Los primeros días de confinamiento recibí por Whatsapp un mensaje de la librería A Peu de Pàgina de Barcelona. Previendo que el confinamiento iría para largo me ofrecían la posibilidad de hacer el pedido on line y llevarme a casa los libros por Sant Jordi. En ese momento pensé: “Guarda este mensaje pues posiblemente lo tendremos que usar”. Los días han pasado y hoy ya es Sant Jordi y seguimos confinados.

Llevo días pensando qué regalar para Sant Jordi. Me he paseado por diferentes webs para tratar de escoger el mejor libro para cada uno de los míos…. Quizás sí que están, y si buscara más a fondo seguro que los encontraría, pero no lo consigo… necesito tocar físicamente los libros, hojear sus páginas, perderme por las librerías, pasear por los pasillos, buscar -y a veces no encontrar- los nombres en las estanterías, por orden alfabético, o por temas, enamorarme de las portadas, leer las sinopsis de las contraportadas, preguntar a la librera si cree que estoy escogiendo bien, mirar de nuevo el libro, y hojear el que tengo en la otra mano, mirar el tamaño de la letra, el grueso del libro, el número de páginas,… cruzar dedos para que les guste… reconozco que soy mujer del mundo analógico …

Debemos celebrar Sant Jordi, Sant Jordi es lectura, San Jorge es libros … si lo que necesito es tocar papel, leer contraportadas, mirar portadas, buscar libros en las estanterías, sólo lo puedo hacer yendo a una librería

Me dirijo a la librería, a mi librería, donde tengo mis libros, nuestros libros, y me paro, y observo, me siento en el suelo, retiro el marco de fotos que no me deja ver los libros que hay detrás, y la bola de nieve que tapa el apartado donde tenemos los libros de poesía y cojo una. Antología General de la Poesía Catalana, de Josep M. Castellet y Joaquim Molas, y estornudo, porque el polvo me hace estornudar. Y me lo reservo. Dos libros más allá asoma el lomo de un ejemplar de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, De Pablo Neruda, una portada preciosa en blanco y negro, una edición de 1999. De entre estos haré la elección para Bet, mi hija. Le gusta la poesía, tiene casi todo lo que ha publicado la joven autora Elvira Sastre, también le gusta la obra de Jorge Manrique. Han ayudado las veces que, camino del instituto, han escuchado con su padre a Paco Ibáñez.

Y sigo mirando la librería, la observo como quizá nunca lo había hecho, con otros ojos, como si la viera por primera vez, y pienso que la he de ordenar, que ahora, estando confinada, sería el momento de archivar los libros, entrar uno por uno al ordenador… me levanto, me duelen las piernas de tenerlas dobladas, y justo enfrente me aparecen los dos volúmenes de Homero, la Ilíada y la Odisea. La primera es una edición de 1961 de la editorial Juventud, una versión directa y literal del griego, a cargo del profesor Luis Segalá; huele a humedad, las hojas están amarillentas, casi no tiene márgenes, parece que se haya querido aprovechar al máximo la hoja, cada capítulo lo encabeza una ilustración de dibujo a pluma de Jaime Azpelicueta. Me lo reservo también, para Martí, mi hijo.

Casi puedo asegurar que nunca se me hubiera ocurrido comprarle este título y una edición tan antigua, y si la hubiera tenido delante en una librería (no confinada) hubiera pasado de largo, pero este Sant Jordi no me lo puedo permitir, porque no. “Démosle una oportunidad, a Homero y a Martí, démosle una segunda oportunidad a esta edición de 1961, no perdemos nada, sino todo lo contrario”, pienso para mí.

Miro más arriba, donde tenemos las novelas. Un montón de libros que me leí en su momento, que fueron novedades de éxito algunos de ellos. Entreveo el lomo de Ball de Família, del autor estadounidense David Leavitt, publicado por Columna. Me lo auto-regalé por Sant Jordi de 1989. Le quitaré el polvo, y escribiré una dedicatoria encima de la otra ya existente, y quizás se la regalaré a mi hijo…

Tengo los dos ejemplares en las manos, son como la noche y el día, nada tienen que ver y parece extraño que me esté planteando regalarlos a una misma persona, pero eso es lo que tiene estar ante una ‘librería confinada’ , donde tienes todo el tiempo del mundo, donde nada, ni nadie, te limita, y te lo puedes permitir todo. Hasta hace pocos días, nunca me hubiera encontrado con el dilema de tener que elegir entre estos dos libros …

Ante una ‘librería confinada’ tienes todo el tiempo del mundo, donde nada, ni nadie, te limita, y te lo puedes permitir todo

Siguiendo esta misma línea, justo junto a la pared, hay un libro que todavía lleva la envoltura, curiosamente nunca ha sido abierto. Lo cojo, es de tapa dura, la portada es una ilustración a modo de caricatura, un mago con una sierra en la mano derecha y el cuerpo partido por la mitad, de título: Aventuras de 51 Magos y un faquir de Cuenca, escrito e ilustrado por Ángel Idígoras. M’encurioseix saber un poco más sobre este autor. En la wikipedia aparece como la mitad de la pareja de Idígoras y Pachi, humoristas gráficos, que en su momento publican en El MundoEl Jueves … Me da curiosidad también saber cómo llegó este libro a casa, aunque sé a quién iba dirigido. Me lo reservo para Xavier.

Un buen regalo, por segunda vez, espero que esta vez sí se desenvuelva y podamos ver su interior. Pero no me quiero quedar con el primero que ha caído en mis manos… los ojos recorren la estantería superior y veo que la cosa va de padres. Ante mí aparece Pares i Fills. L’aventura de trobar-se avui, de Francesc Torralba, y al lado Condició de pare, del escritor y periodista Joan Barril, publicado por RBA, 1998. Me decanto por este, l abro y una dedicatoria con mi letra me confirma que tuvo una primera vida hace 22 años, cuando nuestro hijo tenía casi 2 años.

Así que iba mirando y buscando los libros para regalar este Sant Jordi, y me sentía que traicionaba a los libreros y libreras, pero creo que no es así. Dar una segunda oportunidad a los libros, que vuelvan a ser “nuevos”, ediciones agotadas, que vuelvan a ser leídas, que lleguen a manos de quien tal vez no los habrían leído nunca y al mismo tiempo dar la oportunidad de recibir un libro y poderlo leer, este 23 de abril de 2020, de Sant Jordi en confinamiento.

Y paso de nuevo por los diferentes estantes, poesía, novela, cine, historia… e intento encontrar un título que ellos y ella nunca hubieran escogido, un título que me enamoró hace mucho tiempo, y aquel otro que aún lleva el punto de libro, testimonio que alguien lo empezó y lo dejó, quizá por algún otro que parecía ser más interesante… Y les quito el polvo, y les escribo una dedicatoria encima de la otra ya existente…

Escucho las noticias, parece que los libreros y editoriales proponen celebrar “El Día de Sant Jordi” más adelante … Entonces volveremos a ser libres, a salir de casa, pasearemos por las calles, entraremos en las librerías, donde los estantes serán llenos de libros nuevos y relucientes, acabados de publicar, todas las novedades, y preguntaremos a la librera si hemos escogido bien.

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