El documental Balseros es el más conocido de su producción audiovisual, porque fue nominado a los Oscars como mejor película documental en 2004. Carles Bosch tenía entonces 50 años, llevaba muchos dando vueltas por el mundo como periodista desplazado a zonas de conflicto. Los primeros pasos como reportero los hizo para el semanario Interviú. En 1984 entró en TV3 y con esta credencial presenció e informó desde escenarios tan diversos como Afganistán, Irán, Chad, Filipinas, Cuba, México, Haití, Nicaragua, Israel o los Balcanes.
En Sarajevo interrumpió su trayectoria periodística para dirigir durante más de un año la Oficina de Ayuda Humanitaria que instaló el Ayuntamiento de Barcelona, cuando Pasqual Maragall era alcalde. Cuando Maragall enfermó de alzheimer, Carles Bosch le siguió durante dos años y elaboró el documental Bicicleta, Cullera, Poma. Con el dinero de la quita de TV3, cuando salió a raíz de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), inició el documental Petitet, en el que nos descubre la historia del rumbero Juan Ximénez. Hoy por hoy, Petitet, documental que inauguró el festival DocsBarcelona de 2018, es su último trabajo.
¿Cómo ha vivido estos meses de confinamiento?
Bien. Cumpliendo. Soy cumplidor. Como cuando subo en un avión y doy por hecho que el piloto sabe lo que se hace, ¡y mira que me ha tocado coger aviones extraños en mi vida! Quizás habría tenido dudas según quién hubiera gobernado pero tenía la sensación de que entre unos y otros, aunque se dieran de hostias, lo que me estaban diciendo que había que hacer, tenía que hacerse. Cuando llevábamos dos semanas de confinamiento, leí un artículo que hablaba de las fases que los psicólogos preveían durante el confinamiento y creo que acertaron. Unas primeras semanas en las que íbamos despistados, que todo eran chistes, bromas, como si no pasara nada.
Después, la gente comenzó a cerrarse en su mundo y ya no había chistes. Decían que la fase más difícil era el anterior a cuando todo acabara. ¿Y ahora qué? Nos encontraremos con el mundo que teníamos antes, el global y el pequeño. Cuando llegaba el momento de ponerse las pilas de nuevo, después de la pausa del confinamiento, volvían los fantasmas de siempre, los miedos. La gente con la que hablaba y yo mismo nos dábamos cuenta de que seguíamos esta pauta. Yo no lo viví mal porque no estaba demasiado satisfecho con como me estaban yendo las cosas. Tampoco se detuvo nada especial en mi vida. Estaba, precisamente, en un momento en el que me preguntaba qué hacer con mi vida, mi profesión, con mi edad, mi cuerpo.
¿El confinamiento no cambió mucho su vida?
Interrumpí un curso presencial de guión y dirección de documentales que estaba haciendo para una academia y ahora lo he retomado online. Continué en contacto con los alumnos durante el confinamiento. Aproveché para hacer una playlist de quince horas. Estaba tratando de hacer deporte. Nunca en mi vida había hecho bicicleta estática y el día antes del confinamiento me compré una. Al día siguiente estaban agotadas. He hecho bicicleta estática cada día y, ahora que se ha acabado el confinamiento, me da mucha pereza continuar, pero, de momento, lo hago. Por otra parte, me estalló el ordenador el día antes del último día que aún podíamos estar en la calle y fui a comprar uno. Sin bicicleta estática y sin ordenador no sé qué me habría pasado. El primer día tuve sensación de guerra.
El primer día del confinamiento tuve sensación de guerra
Nos vuelven a confinar, ahora voluntariamente, en el Área Metropolitana de Barcelona y el Segrià por el aumento de casos positivos. ¿Cómo lo encaja?
Pocas horas después de que la Generalitat anunciara el confinamiento voluntario, 300.000 coches salieron de Barcelona. Demuestra que lo estamos haciendo mal todos. Yo igualaría el nivel de culpas.
¿Ha aprovechado para imaginar nuevos proyectos, aventuras nuevas?
Me he comido bastante el coco, como todo el mundo. He visto todas las carencias que tengo, por mi culpa o no. Yo diría que de ánimo he estado muy bien. Estuve animando a la gente. Llamé a Milán a una amiga y a la residencia donde había estado mi madre, por si querían voluntarios. Pero no me querían de voluntario, por mi edad. Después empecé a encerrarme, a no ser tan simpático, a no llamar tanto para animar a la gente. A partir de las siete de la tarde ya no llamaba nadie, ya no llegaban WhatsApp. Era un momento triste. Se hacía de noche y ya no había comunicación con el exterior.
