El último libro de Najat El Hachmi, Sempre han parlat per nosaltres, (Editorial Grup62) se define en la portada como “un manifiesto valiente y necesario”. Se publicó en septiembre del año pasado y reflexiona sobre ‘feminismo e identidad’. Provocó bastante revuelo por su crítica a la defensa que hace una parte del feminismo progresista del uso del velo. Como la gran mayoría de temas de debate, ha pasado a un segundo plano ante la pandemia de la Covid-19 que monopoliza prácticamente la información y todos los debates, estos días.
¿Cómo está viviendo la experiencia obligada del confinamiento?
Depende del día, del minuto, de la hora. Con un poco más de tranquilidad, de resignación que los primeros días. Con la sensación de volver a otro momento que ya habíamos vivido no hace mucho. Estoy intentando no pensar en el futuro, porque no tenemos elementos para preverlo. Adaptándome a esta incertidumbre. Yo no he conocido otra cosa que la incertidumbre, como toda mi generación. Ahora, sin embargo, la circunstancia actual es muy, muy extraña. Sé lo que estoy haciendo, lo que me está pasando a mí y a las personas cercanas pero no sé interpretar la situación. Hay días que me informo muchísimo. Hay días que no me informo nada. Independientemente de una cosa o la otra no entiendo muy bien lo que está pasando. Hay muchas cosas que me llaman la atención, muchas cosas que me sorprenden.
No parece que haya nadie que sepa muy bien cómo será este futuro
Habría que encontrar un adivino. Nunca había ocurrido algo así. Incluso, las personas relevantes en el campo de la economía o en otros campos no lo tienen claro. Es como estar viviendo una situación irreal. Estar todos encerrados al mismo tiempo no había pasado nunca a lo largo de la historia. Los primeros días cuando comenzó la pandemia se comparó mucho con la gripe de 1918 pero entonces, quizá porque los conocimientos médicos no lo permitían o porque la organización social no lo facilitaba, no se impidió que la gente se moviera de su casa. En El Quadern gris (Josep Pla) sabemos que se cerró la universidad pero no se impidió la circulación absoluta.
Como ciudadanos estamos dispuestos a seguir las normas sanitarias pero, a veces, hay cosas que te dan un poco de angustia, que parecen arbitrarias. Me preocupa si se nos volverá a limitar los movimientos, a normalizar métodos de control de la ciudadanía. Suena muy distópico pero leí a Snowden no hace mucho y no dejo de pensar en ello. El 11-S sirvió para que nos despojáramos en los aeropuertos de todo lo que llevábamos encima, incluso de la dignidad, y quizás ahora se instaurarán nuevas normas de control de las personas que no sé hasta qué punto estarán justificadas.
El 11-S sirvió para que nos despojáramos en los aeropuertos de todo lo que llevábamos encima, incluso de la dignidad, y quizás ahora se instaurarán nuevas normas de control que no sé hasta qué punto estarán justificadas
¿Qué piensa de la respuesta que se ha dado desde la política?
Ha habido de todo. Estoy bastante harta de según qué comportamientos. Pero ya hace tiempo. La política es muy diversa. Me ha parecido muy grave que se utilicen los muertos para hacer política. Cuando estaban los atentados de ETA lo habíamos visto hacer mucho por parte de cierta política. Nos escandalizaba y nos parecía tremendamente horroroso. Aquí lo hemos hecho y no se ha escandalizado nadie. Lo encuentro gravísimo.
España es uno de los países donde menos colaboración ha habido entre el gobierno y la oposición. En Portugal, el jefe de la oposición dijo inmediatamente que se ponía al lado del ejecutivo
Siempre se decía que queríamos ser como Portugal y ahora no nos estamos comportando como ellos precisamente. Hay crispación, manipulación continua, mentiras… Viene de tan lejos que no sé decir cuál fue la última vez que los políticos me respetaron como ciudadana. La sensación que me da es que lo que es gobernar ha quedado en segundo término y no tiene ninguna importancia y que lo único que importa es la comunicación política, el impacto mediático, y que cualquier cosa es válida para conseguir este impacto.
Tenemos muchas figuras en el espacio político que nunca han tenido una experiencia de trabajo real en cualquier ámbito que no sea el de la política. Y estos días parece que vale más el impacto que tiene un político en la población, que lo que significa realmente la política, la gestión, resolver los problemas de la ciudadanía, tomar decisiones importantes. Tenemos muchísima gente cobrando unos sueldos indecentes por lo que hacen que nunca se han encontrado en la situación de resolver ningún tipo de problema y, al mismo tiempo, tenemos una base importantísima de población que se dedica a cuidar de los demás, sostener la vida misma y hacer tareas fundamentales para la supervivencia de la vida que están en las antípodas de este tipo personajes.
