“La escuela es motor de cambio, el espacio donde realmente se pueden transformar las relaciones, sobre todo si trabajamos juntos desde la guardería hasta la secundaria”. Así habla Ingrid Llopart, jefa del área de desarrollo comunitario de Cardedeu. La escuela, pues, ha sido el plantel en el que Cardedeu ha puesto la semilla para impulsar un cambio de mirada respecto al género a través de los valores de cuidados, respeto y empatía. En otras palabras: coeducación.
Cardedeu Coeduca es el nombre del proyecto que, desde el 2016 hasta 2020, ha llegado a todos los centros educativos del municipio (públicos en su totalidad) con el objetivo de implantar nuevas políticas de igualdad en el municipio. No se trata sólo de incorporar perspectiva feminista y de género, sino que, prestando atención a las relaciones interpersonales, los cuidados y la empatía, “se trabajan todas las desigualdades que, hasta ahora, nos parecían escondidas: desde el racismo, hasta la LGTBIfóbia, pasando por el bullying”, apunta Llopart. Este proyecto integral y transversal nace a raíz de la nueva concejalía de igualdad y fue “la mejor manera que identificamos para hacer políticas públicas de igualdad”, añade.
En estos cuatro años de proyecto, todos los centros educativos (2 guarderías, 5 de primaria y 3 de secundaria) han participado en el plan de Cardedeu Coeduca, un programa de dos años pensado para analizar y transformar las relaciones internas. Así, durante el primer curso se trabaja para hacer un diagnóstico de la situación del centro y formación al profesorado, de la mano de Coeducacció, L’Esberla y Fil a l’Agulla, tres cooperativas especializadas en gestión de relaciones, y con técnicas de educación municipales como Lluïsa Carrillo.
La experiencia de estas tres cooperativas ha sido un valor “impagable”, según Carrillo, quien añade que “sacudieron todo lo que los centros, el claustro, las familias y el alumnado tenía por cierto. Y estas cooperativas sabían cómo remover conciencias para que el proceso fuera productivo”. Según la técnica, la clave del éxito de la acogida del proyecto en los centros es que los planteamientos “estaban hechos a medida; personalizar propuestas es la manera de hacer que entren bien”.
Las formaciones al profesorado pasaron por una revisión personal y grupal. “Nos quedamos maravilladas, porque esperábamos una formación de género y, en cambio, nos abrió las puertas a redescubrirnos como individuos desde la infancia, intentando comprender qué ha pasado durante nuestra educación enrelación al género, a la sexualidad o los estereotipos”, explica Albert Ametlla, jefe de estudios de la escuela Germans Corbella de Cardedeu. Esta formación a los y las maestras fue fundamental para entender que “ciertas cosas que teníamos interiorizadas no eran normales, sino que eran estereotipos nocivos. Nos hizo dar cuenta de cómo uno mismo ha podido fomentar estigmas de alguna manera”, apunta Ametlla.
Qué decimos y cómo lo decimos
“Que bien te ha peinado hoy mamá” o “buenos días, princesa”, son expresiones que, si bien en inicio no podrían ser consideradas de machistas, sí que ayudan a interiorizar unas relaciones sexistas y desiguales entre niños y niñas. Son pequeños gestos como estos algunos de los que se han revisado a fondo en los centros educativos después del Coeduca. “Las guarderías son las que han vivido quizás un revulsivo más grande”, explica Llopart, quien apunta que “todos y todas pensábamos que en las guarderías todo era apacible y equitativo, pero se han acabado revisando desde los cuentos que se explican, hasta los disfraces o la celebración de fiestas típicas como Sant Jordi”.
Y es que no es sólo qué se dice, sino la manera cómo se hace pedagogía. No es suficiente eliminar los micromachismos de las expresiones cotidianas ni erradicar el sexismo de la cultura, sino que también hay que insertar nuevos referentes que cuadren con este cambio de paradigma. Incorporar autoras como Emily Dickinson en las clases de literatura, personajes como Amelia Earhart a las lecciones de historia o científicas como Ada Lovelace en las clases de tecnología. “Son los materiales, los referentes y las propuestas educativas que usas y cómo las comunicas, lo que realmente puede materializar una educación igualitaria”, asegura Ametlla.