¿Ha tenido personas cercanas que hayan sufrido la enfermedad, que hayan muerto?
Muchas muertes de padres y abuelos de gente que conozco. Quien murió en Argentina es Carlos Bosch, fotógrafo, con quien había coincidido y trabajado en el Grupo Zeta.

De todos los escenarios de conflicto que ha visitado, que ha documentado, de los que ha informado, ¿cuál le ha dejado un impacto personal más grande?
Los Balcanes. Bosnia. Había estado en conflictos donde te la jugabas un poco, donde la guerra pasaba al otro lado y estabas cuando te dejaban ir. Recuerdo especialmente un episodio cuando entramos en Irak en un helicóptero iraní durante la guerra entre ambos países, volando muy bajo para que no lo detectaran… Pero lo de estar en un lugar, tener muy claro quiénes son los agresores, ver cómo la comunidad internacional no hace nada… Bosnia nos cambió la vida a muchos periodistas. Veíamos que nuestro trabajo era necesaria pero no suficiente, y esto provocaba una gran frustración. Murieron muchos más periodistas que cascos azules. Los únicos que contaban la verdad eran los periodistas. Coincidió con el despertar de la sociedad civil aquí, con la creación de Europa por Bosnia. Sucedió en muchos países y fue el resultado de la tarea de los periodistas.
Conoció a Pasqual Maragall a raíz de aquel conflicto
Me llamó en septiembre del 92, cuando yo había vuelto de hacer mi primer reportaje en Bosnia. Me invitó a cenar en su casa, me dijo que había visto mi reportaje y que había entendido que era una ciudad defendiéndose. Mi reportaje enseñaba el día a día de los ciudadanos, cómo intentaban defenderse de todo un monstruo, con una comunidad internacional que seguía bendiciendo este monstruo. Logró que otras ciudades se sumaran a la solidaridad con Sarajevo. Vas a Sarajevo y te encuentras la plaza Maragall. Cuando anunció su enfermedad, le invitaron para hacerlo ciudadano de honor. Estaban conmovidos porque los ayudó mucho durante la guerra.
La guerra terminó, pero el conflicto continuaba y había que tomar decisiones políticas. Allí no había embajada española; no había nada.
Dio el salto del periodismo a la gestión humanitaria. Fue durante más de un año responsable del Distrito 11 de Barcelona en Sarajevo
Esto fue terminada la guerra. Diferentes ciudades del mundo siguieron su ejemplo de crear un distrito nuevo que representara el compromiso con Sarajevo. Maragall quería que la oficina de Sarajevo la llevara alguien que conociera el conflicto. No había embajada española. No había nada. La Oficina del ayuntamiento de Barcelona, aunque estaba pensada para la ayuda humanitaria, hacía de todo. La guerra terminó pero el conflicto continuaba y había que tomar decisiones políticas.
Supuso un cambio importante en su trayectoria: de periodista gestor humanitario
Sarajevo nos atrapó porque pudimos ayudar a que aquello no fuera más desastre de lo que ya era. Moria gente que estaba con nosotros, nos caían bombas… Si de noche caía una bomba en el hospital de la maternidad y había veinte personas en la calle, diez eran periodistas que habían ido rápidamente a pesar de que los francotiradores los dispararían a ellos y a los diez ciudadanos reconvertidos en bomberos, de la organización de defensa de la ciudad. Nosotros no sólo veíamos claro quién tenía la razón sino que éramos víctimas de los que no la tenían.
Es normal que nos cogiera un sentimiento muy diferente al de otros conflictos donde hemos estado. Éramos parte del conflicto. Llegar a Sarajevo implicaba atravesar el cerco que había hecho el ejército yugoslavo, que te vacilaran porque sabían que éramos periodistas que íbamos a ayudar… El primer conflicto en el que los periodistas empiezan a esconder las identificaciones es el de Bosnia, porque se convertían en objetivos. Los periodistas que estábamos allí nos terminamos amando, respetando. Yo soy un cagado, como cualquier otra persona del mundo. Hay gente mucho más valiente que yo que no pondría un pie allí dentro.
Fue un conflicto muy cercano
Lo que estaba ocurriendo era algo que nos podía suceder a nosotros. Cosas que no habían pasado desde la Segunda Guerra Mundial: campos de concentración, desapariciones masivas, limpieza étnica… A veces decían que esto estaba pasando a una hora y media de avión, frase que a mí me parecía políticamente incorrecta, pequeñoburguesa. ¿Y qué? ¿Y si pasa a ocho horas en Ruanda?
