, en junio del 38, cuando ya había estallado la batalla del Ebro, el Ayuntamiento de Girona aún tuvo la valentía de poner la primera piedra de una nueva escuela, porque sabían que la escuela es la que cambiará la sociedad. Es mentira que no se hiciera nada. Se hicieron cosas, pero quedaron muy tocadas por la guerra y por la dictadura.
Cuando llega la República, el primer ministro de Instrucción Pública, por primera vez en la historia del país, era un maestro, no un político: un maestro que era político, Marcel·lí Domingo.
Al ganar la derecha, muchas de las cosas iniciadas se frenan, y en las terceras elecciones, en febrero del 36, ya se huele el golpe de estado y la guerra. Pero hacen cosas, y las hacen enseguida: la República es del 14 de abril y finales de ese mes ya hicieron el decreto de bilingüismo en Catalunya, ya que el catalán había sido prohibido por Primo de Rivera. Asimismo, se recuperan las Escuelas de Verano, que ya se habían hecho durante la Mancomunidad, con gente interesada y que proponía una escuela diferente a la que se había hecho aquí durante la monarquía: una escuela obligatoria y laica.
El laicismo y la coeducación son los dos puntos que más oposición encontraron por parte de los sectores más conservadores. ¡A estas alturas todavía hay gente que no lo quiere! Escuela laica significa que la enseñanza de lo religioso se debe hacer en casa o en la parroquia, y en la escuela lo que hay que hacer es educación cívica.
Parece que no se hace valer o que quizás incluso desconocemos que eso de que hoy se habla en el entorno educativo como la renovación pedagógica o la escuela viva ya existía, que este es nuestro pasado.
¡Claro que sí! Pero, por el contrario, en Barcelona las Escuelas de Verano comenzaron ya hacia el año 65 y poco a poco se fueron extendiendo al resto de territorios. A principios de los 80, en todas las comarcas de Girona en verano ya se hacían actividades de formación libres, en cada lugar con un nombre diferente (Seminario de Verano, Escuela de Verano…). Y en estos encuentros, sobre todo en las primeras, quienes lo organizaban tenían muy claro de recuperar esta memoria, y cuando ya llegó la democracia hicieron venir testigos para explicar a los asistentes que les había pasado durante la guerra, durante la República… Por recuperarlo y conocerlo mejor, y que estos jóvenes maestros se sintieran herederos de esta gente, porque el silencio de la dictadura fue muy fuerte, y en ciertos lugares todavía dura.
Pero no podemos considerar que la recuperación de esta memoria esté hecha en ningún caso.
No, evidentemente. Considero que en este caso ha habido un retroceso. En los planes de formación de los maestros actuales han desaparecido algunas de aquellas materias que para mí son fundamentales porque son las que te ayudan a pensar: la filosofía, la historia de la educación… Y en cambio se han ido incorporando otras materias que, aun siendo importantes, no son prioritarias, porque lo primero que se debe preguntar a una persona que estudia para ser maestro es: ¿qué sociedad quieres construir? Y cuando encuentras gente que no sabe responder a eso, malo, porque serán perfectos funcionarios.
Pero esto no es casual…
(Se ríe) ¡Claro, pero yo poco que mando!
Hablamos a menudo de renovación, de transformación educativa… ¿Realmente existe la voluntad política para llevarlo adelante?
Esto no lo sé. En un colectivo tan grande como el del magisterio, si tenemos que hacer la lista de las cosas que van mal la haremos enseguida, y si la tenemos que hacer sobre las cosas que van bien, también la haremos. Yo no pido que se copie el modelo de la República, pero el estilo sí. El de unos maestros que estaban convencidos de que trabajando en la escuela, en aquella sociedad (que no tiene nada que ver con la de ahora), podían ayudar a la gente a pensar y avanzar. Esto es lo que deberían tener ahora al núcleo de su corazón las personas que salen de la facultad. Y cuidado, que hay mucha gente y muchas escuelas que lo hacen. Pero claro, puestos a pedir, me gustaría que lo hicieran todas.
Volviendo al tema del exilio. ¿Como siguió, el camino de los maestros fuera de Catalunya? ¿Fueron acogidos, pudieron ejercer su profesión?
A medida que iba descubriendo todo esto, a medida que veía como hablaban los países de acogida como México o Venezuela los maestros republicanos, hice un artículo que se titulaba: “Riqueza para unos, pobreza para los demás”.
La riqueza para unos significa que estos maestros que se fueron (aunque algunos llevaban una maleta pequeña) llevaban la maleta intelectual llena, y por tanto la experiencia de la escuela republicana, activa y con el niño en el centro. En el caso concreto de México, llegan y les abren las puertas, y por lo tanto tienen la posibilidad de continuar enseñando con el mismo estilo que lo hacían aquí.