Y es a través de esta deconstrucción del profesorado y de los contenidos curriculares, así como con la reflexión sobre la gestión de las relaciones, que se han dado las herramientas al alumnado para poder identificar y cambiar las discriminaciones y desigualdades. “Explicamos al profesorado qué pasaba cuando no estaban, las cosas que nos hacían, sobre todo los chicos a las chicas, cuando los profes no miraban”, recuerda Àfrica González, ex alumna del Instituto Pla Marcell. “Antes normalizábamos que nos tocaran el culo o que no nos dejaran jugar al fútbol, pero después del Coeduca fuimos capaces de parar la clase tras un comentario sexista y debatir una hora sobre por qué estos comentarios no se podían hacer”, añade.
Àfrica explica que el proyecto Coeduca “nos ha cambiado”, ya que les ha dado herramientas para “ver que realmente podemos luchar contra lo que no nos gusta”. Y es aquí, a partir del segundo año del proyecto, cuando las acciones concretas empiezan a verse. En el caso del Pla Marcell, se creó una comisión para gestionar el proyecto, se diseñó e imprimió una revista feminista que se repartió por el municipio, se pintó un mural e, incluso, se celebró una acampada para “conocernos mejor entre nosotros e intercambiar sensaciones”, recuerda África.
Estas actividades mencionadas son sólo algunas de las 73 acciones que se han hecho en los últimos 4 años, y en las que han participado más de 600 niños y niñas del municipio. El éxito de esta segunda fase del proyecto es que “estaba diseñada a medida: cada centro educativo hacía lo que le parecía mejor”, explica Ingrid Llopart. Así, mientras algunos se centraban únicamente en el espacio físico del patio, otros hacían mentorías con las tutoras.

Espacio de lectura del instituto Plan Marcell de Cardedeu, dedicado a las lecturas feministas | SVB
Abrir las puertas a la comunicación
Fuera cuál fuera la estrategia planeada, siempre había un punto en común: “el eje central eran los cuidados y las relaciones entre los miembros de la comunidad y esto terminó siendo el desencadenante para hablar, no sólo de género, sino de racismos, discriminaciones diversas e, incluso, problemas en las relaciones laborales”, asegura Lluïsa Carrillo. Es por ello que si Coeduca incidió bien o no en un centro, no depende sólo de la disposición a implementar una perspectiva de género: “comunicas cosas entre compañeros que nunca habías dicho y esto puede cohesionar un equipo o reventarlo”, reflexionan las técnicas municipales.
El habla, pues, se muestra como la base de cualquier proceso de cambio. Y así lo destacan también las familias, que igualmente estaban involucradas en el proyecto Coeduca, celebrando sesiones periódicas. “Lo que más me gusta es que trabajáramos familias, profesorado y alumnado, porque nos permitió tener conversaciones con nuestros hijos que de otra manera no hubiéramos tenido, y también pudimos coincidir con el profesorado de una forma mucho más íntima”, destaca Maria Vila, miembro de la AFA de la escuela Can Manent.
Precisamente las familias son los actores a los que más cuesta llegar, según Llopart, pero han sido imprescindibles para los cambios. Tener los centros, los claustros, el alumnado, las familias y el municipio jugando en el mismo equipo ha permitido hacer una transformación transversal. Ahora, sin embargo, la pregunta que asalta a todos los participantes, una vez se han terminado los proyectos, es cómo seguir tirando del hilo. Hay centros que han continuado trabajando con la filosofía Coeduca y otros que no han seguido. Por otra parte, algunos ex alumnos de centros de Cardedeu, como Àfrica, que ahora cursa Bachillerato en Llinars del Vallès, trabajan para replicar las iniciativas del Coeduca en sus centros.
“Está genial que los y las jóvenes tomen la iniciativa ahora, porque esto quiere decir que se les ha empoderado. Pero esto no debe ser excusa para que lo hagan solos: los centros y los municipios no podemos desentendernos”, apunta Lluïsa Carrillo. Por ello, aunque Cardedeu Coeduca se encuentra actualmente en proceso de evaluación, la apuesta que tienen desde el municipio es reforzar la dimensión comunitaria del proyecto, implicando a más actores. La siguiente parada, pues, será el ámbito deportivo y del ocio. “Cuando hay resistencia al cambio, el ocio siempre facilita las cosas”, asegura Llopart.