Naciones Unidas es la suma de los egoísmos de los estados, no un consejo de ancianos maravillosos
Pero no se quedó trabajando en la oficina humanitaria del ayuntamiento y volvió al periodismo y los documentales
No, pero tengo un muy buen recuerdo de las iniciativas que sacamos adelante: reconstruir pistas de tenis, llevar chicos tenistas hacia allí, llevar material de peluquerías, universidades que rehacían universidades, hospitales que ayudaban a hospitales… Era imposible dedicarse a algo mejor en ese momento. Además, lo digo de broma pero es cierto: a mí me gustan las señoras exyugoslavas. No estaba en el desierto de un país islámico. Estaba en una ciudad magnífica, con una gente con muchas ganas de vivir y con mucha creatividad. No era Teresa de Calcuta. Fueron dos años y pico espectaculares, con un breve descanso de dos meses porque tenía que ir a rodar parte de ‘Balseros’.
En aquellos momentos, mi vida era otra. Además, dudo mucho de nuestra profesión. Fastidiamos un poco a los gobernantes pero, involuntariamente, formamos parte de la maquinaria. Alejarse durante un tiempo estuvo muy bien para mí. Me costó volver a TV3 y al 30 Minutos. Haces un reportaje, tocas un tema, sale, lo miran unos cuantos catalanes, tal vez alguno de ellos cambia su voto o presiona a los gobernantes. Era un momento en que los gobernantes españoles seguían apoyando a Milosevic y Naciones Unidas seguía con el concepto de neutralidad mal entendida. Naciones Unidas es la suma de los egoísmos de los estados, no un consejo de ancianos maravillosos.
Bosnia ayudó mucho a darse cuenta de ello. Por eso fue la reacción de la sociedad. La gente se dio cuenta de que los que nos mandaban, tanto los más cercanos como los demás, o no eran buenos o no eran listos. Cuando dudas de la utilidad de tu profesión es un poco frustrante.
Me echaron, pero debería haberme ido. TV3 ya no es lo que era

¿Esto lo explica a los estudiantes a los que enseña a hacer documentales?
Sí, pero les animo a que continúen porque, al igual que les digo esto, milito mucho en defender que debemos ser útiles. Nuestra profesión no está pasando un buen momento. Cada vez más estamos trabajando por los intereses de un empresario o hay unas ideologías que cortan nuestra creatividad y nuestro concepto de qué hacer. Yo me encontré en TV3 que una televisión moderna e innovadora se estaba volviendo ramplona. El primer año de la guerra en Sarajevo íbamos mucha gente voluntaria y nuestros medios estaban encantados con nosotros.
El segundo año de la guerra ya costaba un poco más. A la empresa le costaba más dinero. El seguro, si trabajabas en un medio como TV3, era mucho más caro. Hacían números y daban cuenta de que no tenía audiencia. La gente no pone la tele para mirar noticias que acaban mal. Ya sabían que si empezábamos a hablar de Bosnia aquello no sería positivo. El tercer año de la guerra aún es más bestia porque pasan las mismas cosas, y con un asedio las pasas más putas, pero los medios de comunicación ya no estaban interesados en Bosnia. Cuando nos encontrábamos en algún lugar o en algún otro conflicto con periodistas que nos habíamos conocido en Bosnia, nos preguntábamos cómo lo hacíamos.
Algunos habían abandonado la profesión para continuar ayudando a una causa que veíamos muy clara. El tercer año no me enviaron a Bosnia. Al cuarto año hice un reportaje que fue muy bien, fue finalista en Montecarlo, y ayudó a que la gente volviera a salir a la calle. Todos los lunes por la mañana la gente se reunía en la plaza del ayuntamiento para manifestarse en defensa de Bosnia. Yo no hago reportajes para que la gente salga a la calle sino para que se entere de las cosas y, si lo cree conveniente, salga a la calle. Le puse el título Las rosas de Sarajevo pensando en que nos dieran una oportunidad. No le puse Masacre mientras cenas. Teníamos que inventar.
¿Cómo fue la salida de TV3?
