“Creo que hay un virus más grave que el coronavirus, y se llama deshumanización”. Nos toca ser responsables, no subestimar el Coronavirus por conciencia colectiva y por respeto al sistema de salud pública (demasiado recortado). Hoy tenemos que estar en casa, sin encontrarnos ni abrazarnos. Sin besarnos. Lavándonos las manos a cada minuto. Pero quien sabe algo sobre lavarse las manos son los Estados de la Unión Europea, sobre todo cuando toca hablar de derechos humanos. Así se ha demostrado con Grecia que, después de que Turquía rompiera el acuerdo que tenía con la UE desde 2016 para frenar la migración a cambio de 6.000 millones de euros, ha suspendido el derecho al asilo, que también está recogido en la Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea, y ha hecho caso omiso al principio de no devolución, retornando a las personas que habían cruzado la frontera a un país no seguro.
Mientras nosotros nos encerramos en nuestra burbuja informativa sobre el Coronavirus (sin despreciarlo, como he dicho antes), las políticas de fronteras europeas continúan asesinando y condenando a miles de personas a vivir sin derechos. Se les priva del derecho a la vida, el derecho a la integridad física, el derecho a la salud, el derecho a la vivienda, el derecho a migrar, el derecho a pedir asilo, etc. Si algo ha puesto sobre la mesa el Covid-19 son las fronteras, la impermeabilidad de éstas: cómo de fácil es decidir cerrarlas para algunos (migrantes) y lo complicado es tomar la decisión cuando afecta a otros (turistas y economía).


