El 60% de los catalanes optan por Amazon para comprar su libro de Sant Jordi. Así lo afirma una encuesta de la Corporació Catalana de Mitjans, elaborada por GAPS. Sólo un 35% apuesta por su librería de confianza. En pleno confinamiento, con los comercios cerrados y sólo disponibles los ‘bienes esenciales’, los efectos recaen especialmente sobre la cultura. Aunque hablamos de un sector que ya venía tocado de antes.
Según la encuesta de hábitos de lectura y compra de libros de la Generalitat de Catalunya, en 2018 el 48% de catalanes no compró ningún libro. Sin embargo, las cifras muestran que la media fue de casi 10 libros adquiridos por persona durante el año. Es, pues, evidente que el día de Sant Jordi tiene un fuerte peso en la compra de estos libros: sólo en la jornada del año pasado se vendieron 55.000 (esto sin tener en cuenta los que se compraron previamente, pensados para ser regalados).
De estas cifras se destaca que la influencia de la jornada, así como el hecho de adquirir los libros in situ, es determinante. También se denota en los hábitos de compra: el 51,1% de libros que fueron adquiridos en 2018 fueron comprados a una librería pequeña o de barrio. Sólo el 19% de las ventas se hicieron por Internet, siendo el 78,9% de estas en Amazon. Ahora, sin embargo, con las librerías cerradas y a las puertas de un Sant Jordi confinado, los catalanes se decantaron por la venta online.
Hace pocos días, TV3 emitía un reportaje sobre las colas de furgonetas que daban la vuelta a la nave de Correos Express en Sant Boi de Llobregat, esperando a recoger sus paquetes, el 80% de los cuales “contienen productos de uso comercial, no esencial”, explicaba Luis Romero, responsable estatal de CCOO de Correos Express. “Viendo estas colas, no puedo evitar pensar que la vida del futuro estará en los polígonos industriales, no en los barrios ni en los comercios de proximidad”, apunta Joan Carles Girbés, director de la editorial SOM, impulsora de la campaña Llbreries Obertes.
Viendo las colas de Correos, no puedo evitar pensar que la vida del futuro estará en los polígonos industriales, no en los barrios ni en los comercios de proximidad
Esta iniciativa, que surgió el 23 de marzo, impulsada por la cooperativa SOM y que desde hace una semana gestiona Òmnium Cultural, hace de puente entre quien compra un libro online y la librería que tenga más cerca de casa, donde podrá ir a recoger su pedido, una vez se levante el confinamiento. Así, aunque la entrega del libro no sea inmediata, sí que lo es el pago del pedido que recibe la librería. De este modo, aunque estén cerradas, pueden seguir recibiendo ingresos para pagar costes como el alquiler del local o las facturas y ayudar a la reapertura.
“Proponemos el anti-Amazon”, dice Girbés, ya que “pagas ahora por no saber cuándo recibirás el libro, pero así le damos más valor a la cultura, porque si te gusta un libro hoy, también te gustará cuando lo tengas, dentro de un mes”. Esta filosofía “anti-Amazon” pasa por trabajar por un modelo de sociedad “en la que tengamos el derecho de ir por la calle y entrar a una librería y disfrutar del comercio de proximidad”, explica Girbés.
Y es que, con las librerías cerradas y pasando por un Sant Jordi confinado, “es muy difícil que algunas editoriales y librerías podamos subsistir sin ningún ingreso”, apuntan. Durante todo el mes de marzo del 2019 se vendieron 30.000 libros (recordemos que sólo durante el día del libro se vendieron 50.000). “Esto es lo que estamos perdiendo”, dicen desde SOM, que, junto con la Agencia Mortensen, montaron la plataforma poniendo a la venta las novedades del 2019 y 2020. Más de 7.000 títulos, de 550 editoriales diferentes y 430 librerías adheridas de todo el territorio es lo que se puede encontrar hoy en Llibreries Obertes.
La cultura ha sido la primera en ser responsable, deteniendo la actividad y confinándose, mientras que los gigantes de la distribución no han parado de tener ganancias
Pero esta campaña no se ideó pensando en Sant Jordi, “todavía no sabíamos si lo pasaríamos confinados”, dice Girbés, sino que responde a un “principio de emergencia que busca que se vuelva a entrar en las librerías cuando todo esto pase”, explica. Y de hecho, este es uno de los principales motivos por los que el libro no se envía a casa, sino que el comprador debe ir a buscarlo. “Los libros tienen que comprarse cada día”, dice, en referencia a la campaña ‘Sempre és 23‘. “Si alguien quiere una novedad para regalar el día de Sant Jordi, tiene maneras de obtenerlo, nuestra campaña es de apoyo a la cultura”, dice.
Y es que esta cultura “ha sido la primera en ser responsable, deteniendo la actividad y confinándose”, apunta Girbés, recordando los teatros, cines y salas de conciertos que comenzaron a suspender actos desde el 9 de marzo, mientras que “los gigantes de la distribución no han parado de tener ganancias”.
Sant Jordi el 23 de julio. Y ¿mientras tanto?
Estas semanas de confinamiento han coincidido con las que más ventas se dan en el sector editorial, así que desde Llibreries Obertes destacan que serán necesarias más iniciativas después de Sant Jordi para paliar lo que ya no se podrá recuperar. Y es que no sólo se trata de la merma las ventas, sino de los libros que, o bien no han podido salir a tiempo, o de los que pasarán desapercibidos.
“Hay muchos libros que se han quedado en los almacenes”, dice Girbés. Los de Albert Pla o Oriol Junqueras no llegaron a editarse a tiempo para estar terminados antes del confinamiento. Igualmente, nuevas ediciones de obras como las de Mireia Boya o Txell Feixas se quedaron en las fábricas, impresas, pero sin encuadernar.
Y también está el “grave” problema con los libros de no ficción que no se han podido presentar: “no hay eventos en librerías, ni los autores consiguen ser entrevistados en medios de comunicación”, dice Girbés, quien recuerda que esta situación es parecida a la que se vivió en octubre de 2017: “igual que entonces era impensable hablar de algo que no fuera el Procés, ahora el ‘monotema’ es el coronavirus”. Todas estas obras que se han presentado y no disfrutarán de impulso son “autores que no recibirán su recompensa”.
Así, aunque es “una buena noticia” que se haya fijado la fecha del 23 de julio para celebrar Sant Jordi, Girbés cree que no servirá para paliar los daños: “no tendremos las ramblas llenas de gente, tendremos inventar otra celebración”. Pero, hoy por hoy, el objetivo es salvar la cultura, como fenómeno social, no tanto como negocio. “La empresa cultural no puede limitarse a hacer dinero, sino que tiene una responsabilidad social, la de garantizar tener librerías en los barrios, con personas que saben. El derecho a una cultura de proximidad”.