Me echaron. Debería haberme ido. TV3 ya no es lo que era. Nos costaba mucho colar lo que creía que teníamos que hacer. También tengo que decir, sin embargo, que pude rodar algunos largometrajes documentales para los que TV3 me concedía la posibilidad de irme fuera con un permiso, utilizar el material que había rodado para ella y buscar un productor. A TV3 le fue muy bien. La primera película que puse en marcha fue nominada a los Oscars. Y vinieron a Hollywood algunos de los que me habían puesto palos en las ruedas. TV3 hizo un negocio redondo con ‘Balseros’, porque estuvo en el 50% del producto final. Pusieron, incluso, una balsa con un contador que descontaba los días que faltaban para la ceremonia de los Oscar.
Nos invitaron a pasar ‘Balseros’ en la prisión de Valdemoro y allí nació mi segunda película, Septiembres. Los reclusos quedaron muy impactados y me pidieron que los filmara mientras hacían un festival de actuaciones musicales. Vi que había una película mostrando que los presos se enamoran como nosotros, son celosos como nosotros. Los directores de documentales van a un lugar porque que pasa algo. Tienes que intentar llegar antes. Si llegas a un campo de refugiados en Ruanda, no hay una persona más idéntica a un refugiado de Ruanda que otro refugiado de Ruanda, no hay una persona más idéntica a un ‘balsero’ que otro ‘balsero’. Igual una semana antes uno era delantero centro del Ruanda Fútbol Club y otro tenía un prostíbulo.
¿Dónde colocas la definición de este personaje? A los alumnos les digo que en una película de ficción esta definición está colocada siempre en los primeros cinco o seis minutos. “Todo parecía normal hasta que de pronto…”. Los periodistas llegamos cuando ya se ha producido este ‘de repente’. TV3 también participó en ‘Septiembres’ y me dio un año y medio para que lo rodara. En Antena 3 no me habrían dado este permiso.

Y después Bicicleta, cullera, poma sobre Pasqual Maragall y el alzheimer
Fue algo similar. En este caso fue la Fundación Pasqual Maragall quien propuso a TV3 hacer un documental y Paco Escribano, que era el director, me llamó y me preguntó si podía hacer una película en lugar de un documental. Confiaba en mí.
Avisé al equipo que dejaríamos de rodar Bicicleta, cullera, poma el día que Maragall no fuera consciente de la película que estábamos haciendo
Debutó de director de TV3 volviendo de los Oscar
De entrada no lo vi muy claro, porque no soy un científico y el alzheimer era un tema nuevo para mí. Pero se me ocurrió, hablando con los Maragall, que podía explicar la enfermedad a través de la familia. Avisé al equipo que dejaríamos de rodar el día que él no fuera consciente de la película que estábamos haciendo.
¿Llegó este momento?
Sí. En una película de ficción necesitas que el protagonista, a los diez minutos de comenzar, dude si una mujer es la suya o una amiga. Pasqual Maragall quiso explicar, delante de la cámara, algo que le había sucedido y que yo sabía off the record que suponía un grado de desinhibición tal que no era correcto que él lo explicara. La familia confiaba en mí y llegué al acuerdo que ellos verían la película antes de estrenarla. También quise que la viera la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer, por si me había quedado corto, y me dijeron que había parado donde debía parar. Vivían experiencias terribles pero entendían que había que poner un límite. La familia se juntó toda, incluido el propio Pasqual, para verla. Tras el visionado, a la una de la madrugada me llegó un whatsapp del hijo pequeño, de Guim. Decía ‘chapeau’. Fue una gran satisfacción.
¿Y esto le hace pensar que debería dejar la televisión?
Todas las cosas buenas que estaba haciendo eran películas documentales en las que TV3 participaba y donde yo me tenía que buscar la vida. No encuentro cada día una idea para hacer una película y mis historias son del tipo de un año en la vida de unos presos o seguir a Maragall sin saber en qué momento tienes que parar el rodaje… Tenía que dejar la tele -como aconsejo a todo el mundo que abandone una trabajo- cuando ya no estás produciendo con placer, te están cortando las alas, ya no hay presupuesto o ideológicamente lo ha convertido en lo que sea.
¿Cómo ve TV3 ahora?
Nos echaron a cerca de quinientas personas, los más antiguos, los que pusimos en marcha TV3. Un medio público debe ser hiperdemocrático. Televisió de Catalunya está claramente a favor del Procés y sólo si hace una televisión muy bien hecha, a todos los niveles, incluso respecto al equilibrio informativo, podrá demostrar al mundo que tiene razón. Echando a los más antiguos incluso echaron a algunos periodistas muy independentistas, pero me consta que en algún momento han sentido vergüenza. La jugada les ha salido muy bien, porque los más jóvenes han sido poco rebeldes.
