Il·lustració d’Eugènia Trallero

Vecinos que increpan desde los balcones a las personas que pasan por la calle. Si no llevan bolsa de la compra o perro, ¿para qué salen? ¿Se saltan el confinameiento? Ante la duda, el grito. Cualquier presencia aparentemente no justificada en la calle pasa a ser el enemigo. ¿Por qué él o ella puede y yo tengo que observar el mundo desde mi balcón?

No negaremos aquí que hay quien se salta el confinamiento, pero no sabemos si la persona increpada es trabajadora esencial, si va a cuidar a una persona dependiente o si va a un hospital. Lo que nos revela esta conducta es que la incertidumbre del momento nos lleva a una necesidad imperiosa de controlar todo aquello que podamos controlar. Y gritar a un viandante que, creemos, actúa de forma contraria al bien común, es una manera de hacerlo.

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