Los treinta y ocho álbumes de Astérix no solo han marcado la infancia de los francófonos, sino a toda una generación más allá de Francia. La muerte de Albert Uderzo, uno de los padres fundadores de este galo irresistibles, tiene lugar en un período complicado, ha venido a sumarse a la ola de malas noticias sobre el coronavirus que colapsan las redes. El adiós al dibujante francés ha golpeado al mundo del cómic. Sin embargo, muchos han querido rendirle homenaje a través de testimonios, dibujos y agradecimientos.

Humor y dibujo han marcado su vida. Albert Uderzo era ya un gran dibujante mucho antes de la creación de Astérix. Había trabajado en los diarios France Dimanche y France Soir, en las revistas Tintín y Pilote, dos referentes del cómic francófono. Esa gran experiencia, de más de veinte años, fue decisiva cuando Uderzo se cruzó en 1951, en París, con René Goscinny, recién llegado de los Estados Unidos. La pareja creó muchos personajes e historias con un talento excepcional que tuvo mucha influencia entre los años 50 y 60 del siglo pasado.

Una de las primeras creaciones fue Umpah-pah, un guerrero indio que nació en 1951 con la idea de ser publicado en los Estados Unidos pero que acabó triunfando cuando en 1958 recuperaron la revista Tintin. Un año después nació Astérix en unas circunstancias peculiares: Uderzo y Goscinny recibieron el encargo de crear una revista infantil, Pilote, pero sólo con héroes franceses. La idea inicial de Goscinny era que el protagonista fuera un héroe grande y forzudo, pero Uderzo lo terminó convenciendo de que fueran dos, los protagonistas, uno pequeño y otro grande: Astérix y Obélix.

La pareja Uderzo-Goscinny tenía muchas cosas en común. Su pasión por los dibujos animados y los cómics norteamericanos. Ambos tenían la ambición de modernizar la viñeta, el cómic y la historieta francófona. Ambos eran hijos de inmigrantes, con una visión entre rudimentaria y fascinada por la historia mítica de una Francia que ellos contribuyeron a reinventar, a su manera. Los dos héroes emblemáticos de la Francia más profunda fueron el fruto de esa inmigración.

La pócima del éxito

Infieles a la historia genuina de Francia, Uderzo-Goscinny, reescribieron la Guerra de las Galias de Julio César muy libremente, confiriendo al galo los estereotipos atribuidos a los franceses, un espejo que refleja de manera caricatural y complaciente sus cualidades y defectos, pero también valores universales fuertes como libertad, solidaridad, democracia y descubrimiento del otro, que valen a este antihéroe un éxito planetario desde hace más de medio siglo.

El espíritu galo, es una noción que apareció en la literatura francesa del siglo XIX, a la búsqueda de un patrimonio literario que confortase la idea de nación. El recurso de la pareja que resalta los contrastes está usado de forma magnífica en Astérix y Obélix. En contraposición a Obélix, Astérix es bajo, serio, inteligente, habilidoso, astuto y solo adquiere una fuerza inconmensurable al beber la poción mágica que prepara el druida Panoramix, a diferencia de Obelix que posee esa fuerza de forma permanente por haber caído de niño en la marmita de la poción. Astérix muestra su ternura e incluso su amor o atracción sexual de una forma idílica: aprecia a los niños y las doncellas y se enamora sólo platónicamente, llegando a experimentar gran rubor ante muestras de afecto o atención tan simples como un beso en la mejilla o en la frente.

La violencia se expresa siempre en su variante cómica tradicional donde a pesar de los inmensos porrazos y grandes vuelos que efectúan los personajes por los golpes que les propinan los protagonistas nunca hay muertos, aunque se muestran explícitamente hematomas, ojos morados y otras contusiones y consecuencias de la lucha. Astérix representa la victoria de David contra Goliat desde la primera página de sus libros donde siempre se recuerda que su aldea es la única de la Galia que resiste al invasor. A pesar de su inexactitud histórica, el argumento halaga, sin duda, los sentimientos patrióticos de los franceses.

La estructura de los libros se desarrolla a partir de un problema o dificultad que se le plantea a la tribu y que deberá ser resuelto mediante una misión a desarrollar por los protagonistas que les llevará frecuentemente a tierras lejanas y que resolverán en parte a través de la astucia de Asterix pero también mediante la fuerza de Obélix y el recurso a la poción mágica. En definitiva Asterix representa un héroe clásico: Inteligente, audaz, astuto, valeroso, humano, gran amigo y vecino, leal con su jefe, honrado y paciente siempre disponible para deshacer enredos, realizar viajes épicos, ayudar a las damas o servir a su gente.

La metamorfosis de la historieta como género

Tras la publicación de la primera historia de Astérix, Astérix el galo, el 29 de octubre de 1959, aquel primer libro tuvo una tirada irrisoria de 6.000 ejemplares. El personaje comenzó a crecer de manera vertiginosa. Hoy, sus aventuras en la Galia, y fuera de ella, han vendido más de 350 millones de ejemplares, se han traducido en cerca de un centenar de lenguas, se han realizado adaptaciones en películas y series de animación, cuatro largometrajes y el quinto en camino y dirigido por Guillaume Canet.

Tras la muerte de Goscinny en 1977, Uderzo continuó en solitario contando e ilustrando la vida, aventuras y milagros de la pareja Astérix y Obélix. En 2003, Albert Uderzo decidía que, tras más de medio siglo dibujando las aventuras del irreductible galo, se retiraba para dejar paso a la pareja formada por Jean-Yves y Didier Conrad. Y es que la historieta había cambiado radicalmente desde que Astérix viera la luz en las páginas de la revista Pilote hace ya más de cinco décadas: aquella forma de cultura popular masiva pensada para el entretenimiento juvenil es hoy un arte con todas las consecuencias, que no se arredra en sus ambiciones y que mira tanto al lector adulto como al infantil, sin distinciones.

Los personajes que inundaban las páginas de los tebeos juveniles han devenido en iconos culturales que lideran engrasadas industrias de mercadotecnia, en las que las publicaciones en papel son tan sólo la punta del iceberg de planificadas campañas totalmente globalizadas, donde se cuida desde la adaptación cinematográfica a los videojuegos en todas las plataformas concebibles, pasando por todo tipo de figuras y complementos de moda. Cifras de facturación que se miden en millones de euros y que demuestran que el cómic sigue siendo un eficaz motor económico. Es una razón más que sobrada para que los Astérix, Obélix y demás habitantes de la orgullosa aldea gala continuen llenando las librerías.

Astérix, Obélix y demás personajes forman parte indisoluble de la cultura pop de más de una generación. Convertida en un auténtico mito, la pequeña Galia forma parte hoy del patrimonio literario y artístico universal y continuará durante mucho tiempo llevando sus valores de tolerancia y resistencia en sus aventuras. La imaginación ha hecho viajar a muchos lectores y Albert Uderzo se convertirá en uno de los artistas más influyentes de cómics franceses. Y mientras haya lectores y dibujantes, su legado no desaparecerá. La próxima generación, asegurada, está especialmente agradecida. Uderzo se retira, Astérix sigue.

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