La mayor parte de gobiernos del mundo se han atrevido a parar, en un determinado grado, la economía para proteger la salud. Es una novedad. La gente, en su mayoría, hemos considerado que estas decisiones eran razonables (a pesar de las incertidumbres y los gazapos), como muestra el cambio de conductas que hemos hecho. Algunos gobiernos de “hombres fuertes” como Trump o como Bolsonaro, en un primer momento Boris Johnson, han preferido proteger los derechos de los contratos mercantiles por encima de los derechos a la vida y la salud de las personas.
Las decisiones que se están tomando en Europa son sustancialmente diferentes que las que se tomaron en la crisis de 2008. Se está optando, también en un grado, por la protección social, la reactivación económica y el endeudamiento en lugar de “austeridad” y recortes.
Los gobiernos reciben presiones muy importantes de las grandes corporaciones y poderes económicos. Si los gobiernos han cambiado la lógica de sus decisiones es porque otra respuesta era demasiado contraria a la opinión pública. Probablemente, el pensamiento de las personas que gobiernan está inscrito en el mismo “sentido común”.
El paro, principal preocupación
Las encuestas de opinión nos dan de vez en cuando aproximaciones muy interesantes a lo que puede ser el sentido común actual. La preocupación principal de la población siempre es el paro, en Catalunya, en España y en Europa. El 94,4% de las personas manifestaban, ya en 2016, que el gobierno debe financiar proyectos que creen puestos de trabajo. El 61,0% entendía que las empresas, los bancos y la industria son la primera influencia sobre el gobierno, y que la mayor parte de los políticos están implicados en la corrupción (84,9%).
Más del 90% reconocía entre los causantes de la crisis a los bancos y la burbuja inmobiliaria. El 93,1% coincide en que la pasada crisis supuso más sacrificios para las personas que tienen menos. La percepción de la desigualdad se manifiesta en un 88% de personas que consideran que hay demasiada distancia entre clases altas y bajas. La desigualdad entre hombres y mujeres era reconocida por el 82% de las personas en España. La segunda preocupación general es la sanidad y la seguridad social, seguida del medio ambiente, que sube posiciones rápidamente. A continuación, desgraciadamente, se sitúa la preocupación por la “emigración”.
En estos últimos años hemos visto movilizaciones globales que se muestran como la punta del iceberg del pensamiento común de una parte muy importante de la humanidad. El ecologismo, con una movilización protagonizada por las personas más jóvenes, pone en el centro el derecho a la vida y el futuro. Contiene una visión del mundo como red interconectada. Es radical en las propuestas de cambios de hábitos y de rutinas, que muchas personas hacen suyas: comida, transporte, consumo… Hace también un cambio aspiracional profundo. El consumismo, la riqueza o el éxito mediático no forman parte de sus valores principales.
Feminismo necesario
El feminismo no es sólo un movimiento de defensa y solidaridad, absolutamente necesario, de las mujeres de todo el mundo. Su radicalidad radica en el cuestionamiento del poder como eje vertebrador de las relaciones humanas. Propone una ética de corresponsabilidad y de cuidados mutuos. Hace aflorar el coste oculto de los beneficios del mundo productivo, el valor del trabajo reproductivo y de cuidados.
Hace unos cuantos años más, el 15M y movimientos similares ocuparon las plazas de muchas grandes ciudades con un discurso que impugnaba la legitimidad de la acumulación de la riqueza. Se puso el foco sobre la corrupción. Era el clamor del 99%. La democracia participativa y global estaba en el centro de sus reivindicaciones. Repolitizó la sociedad, que siente todavía las instituciones como una carga o un enemigo.
La primera gran movilización mundial se había producido en 2003, con el “no a la guerra” de Irak. La paz se convertía en un valor común para la humanidad. El honor y la gloria en la batalla, que había sido un valor reconocido desde la Odisea hasta las películas americanas que han reescrito la segunda guerra mundial, perdía su lugar privilegiado en el imaginario social. Pesaba más la evidencia del dolor y de la injusticia del expolio rapaz.
Rechazo a la discriminación
Quisiera que la reacción al racismo policial de Estados Unidos que se está produciendo en todo el mundo fuera tan potente como lo han sido los movimientos que he mencionado. Que hiciera catalizar el rechazo a toda discriminación, exclusión o segregación humana. Que reconociera las migraciones como constitutivas de la naturaleza humana. Que incorporara el valor de la convivencia como generadora de riqueza, arte y conocimiento. Que produjera cambios en las conductas personales. Que alejara la preocupación por la emigración de los primeros lugares de las encuestas de opinión.
La preocupación por el trabajo no ha dejado de ser principal en todas las encuestas. Sería bueno encontrar una expresión internacional similar a las anteriores. De hecho, la deslocalización del trabajo está en el corazón de la precariedad y la explotación humana, en la huella de CO2, en la propagación de la Covid-19, en la pérdida del control social de los suministros básicos. Algunos gobernantes han hecho políticas públicas para orientar y sostener las economías y han puesto capital público para controlar determinadas empresas. Lo hizo Obama con la Ford, o el gobierno francés con Renault. Europa debería hacer una tarea similar. La opinión pública está mayoritariamente a favor.
Los grandes chasquidos comunicativos de la derecha son la reacción a esta evolución del pensamiento mayoritario. Si quieren mantener los privilegios, las formas de hacer y de pensar que han movido el mundo en el neoliberalismo, necesitan mover los marcos mentales. Si tachan la centralidad del sentido común de extremista y definen otro extremo desaforado, podrían colocar una nueva centralidad mucho más a la derecha.
Retienen el poder mediático y fuentes de financiación enormes, y aún así se les escapa el sentido común. El asalto de los poderosos a las redes ha llegado tarde pero da miedo. En un momento determinado, las redes sociales fueron un vehículo y un foro para las aspiraciones, las razones, los conocimientos de mucha gente que se interconectaron y se reconocieron. Fueron necesarias para la eclosión de estos grandes movimientos transfronterizos. También pueden servir para hacer cuajar una reacción mundial.
Una gran catástrofe como la Covid-19 es un escenario propicio para cambios no lineales. Se están viendo novedades. Pero todavía tienen que pasar muchas cosas. Podemos salir adelante o podemos salir atrás.


