“Tenemos que llegar a un nuevo contrato social que implique a todos y que nos permita crecer de manera inclusiva y sostenible”. ¿Quién se puede oponer a esta afirmación tan sensata? La ha pronunciado Ana Botín, presidenta de Banco Santander, en una entrevista publicada el pasado domingo en el diario El País. Declara también Botín que “Europa tiene que entender que solidaridad no es caridad, que nos beneficia a todos”. Otra sentencia que podría deducirse que deberían aplicarse no solo a las organizaciones supranacionales sino también a todo tipo de entidades e incluso a las personas; apostar por una ciudadanía solidaria y horizontal que caritativa y vertical.

En el mismo ejemplar del domingo de El País, en su suplemento ‘Negocios’, también aparece Ana Botín. Es en un amplio informe sobre los salarios y las pensiones de los directivos y ejecutivos de las empresas del Ibex-35. Según este informe, Botín cobró el año pasado un total de 9,95 millones de euros entre sueldo y pensiones, lo que representa ingresar 164 veces más que el gasto medio de los trabajadores de su propia empresa, Banco Santander.

Los empleados del Santander registraron en el 2019 un gasto medio de 60.373 euros (salario, cotizaciones sociales y aportaciones a pensiones). ¡Su sueldo es 164 veces más! El salario medio de los españoles el año pasado fue de 27.537 euros. Es decir que Ana Botín cobró 361 veces más que el español medio.

Ya que es más conveniente y beneficioso para todos ser más solidarios, según Botín, ¿en este nuevo contrato social que recomienda la presidenta del principal banco español se incluiría que los españoles que más tienen aportasen más dinero al erario a través de una reformulación profunda de los impuestos? Ojalá así fuera, pero es de temer que pecaríamos de ingenuos.

La misma Ana Botín nos contesta indirectamente esta pregunta en la citada entrevista. Cuando se le pregunta si es partidaria de un acuerdo entre los partidos políticos, dice que necesitamos una visión compartida sobre la España del futuro, pero advierte que “un esquema fiscal que no permita mantener y atraer a España a los mejores emprendedores para crear las empresas del futuro no vale”.

Esto es, ni hablar de subir impuestos. En las dos páginas de la entrevista no hay ninguna otra alusión a la fiscalidad, la hacienda y los tributos, las únicas fórmulas conocidas dentro del sistema capitalista para redistribuir la riqueza y frenar el progresivo incremento de la desigualdad social, que se está acelerando con la pandemia del coronavirus. Claro que una cosa es predicar (solidaridad y contrato social) y otra dar trigo (compartir la riqueza que acumulas y que no agotarán ni tus tataranietos).

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