Hay muchísima gente cobrando sueldos indecentes por lo que hacen y, al mismo tiempo, una base importantísima de población que se dedica a cuidar y sostener la vida que está en las antípodas
Estos personajes están en la política pero también en otros sectores
Hablamos de política pero podemos hablar de otros ámbitos. Hay figuras que tienen una sobredimensión en la sociedad que vivimos, que cobran unas sumas ingentes de dinero para hacer cosas absolutamente inútiles mientras que las personas que son tremendamente útiles y hacen tareas fundamentales tienen unos sueldos de miseria y sufren una precarización cada vez más insostenible. La precarización no es de ahora. Había empezado mucho antes. Yo antes de dedicarme a escribir había estado en muchos de estos trabajos y mucho antes de la crisis ya se iban viendo cambios en los convenios laborales, medidas que se tomaban que iban en esta dirección.
Lo sufrí cuando fui camarera de hotel. En la sanidad también lo hemos vivido. Es el momento de hacer memoria. Se ha muerto más gente en Madrid y Catalunya y son las dos comunidades donde ha habido los recortes más bestias en sanidad. No tiene ningún sentido que estemos organizados de esta manera, que los trabajos vitales sean mal valorados tanto económicamente como a nivel de prestigio social y que por trabajos inútiles se paguen morteradas.
Es insultante ver a los futbolistas jugando a la Play en sus mansiones. Pensemos en lo que cobran por perseguir una pelota y lo que cobra un investigador o una enfermera. O que haya más preocupación por cuándo se podrán entrenar los futbolistas que por cuándo abrirá la librería del barrio, que está haciendo actividades culturales y te está dando una vida social que es impagable. Esto es un síntoma del país en que vivimos.
El gobierno catalán ha acusado al español de recentralizar la administración y está permanentemente a la contra de sus decisiones.¿Era inevitable vista la tensión entre los dos ejecutivos los últimos meses y años?
Ves que el gobierno catalán defiende una cosa y pasa a defender la contraria cuando la defiende el gobierno de Madrid. No cuadra mucho. No sé si habíamos llegado a unos niveles de degradación tan importantes de una institución tan relevante para toda la ciudadanía de Catalunya como es la Generalitat. Y esto hace que, para muchas personas, acabe convirtiéndose en totalmente irrelevante. Al principio tenía la sensación de caos absoluto. Y de muchas mentiras también. La Generalitat no puede sacar pecho de la gestión que ha hecho de la crisis, entre otras cosas porque la información que daba la OMS la tenían también igual que el gobierno español desde hacía semanas y, en cambio, seguían haciendo las actividades con normalidad.
Todo el mundo se ha equivocado al no considerar los riesgos de la pandemia. Se equivocó Italia. Nos equivocamos aquí. No puedes sacar pecho. Una semana antes estábamos haciendo excursiones e historias. No puedes decir que si lo hubieras gestionado tú lo hubieras hecho mejor. Me parecen unas afirmaciones incluso racistas, en el sentido de que “nosotros lo habríamos hecho mejor porque somos nosotros”. Estoy hasta la coronilla de este tipo de discursos con los que no me siento identificada.
Las personas que no hemos nacido en hogares catalanes no nos hemos incorporado a la catalanidad porque ser catalán sea mejor que ser otra cosa. Lo hemos hecho porque es el lugar donde hemos ido a parar y todos los lugares son válidos. Lo que no puedes decir es “nosotros lo habríamos hecho mejor” cuando se te están muriendo miles de personas en las residencias, que han sido mal gestionadas. Con tantos muertos, con tantos cadáveres no puedes estar sacando pecho. Es un insulto para la ciudadanía, un insulto para la inteligencia y un insulto, sobre todo, para las familias que han perdido seres queridos. No creo que se pueda llegar a niveles peores de degradación que con esta forma de hacer política.
Decir que si tú hubieras gestionado la pandemia, lo habrías hecho mejor me parece incluso racista, en el sentido de que “nosotros lo haríamos mejor porque somos nosotros”
¿Fue a la manifestación del 8 de marzo? Desde sectores de la derecha se asegura que facilitó el contagio masivo de la Covid-19 y acusan al gobierno por autorizar las manifestaciones de ese día
Hice muchas actividades, charlas, viajes, alrededor de aquellos días. Yo seguía las indicaciones de la información que me iban transmitiendo. Estuve en Portugal, en febrero, en el ‘Correntes d’Escritas’, donde también asistió el escritor Luis Sepúlveda, que murió después por el coronavirus. Había alguna posibilidad de que me hubiera contagiado y me estuve informando. El cartel oficial que me enviaron desde Sanidad en Catalunya decía que sólo tenía que tomar medidas si presentaba síntomas.