La pobreza y la miseria de un 12% de maestros buenos y templados que deben marchar de este país es a la vez riqueza cultural, una cultura que pudieron seguir aplicando en otros países, no sólo en México, pero allí más, porque hay había un gobierno de la República en el exilio que dio dinero a los maestros para crear escuelas (no en la capital de México sino a otras poblaciones). Aunque hay una que funciona: el Colegio Cervantes de Torreón, que lo llevan los nietos del maestro leridano que lo creó.
¿Y mientras tanto, qué pasaba en Catalunya?
Pues imagina usted mismo… Del 88% de maestros que quedan aquí, casi un 30% son depurados o castigados. Excepto los pocos que eran falangistas, el resto tenía que callar y no decir nada. El retroceso intelectual y cultural de las escuelas fue brutal. Por eso nosotros, en busca de aspectos positivos, veíamos que durante los años 50, cuando un maestro o una maestra les enseñaba “El Joan petit quan balla” o “La lluna, la pruna”, era una muestra concreta de la voluntad política de un determinado colectivo de maestros para mantener la lengua, la cultura… Ante una dictadura que lo iba descabezando todo.
Nos queda mucho por recuperar y para reivindicar…
Es que el miedo queda dentro, y el miedo hace el silencio. Mira a estas alturas, con Franco hay pilones y pilotes de gente en las cunetas, que se sabe quiénes son pero todos han callado. Aunque hay cosas que algunas personas tienen miedo de decir. La experiencia que yo hacía con los alumnos cada año era hacer la ruta del exilio desde Girona; pasábamos por la frontera mientras leíamos textos y acabábamos en Argelès (Francia).
Y lo hacíamos entre diciembre y febrero, que es el momento en que pasaron, porque la meteorología también nos ayudaba a entender mejor el sufrimiento y el dolor de estas personas que se iban de casa derrotadas, peleadas entre ellas y sin saber qué pasaría ni cuando volverían, mientras llegaban a unas playas donde no había nada más que viento y frío.
Cada año cuando estábamos allí se me acercaba alguien y me decía: “Mi abuelo estuvo aquí, y es la primera vez que lo digo”. Hasta que no les provoca este choque, lo tenían dentro. Por ello recuperar la memoria es fundamental, para saber de dónde venimos.
Es fundamental pero requiere constancia y voluntad, social y política.
Y un convencimiento, y ayudas de las instituciones… En parte ya están. Trabajando en la Jonquera he visto el trabajo que hacen y la cantidad de institutos y escuelas que llegan, y esto es espléndido porque éstos ya no tienen miedo, hay muchos jóvenes que quieren saber qué pasó con sus abuelos y bisabuelos. Es un trabajo indispensable. También hay una responsabilidad muy seria de los profesores. En el programa tienes que llegar hasta la dictadura y la democracia y profundizar en ello.
¿Y se está haciendo?
No lo sé, no tengo los datos. Conozco profesores que lo hacen con mucho entusiasmo y otros que no. Las últimas noticias que me llegaban es que, después del referéndum, las acusaciones que se han hecho en algunas escuelas han generado miedo en determinados maestros, que prefieren no hablar de estos temas, que yo creo que son nuestra historia.
Usted tiene la experiencia de muchos años de estudio y ha vivido en dictadura y en democracia. ¿En qué punto nos encontramos ahora respecto a este tema?
No lo sé, pero puedo decirte que en los últimos años he visto una involución con respecto a las leyes que se han hecho, a veces también con ayuda de partidos políticos catalanes. Por ejemplo, que nos amenacen ahora de terroristas… Es que se han de tener muchas ganas! Como en el País Vasco ya no molestan, y ahora lo hacemos nosotros…
Con el paso de los años el discurso irá suavizando, irán reconociendo los errores, pero mientras tanto ya han soltado las mentiras y han hecho presión. Yo creo que con según qué cosas no avanzamos… Podemos tener tanta tecnología como quieras, pero el tema central es qué escuela queremos y para qué sociedad queremos. Y es una sociedad diferente, abierta para los que estamos aquí y para los que venden. Y no olvidemos que, así como pasó a nosotros, todo el mundo tiene el mismo derecho de venir aquí y ser acogido.
Esto implica muchas cosas: ¿Qué planes de estudios tenemos que hacer? ¿Cómo se eligen las personas que han de formar estos futuros maestros? No puede ser que haya gente formándose que sepa mucho y esté muy preparada pero no haya pisado una escuela. La primera condición para ser maestros es estimar las criaturas.


