El pasado domingo, Pedro Sánchez anunció que el confinamiento, de la mano del estado de alarma decretado el pasado día 14 de marzo, se alargará, como mínimo, dos semanas más. Esto marca una fecha -provisional- en el calendario: el 11 de abril. Este confinamiento, que tiene unas excepciones marcadas, presenta varios escenarios y realidades de las personas que tienen que quedarse en casa. Quienes pueden hacer teletrabajo y los que han parado su empleo. Quienes han sufrido un ERTE o quienes todavía tienen que ir a trabajar. Aquellos que tienen criaturas o personas dependientes a su cargo. Quienes padecen alguna enfermedad. Quienes conviven con algún contagiado -o sufren- de Coronavirus.

Mil y un escenarios y una razón: frenar la curva del contagio. Aunque el objetivo sea claro, el camino a través de un confinamiento en casa puede hacerse duro. “Cuando hacemos algo voluntariamente es sencillo. El problema viene cuando no depende de nosotros y, sobre todo, cuando no sabemos cuándo finalizará esta situación”, expone Jaume Descarrega, psicólogo clínico y miembro de la Junta Directiva del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC).

No existe una cura universal ni un consejo que sirva para todos, pero los expertos consultados focalizan en mantener rutinas. Mantener la higiene y vestirse ayuda a mantener la estabilidad, así como hacer un poco de ejercicio. “Hacer actividad mejora la condición física y el bienestar emocional, aunque sea poco tiempo”, explican desde la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Catalunya (AIFICC). No se trata tanto de ponerse en forma -que también- sino que el ejercicio también cansa, por lo que se combate el insomnio.

Y es que la aparición de sentimientos negativos como la angustia, el miedo o, incluso, la apatía es “normal en situaciones difíciles, pero debemos evitar que se conviertan en sentimientos extremos y no entrar en pánico”, según Descarrega. Para intentar controlarlas, lo primero que hay que hacer es “explicar y dar sentido a la situación de confinamiento”, dice el psicólogo.

El miedo o la apatía son normales en situaciones difíciles, pero debemos evitar que se conviertan en sentimientos extremos y no entrar en pánico

En esta línea toma mucha importancia la información que consumimos y cómo la consumimos. La información adecuada y veraz “ayuda a rebajar la angustia”, dice Descarrega, pero advierte que no debemos estar “24 horas al día con el monotema“. El psicólogo reconoce que hay que estar alerta de las novedades, pero que no podemos estar “todo el día pendientes de las redes sociales y de cada nuevo mensaje”. Sobre todo, hay que prestar atención al tiempo dedicado a los chats y las redes, como Twitter o Facebook, ya que pueden ser “un elemento de desinformaicó y suelen ser espacios donde hay tendencia al malestar”.

Ahora bien, estas herramientas también pueden ser de gran ayuda para reencontrarse con aquellos de los que estamos lejos y romper con la monotonía de la convivencia con las personas con las que estamos confinados -o con la soledad. Y, tal como advierte Descarrega, debemos evitar ser alarmistas o fatalistas cuando hablamos con las personas cercanas. Sobre todo con los niños. “Los más pequeños deben estar informados, sin mentiras y con datos escuetos y adaptados a su edad”, apunta el psicólogo, quien recomienda el cuento Rosa contra el virus, editado por el COPC.

Confinados dentro del confinamiento

“Hay que recordar que una persona con coronavirus que no haya sido hospitalizada debe aislarse en una habitación individual”, recuerdan desde la AIFICC. Esto, pues, supone estar confinado dentro del confinamiento en el propio hogar. Esta situación puede ser la que produzca más angustia y es cuando las tecnologías pueden tomar más importancia: “llama o envía mensajes”, recomiendan desde la asociación de enfermería.

En caso de que una persona sienta síntomas pero la saturación del sistema de salud imposibilite hacerse la prueba, Descarrega recomienda por todos los medios posibles “evitar la sobreinformación, para controlar la angustia”. En estos casos, resalta la importancia de establecer redes de apoyo psicosocial con personas cercanas para “disminuir el impacto emocional de la situación”.

Hay que evitar la sobreinformación, para controlar la angustia, y establecer redes de apoyo psicosocial con personas cercanas

Y es que no parar de dar vueltas a los síntomas o lamentarse de la situación de confinamiento “genera una angustia innecesaria que es perjudicial para la salud”, explica Descarrega, quien señala que “no se deben tomar más precauciones que las necesarias: hay que mantener la calma y seguir las medidas de protección que determinen las instituciones sanitarias”.

Que no nos quiten el humor

“El miedo es una emoción básica y una reacción normal y saludable ante situaciones desconocidas, una respuesta adaptativa que ayuda a mantenernos alerta y tomar las medidas necesarias para evitar riesgos”. Así comienza la guía del COPC para la gestión psicológica de la cuarentena . “El miedo es necesario, al igual que la tristeza”, explica Descarrega. Ahora bien, el miedo también puede convertirse en un “bloqueo que impida gestionar amenazas con eficacia”, advierte la guía.

Para evitar que los sentimientos negativos dominen esta cuarentena, el psicólogo asegura que hay que aceptar que “hay una parte de la situación que no depende de uno mismo, que no se puede controlar ni prever, pero las decisiones que tomemos estos días sí son nuestras. Esto, en el fondo, no cambia nunca, ya sea en cuarentena o no”.

Así, la lección positiva de esta situación es “poder recuperar lo que antes no podíamos hacer”, dice el psicólogo, haciendo referencia a tener tiempo para hacer tareas de cuidados con las personas de nuestro alrededor, poner en valor los trabajos invisibilizados, “a menudo realizados por las mujeres”. Es tiempo para dar alas a los “proyectos que nacen de la capacidad creadora y para valorar el poder de la empatía y la solidaridad”.

Y es que el colectivo es imprescindible para superar momentos de crisis, al igual que el humor. “Es una herramienta indispensable para liberar la tensión y la incertidumbre”, apunta. Desde los memes sobre el papel higiénico hasta los vecinos que se encuentran para tocar música o jugar al bingo desde los balcones, “hay que valorar la creatividad y la comunión de cualquier actividad y potenciar todo aquello que nos ayude a superar la situación y conectarnos a los demás”.

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