Lo confieso: hace días que leo artículos sobre cómo puede ser el mundo después del coronavirus, buscando un poco de luz. Angustiada por las trágicas cifras de personas muertas y hospitalizadas, por la situación en las residencias de ancianos, por los rumores de lo que puede pasar en otoño si se produce un rebrote de la epidemia…

Y como me pasa a menudo, he echado de menos la mirada de género en algunos de los apuntes propuestos para un mundo post Covid-19. ¿Esta pandemia nos afecta especialmente por el hecho de ser mujeres?

Las mujeres son mayoritariamente responsables de los cuidados a menores, personas mayores y dependientes, tanto en el ámbito familiar como en el sector de la salud. En España el 75% del personal sanitario con Covid-19 son mujeres y soportan una carga superior en esta crisis sanitaria, con trabajos que requieren más proximidad con el paciente y, por tanto, más riesgo.

La seguridad personal de muchas mujeres también está en peligro. El aislamiento y confinamiento domiciliario, el distanciamiento social, las restricciones de la libertad de circulación nos protegen del virus, pero para algunas mujeres el precio ha sido muy alto: quedarse encerradas en casa con su agresor. Las medidas para combatir la Covid-19 son, justamente, las que favorecen la os maltratadores. En Catalunya las llamadas al teléfono contra la violencia machista pasaron de 724 en febrero, a 1.124 en el mes de marzo, mientras que las denuncias (por la imposibilidad de hacerlas), se han reducido un 37% desde el inicio del estado de alarma a mediados de marzo.

En Catalunya las llamadas al teléfono contra la violencia machista pasaron de 724 en febrero, a 1.124 en marzo

Además, en lo que al mercado laboral se refiere, las mujeres representan un alto porcentaje de quienes trabajan a tiempo parcial y en sectores informales. Sufrirán la pérdida de trabajo y los devastadores efectos socioeconómicos. Por lo que sabemos de crisis anteriores, también les costará más reincorporarse al mundo laboral.

Además de las consecuencias causadas directamente por la enfermedad, las mujeres sufren también la dificultad de acceder a servicios básicos de salud materna. Cuando la atención sanitaria está tensionada, quedan afectados los servicios a mujeres y niñas, especialmente relacionados con los derechos sexuales y reproductivos. En Polonia, durante el estado de alarma, se han debatido proyectos de ley para prohibir el aborto y aprobar leyes retrógradas sobre educación sexual, unas iniciativas que, temporalmente parecen paradas, gracias a un potente activismo virtual ejercido por organizaciones de mujeres y defensoras de derechos humanos en tiempos de confinamiento.

No es ninguna sorpresa que algunos países estén aprovechando el desorden global provocado por la pandemia y que nadie mira, para dar pasos atrás en derechos y avanzar en agendas regresivas para las mujeres. En Polonia, un país donde los derechos sexuales y reproductivos ya están muy limitados, la educación sexual es esencial para ayudar a las personas jóvenes a tomar decisiones sobre asuntos como el consentimiento, los anticonceptivos y la prevención de las infecciones de transmisión sexual. Seguiremos vigilando cada movimiento de las autoridades para asegurarnos de que estos proyectos de ley regresivos no siguen avanzando cuando inevitablemente reaparezcan.

Este confinamiento ha incrementado nuestra presencia en internet, y no es ningún secreto que Internet es un lugar temible y tóxico para las mujeres… la misoginia, el acoso, los insultos y los abusos también tienen vía libre desde el anonimato y la omnipresencia de las redes sociales.

Este confinamiento ha incrementado nuestra presencia en Internet, y no es ningún secreto que Internet es un lugar temible y tóxico para las mujeres

Así que sí, que no es aventurado decir que esta pandemia afecta de forma particular a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Aunque no nos podemos hacer a la idea de las consecuencias económicas, sociales o de salud física y mental de esta pandemia para el conjunto de la sociedad. Es demasiado pronto para predecir nada, pero por la experiencia de crisis anteriores, hombres y mujeres sufrirán las consecuencias de forma desigual y las mujeres nos encontraremos en desventaja.

Es momento, pues, de construir de nuevo, abordando esta crisis global con perspectiva de género, identificando las vulnerabilidades y los riesgos que enfrentamos las mujeres por las desigualdades y roles de género tradicionales. Haciendo que las principales expertas, las propias mujeres, participemos en todos los esfuerzos de preparación y respuesta. El mundo no debería ser el mismo después de la Covid-19: evitemos los errores del pasado y diseñemos respuestas a la crisis con una perspectiva de género desde el minuto cero de la reconstrucción una vez superada la emergencia sanitaria.

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