Los resultados electorales del domingo 12 de julio han revalidado las victorias del actual presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y del lehendakari, Iñigo Urkullu. Una reválida que en ambos casos mejora los resultados anteriores del 2016. Feijóo en porcentaje, pero con los mismos diputados y Urkullu con 3 diputados más. Los socialistas mejoran el resultado en Galicia y en Euskadi. Las confluencias de Podemos son las grandes derrotadas, desaparecen en el parlamento gallego y pierden prácticamente la mitad de la representación en Euskadi. Los nacionalismos aumentan la representación: en el País Vasco, el PNV suma tres diputados más; EH Bildu, cuatro más (mejor resultado hasta ahora). En Galicia el BNG suma trece diputados (el mejor resultado de su historia) y se convierte en segunda fuerza. 

El Parlamento gallego será menos plural, sólo tres fuerzas políticas en vez de las cuatro que tenía. Por el contrario, el Parlamento vasco será más plural, con seis fuerzas políticas en lugar de cinco. Que, de hecho, en serán siete, porque la coalición del PP + Cs supone la entrada en la cámara vasca por primera vez de 2 diputados de Cs. El PP se queda con 3 de los 9 que tuvo en solitario en 2016. Y Vox entra también por primera vez en el Parlamento vasco con una diputada por Álava.

El voto del extranjero podría hacer variar algún diputado de este escrutinio provisional en las dos cámaras, que no afectaría en las composiciones de los gobiernos, monocolor del PP en Galicia y de coalición PNV + PSE-EE en Euskadi. Todo ello en un contexto de rebrotes de Covid-19, con prohibición de votar y por tanto, de negación del derecho a los contagiados en las dos comunidades. Una nueva situación inédita en la democracia española. Unos resultados con un aumento de la participación en Galicia y con la abstención más alta en Euskadi en unas elecciones autonómicas.

Cuarta mayoría absoluta de Feijóo

Alberto Núñez Feijóo ha conseguido su cuarta mayoría absoluta en Galicia igualando las cuatro de Manuel Fraga Iribarne. Feijóo, con una campaña centrada en Galicia, con un discurso galleguista y liberal conservador, ha rehuido de las siglas y del logotipo del PP, y sobre todo de la bronca en contra del gobierno central que caracteriza la política de oposición a las Cortes de Pablo Casado. Feijóo mantiene la mayoría absoluta con 41 diputados y se convierte con el líder de la cara moderada del PP, con aspiraciones a dar el salto a la política estatal.

Ana Pontón, la candidata del BNG, se convierte en la segunda fuerza y ​​líder visible de la oposición, para crear una alternativa al PP de Feijóo. Obtiene un resultado histórico de 19 diputados, y con una campaña transversal ha logrado capitalizar muchos de los votos que en las elecciones del 2016 fueron para las Mareas y Podemos. Pablo Iglesias ha reconocido el fracaso, y “la derrota sin paliativos”. Ha hecho autocrítica y ha asegurado que habrá que aprender de los errores de las divisiones que han tenido en los últimos años.

El candidato del PS de Galicia, Gonzalo Caballero, ha asegurado que la tercera posición, con 15 diputados (uno más de los que tenían) es “un resultado insatisfactorio, que no esperaban y que la derecha continuará gobernando y no hay cambio”. Este resultado, que los deja como la fuerza con menos representación en el parlamento gallego, constata la falta de solidez como alternativa de los socialistas gallegos, que sólo han presidido la Xunta durante la legislatura de Emilio Pérez Touriño como presidente, de 2005 a 2009, con el pacto con el BNG. Entonces los 25 diputados del PSdG y los 13 del BNG sumaron la mayoría absoluta de 38 de los 75 que tiene la cámara.

En este caso, el hecho de que el PSOE encabece el gobierno de coalición en España puede haber favorecido mejores resultados de los socialistas en Galicia. También la gestión de la pandemia de la Covid-19 con el decreto del estado de alarma, entre otras medidas para hacer frente a la emergencia sanitaria, parece que no han influido negativamente en los resultados.

Tercer mandato de Urkullu

Iñigo Urkullu será lehendakari por tercera vez consecutiva. Lo hará gobernando como hasta ahora, con coalición con los socialistas. Los dos partidos del gobierno vasco salen reforzados de estas elecciones: el PNV con tres diputados más y el PSE-EE con uno más. Por tanto, en este caso los partidos del gobierno salen reforzados, y tienen una mayoría absoluta holgada de 41 diputados de los 75.

El cambio que pretendía Podemos de formar un tripartito de izquierdas con Bildu y el PSE-EE, suma aritméticamente pero es menor que la suma de PNV y PSE-EE. Ya no se pudo configurar en 2016 cuando Podemos era tercera fuerza, y mucho menos ahora que Podemos ha pasado a tener seis diputados de los once que tenía y pasa a ser la cuarta fuerza del parlamento.

EH Bildu, con 22 diputados, se consolida como segunda fuerza en la cámara vasca y es la fuerza política que más crece: gana cuatro diputados más. Se consolida también como un independentismo de izquierdas alternativo al nacionalismo de centroderechista del PNV.

El PP en Euskadi es la cruz de la cara de Galicia, la apuesta personal de Casado por Carlos Iturgaiz deja el partido con los peores resultados de su historia. El experimento de la coalición electoral con Cs no ha servido para obtener más apoyos, todo lo contrario: de los nueve diputados que tenía el PP en solitario en 2016, la coalición pasa a tener cinco (3 del PP y 2 de Cs). Por tanto, ha salido beneficiado Cs que, gracias a la coalición, obtiene representación por primera vez. La campaña en Euskadi de un PP radical tampoco ha servido para frenar la entrada de Vox en la cámara vasca, que tendrá por primera vez una diputada de la ultraderecha. El escaño es por la circunscripción de Álava.

Las urnas y la Covid-19

Un mal precedente democrático ha sido la prohibición del voto a las personas que habían dado positivo por PCR de la enfermedad. Si la situación de la pandemia en abril ya obligó a suspender estos dos comicios, y los responsables sanitarios ya habían advertido de los posibles rebrotes, se tenían que haber previsto medios alternativos para poder garantizar el derecho a voto de estas personas. Bien electrónicamente, bien mediante urnas itinerantes.

Resulta inconcebible, aunque no lleguen al millar de personas entre las dos comunidades que no han podido ejercer el derecho a voto por la enfermedad, que éste no se haya garantizado y más cuando, en definitiva, hemos estado confinados tres meses y funcionando con teleconferencias, teletrabajos, reuniones virtuales. Hay que modernizar también la normativa electoral y aprovechar los medios electrónicos para incentivar la participación, una participación que en estos dos comicios autonómicos ha quedado por debajo del sesenta por ciento.

Share.
Leave A Reply