Quizás en ese momento no se previó que podía ser tan grave aquí como había sido en China. Lo puedo entender pero como ciudadana no tenía ni el conocimiento ni la información para tomar decisiones por mi cuenta. Si para algo sirve tener autoridades y autoridades sanitarias es que sean ellas las que se preocupen de estas cuestiones.
¿Confía en las autoridades sanitarias?
Confié en que se habían informado mucho mejor que yo. Me dirigí a la autoridad sanitaria más cercana que tenía, que es la catalana. En todas partes se estaba diciendo lo mismo y dando las mismas consignas. Decir que la culpa del coronavirus es del 8M es aprovechar la ocasión, porque se hicieron muchos actos deportivos, un equipo de fútbol se fue a Italia cuando este país estaba en una fase más avanzada, se hizo el acto de Vistalegre, el de Perpiñán. Es absurdo culpar al 8M.
Pero tampoco me parece bien utilizar esto desde la institución para decir que cualquier tipo de crítica al gobierno es pura y simplemente machismo porque entonces estás perjudicando al feminismo. Asume tus responsabilidades si estás en un cargo de gobierno. Quien las asuma, ya que estamos pagando para que lo haga, se supone que debe tener más idea que nosotros de lo que está haciendo. Se da mucho esta inercia de no tener discurso propio, que todos los discursos sean a la contra de lo que está diciendo el otro, y sobre todo ahora que tenemos un enemigo claro y visible que es la extrema derecha. Decir exactamente lo contrario de la extrema derecha y tirar balones fuera cuando te piden explicaciones.
No se puede decir que cualquier crítica al hecho de no haber anulado los actos del 8M sea machista. Hay críticas machistas, incluidas las de la extrema derecha, pero también alguien debería reconocer que no se hicieron las cosas como debía. Esto debería formar parte de la normalidad política, que aquí no pasa nunca. Nadie se disculpa de nada. Nadie dice “me he equivocado”. Es muy extraño. Me quedo sorprendida de que la gente no se equivoque nunca. Si no lo dicen es porque no se deben equivocarse.
No se puede decir que cualquier crítica al hecho de no haber anulado los actos del 8M sea machista. Las hay, pero también alguien debería reconocer que no se hicieron las cosas como se debía
La respuesta de la Unión Europea tampoco ha sido homogénea ni solidaria entre los países que la forman. ¿Aguantará esta nueva crisis?
Al principio vi que Alemania había comprado mascarillas y no las quería repartir y que se culpaba a los países del sur en una actitud muy racista como la que se tuvo en la crisis anterior, que si estábamos como estábamos era por culpa de cómo éramos. Alemania fue prácticamente la colonizadora de Grecia con los bancos atrapados en su crisis. Ahora se verá si Europa sirve realmente para algo o ya es completamente inútil. Veo mucha gente que empieza a tener una actitud euroescéptica a pesar de no haberlo sido nunca. Estando como estamos con el tema Brexit sería muy importante que se notara un proyecto sólido también a nivel económico y que no se deje un país tirado a su suerte. O que la única solución sea el endeudamiento.
No entiendo esto del endeudamiento ni a nivel individual, ni a nivel de Europa, ni a ningún nivel. ¿Por qué hay que volver a endeudarse con un dinero que no vamos a ganar ahora ni ganaremos en el futuro? De qué sirve que te den un crédito que no podrás pagar? O hay una cohesión mucho más importante entre la Europa del norte y la del sur y hay una solidaridad real y mutua y se hace frente a la ofensiva neoliberal, que es muy bestia, o no sé qué utilidad tendrá esta Unión Europea que se basa en unos valores que da la impresión de que ha dejado de lado: el estado del bienestar, no dejar de lado la gente más vulnerable, que el estado sea el garante de la cobertura de las necesidades vitales mínimas y que no sea un sálvese pueda del capitalismo ante las personas que no tenemos nada que hacer a nivel individual. Quisiera una Europa que volviera a sus orígenes. No hay ninguna otra experiencia en todo el mundo como esta. Y ahora no contesta. Parece que esté fuera de cobertura.
Fuera de Europa tenemos líderes como Donald Trump, Boris Johnson o Jair Bolsonaro. El panorama no es muy ilusionante. No hay protecciones de ningún tipo. La imagen que me viene todo el tiempo de este capitalismo tan salvaje es la de Saturno devorando a sus hijos. Estás devorando la vida de las personas cuando no pones suficiente dinero para proteger esta vida pero también estás devorando la vida del planeta, los recursos naturales … No es nada razonable ni inteligente. Unos cuantos, muy pocos, nos devoran a nosotros. Será insostenible incluso para el propio sistema. Sin vida no hay nada.
