Félix Millet Tusell y Jordi Pujol Soley tienen unas biografías con muchos puntos de contacto. Son de una quinta similar, aunque Millet es cinco años y medio más joven que Pujol. Ambos pasaron por la cárcel hace muchos años. Pujol cuando aún no había cumplido los treinta, porque al sistema franquista no le gustó nada que redactase las octavillas que se lanzaron en el Palau de la Música criticando al dictador que estaba haciendo una estancia en Barcelona. Un consejo de guerra le condenó a siete años de prisión y cumplió tres. Millet sólo estuvo un par de semanas en prisión preventiva por un asunto menos digno. Le acusaban de estafa como directivo de la empresa inmobiliaria Renta Catalana. Al final, lo condenaron a dos meses de prisión y 30.000 pesetas de multa. Tenía 48 años.

El Palau de la Música también los une. Pujol construyó la imagen de luchador antifranquista y catalanista en base a la admiración que generó la acción en el Palau que lo llevó a prisión. En 1990, Millet creó la Fundación Orfeó Català-Palau de la Música Catalana, con cuya presidencia consiguió mucho prestigio y, como se ha demostrado recientemente, mucho dinero. Un dinero que se embolsaba a la vez que un buen puñado se iba hacia el partido de Pujol: Convergència Democràtica de Catalunya.

Millet ha acabado yendo a parar de nuevo a prisión por esta cuestión. Entró el 25 de junio, con los 84 años cumplidos. La condena que le han impuesto es de once años. Es decir, que debería estar entre rejas hasta los 95. En este camino le ha acompañado Daniel Osàcar, que fue tesorero del partido de Pujol. Osàcar tiene 87 años y la condena que le ha caído es de tres años y medio.

Un hermano de Fèlix Millet, Joan, fue consejero de Banca Catalana, la otra pieza clave en la ascendencia que consiguió Jordi Pujol sobre la sociedad catalana. Y otro hermano, Javier, fue candidato a la alcaldía de Barcelona en 1979 en representación de CDC.

El ayuntamiento de Barcelona concedió condecoraciones a ambos. A Millet le otorgó la llave de Barcelona y el tratamiento de señor de Barcelona. A Pujol, la medalla de oro de la ciudad. Unos galardones que han tenido que devolver. Millet también se ha quedado sin la cruz de Sant Jordi que le concedieron en 1999 y no será fácil -aunque nada es imposible en Catalunya- que a Jordi Pujol le cuelguen una, algún día, después de que hace seis años confesara que había escondido una fortuna en el extranjero durante los 23 años que presidió la Generalitat.

El caso Millet ya está sentenciado. Teóricamente, se deberá pasar una larga temporada entre rejas porque no es previsible que el Gobierno le conceda el indulto que ha pedido. Queda por ver, pues, si algún día coincidirá en prisión con el ex-presidente de la Generalitat. Pujol cumplió 90 años el 10 de junio. No son edades para ir a la cárcel. Si hubiera ido por la gestión que hizo de Banca Catalana antes de llegar a la presidencia de la Generalitat, la historia de Catalunya habría tenido unos protagonistas distintos a partir de los años ochenta. Pero hemos tenido lo que hemos tenido.

Quizás una buena conclusión a sacar del repaso a las trayectorias de Fèlix Millet y Jordi Pujol es que es necesario que los ciudadanos se lo piensen bien a la hora de elegir a sus dirigentes políticos y que las administraciones también lo hagan antes de ponerse a repartir cruces y medallas.

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