Esta pandemia está afectando, sobre todo, a países del Primer Mundo. No estábamos acostumbrados a situaciones como ésta. Parece que llega al Tercer Mundo con menos agresividad
De momento está afectando poco. En Marruecos han tomado unas medidas muy drásticas. Hay una diferencia muy importante que es la juventud de la población. La pirámide demográfica es muy diferente. Va llegando a todas partes de manera escalonada. En lugares donde no hay condiciones sanitarias básicas puede ser devastador.
De esta experiencia ¿saldrá una sociedad más solidaria, una economía más crítica con el sistema capitalista, o se repetirá la respuesta a la crisis anterior, con un incremento de la brecha entre ricos y pobres?
Depende de lo que hagamos, depende de la memoria que tengamos de los peores momentos. Se supone que cuando pasas por un momento muy difícil has de aprender algo pero la experiencia también nos ha enseñado que muchas veces te olvidas. La lección que deberíamos sacar de este momento es la importancia, primero, de la salud pública y, después, de todas estas tareas que son fundamentales como el cuidado de las personas, que deberían estar mucho mejor remuneradas y prestigiadas.
La pandemia y sus efectos han tapado los diversos debates en los que estábamos inmersos. En su último libro planteaba la contradicción de las feministas progresistas que legitiman el uso del velo y el Islam patriarcal
Pues sigue teniendo importancia. La cuestión del feminismo es más relevante que nunca. Una de las cosas que nos debería estar preocupando es que en situaciones de violencia de género haya tantas mujeres que estén confinadas con sus maltratadores. En la cuestión que he tratado, relativa a la falta de posibilidades de liberación por parte de muchas chicas jóvenes, en el confinamiento se truncan completamente. Las que están en estas situaciones aguantando como pueden y las que se han ido, reviviendo otras épocas de confinamiento, pero no por ningún virus sino por ser chicas.
De repente hemos recordado aquella época en que para salir de casa teníamos que tener una justificación, no podíamos ir por donde queríamos… Nuestras madres, aún peor. La indiferencia ante estas situaciones es tremendamente preocupante. Y ahora más que nunca. No puedes tener el conocimiento que en tu ciudad o en el lugar donde estás gobernando haya niñas, chicas, mujeres que sufren una falta de libertad simplemente debido a su sexo y que esto te de igual. Observo que hay chicas que son sometidas a unas normas específicas de control represivas y no parece que genere demasiada inquietud, incluso desde ciertos sectores del feminismo, que es de lo que me quejo y me ha sorprendido mucho en los últimos tiempos.
El feminismo es más relevante que nunca. Nos debería preocupar que en situaciones de violencia de género haya tantas mujeres que estén confinadas con sus maltratadores
Y lo ha puesto negro sobre blanco en “Sempre han parlat per nosaltres”
Hay algunos sectores de la izquierda y del feminismo, que espero que sean minoritarios, que se han alineado más con las defensoras y los defensores del hiyab y del sometimiento de la mujer en todo lo que es la estructura patriarcal religiosa, que no con las que hemos sido víctimas de esta estructura. Es una novedad que lamento muchísimo. He crecido con una educación feminista que me ha venido por parte de maestros, de profesores, de muchas lecturas, de referentes muy diversos y nunca habría imaginado que tendríamos un escenario como el que tenemos donde habría alguien dentro de este marco político concreto que se comportara con el islam como no se comporta con la religión católica.
Pensaba que esto era una de esas quejas infundadas de los racistas de toda la vida pero cuando ves según qué cosas te saltan las alarmas. No somos conscientes tampoco de lo que está suponiendo la penetración del fundamentalismo islamista que está educando las juventudes musulmanas en un islam muy reaccionario, que incluso va contra el Islam de sus propias familias, que no admite debate y que, además, es antidemocrático, si es que existe algún islam democrático. Y vemos cómo ante esta penetración no hay ningún tipo de preocupación e, incluso, que los que tienen todos los números para ser fundamentalistas no sólo no son criticados sino que son promovidos públicamente.
¿Cuál es su estado de ánimo ahora?
Tengo bastante sensación de decepción generalizada, de desencanto. Quizás es realismo más que otra cosa, pasar del idealismo al realismo, que la política es como es, que la gestión es como es, que la realidad es como es y que todas aquellas cosas que pensábamos que irían en una dirección, no van. Hay cosas preocupantes. Aparte del desánimo, me preocupa que todo esto acabe con más populismos de todo tipo. El populismo de derechas lo tenemos muy identificado pero me preocupa que nos comportemos como populistas desde otros lugares. Es como si la situación actual nos permita ver las cosas al revés y de forma más cruda.
Ve el futuro con más optimismo o con más miedo?
No quiero pensar en el futuro. Quiero pensar en la novela que estoy escribiendo.