Ha habido una cierta rebelión dentro de TV3 diciendo que están haciendo una televisión muy decantada pero también me he encontrado con ex compañeros que tenía por muy democráticos que lo justifican, comparándolo con cómo actúan otras televisiones. ¿Qué me estáis diciendo? ¿Debemos compararnos? O soy justo o no soy justo. No puedes decir que eres más justo que otro. En nuestro terreno, en el terreno del periodismo, no valen las comparaciones.
O te dicen que lo hacen para compensar lo que dicen los demás. Si quieres compensar, echa un programa para demostrar las animaladas que dicen otras televisiones y cuidémonos nosotros de decir animaladas. En este sentido, milito. He estado treinta años trabajando en esta tele. Me echó un señor que pusieron de director, que provenía del grupo Godó y que venía para hacer limpieza, que ni siquiera me saludó. No conseguí ni que se reuniera conmigo y me hicieron llegar que me tocaría hacer pasillos. Cuando has estado treinta años en una tele que has visto nacer, que te ha permitido hacer cosas pero a la que tú también le has dado cosas de tu vida…
Cuando seleccionaron Balseros para el Festival de Sundance y vimos que la compraba HBO, me fui a Cuba a picar puertas hasta que conseguí que se estrenara allí y ganó el premio del Jurado. Yo no quería que se viera como una película contrarrevolucionaria. No quería que triunfara sólo en Estados Unidos, por más que fuera en sus ámbitos progresistas. Gracias a ello la peli empezó a hacer ruido.
¡Y que después de eso te echen de la tele! Estuve muy activo contra el ERE de TV3 hasta que se supo que yo estaba en el grupo de los despedidos, porque entonces parecía que defendía mi parcela. No quiero hablar desde el resentimiento. Yo ya no estoy dentro pero cuando algún compañero me invita a una entrevista o a desayunar con él en TV3 voy y la sigo sintiendo como mi casa.
Estoy seguro de que el director, el jefe de informativos o el director del ’30 minuts’ son buenas personas. Pero están tan convencidos de su verdad que la cagan constantemente
¿Tiene remedio TV3?
Es muy difícil. Estoy seguro de que el director, el jefe de informativos o el director del ’30 minutos’ son buenas personas. Parto de esta base pero están tan convencidos de su verdad que la cagan constantemente. Siempre que gobernaba Convergència notábamos mucho la presión. Las únicas veces que había tenido problemas en el ’30 minuts’ o en el ‘Sense ficció’ era haciendo algún tema de Catalunya. “Que dice el conseller que como es que no has entrevistado a nadie de la conselleria“. Más o menos íbamos capeando el temporal.
Joan Salvat me había telefoneado a las tres de la madrugada, llorando, y preguntándome si debía dimitir o no. Existía un comité de empresa que se oponía, pero una buena parte de los trabajadores estaba de acuerdo. No sé si es porque los habían ido poniendo poco a poco o es que aquella generación de periodistas, que no es la mía, pensaba así. También hay jóvenes que no son conformistas. Hay gente allí dentro que lo vive mal. En el sentido ideológico y en el sentido creativo, porque no hay dinero. La modernidad en TV3 es hacer ‘Les de l’hockey’, como por la publicidad que es sacar un beso lésbico, pero no hay modernidad en la forma de hacer periodismo. Cuando empecé en TV3, los sábados por la noche pasaban un programa que trataba de la historia de la música jamaicana. Era un 10.
Ahora está el FAQS
Cuando me echaron a mí estaban los coros del ‘Oh happy day’. Es la Catalunya como es debido. Hay una Catalunya como es debido, que es la que gusta a estos directores y a un buen porcentaje, un porcentaje suficiente, de los trabajadores. Se ha perdido modernidad, se ha perdido rebelión, se han perdido muchas cosas por el camino. Pero sigo diciendo que TV3 sigue siendo hipernecesaria y la cultura catalana, el idioma, está realmente en peligro. La existencia de una TV3 potente, moderna, que llegue a todos, es necesaria. Lo era la TV3 inicial.
Provengo de una familia en la que se hablaba castellano. Mi madre, prima de los Porter Moix, se casó con Ramon Bosch Pérez, que, a pesar del apellido, venía de San Sebastián, hijo de un catalán. Mi padre llegó aquí con más de treinta años y en casa se hablaba castellano. Entré en TV3 con muchas carencias con el idioma. Nunca quisiera hacer una crítica a TV3 desde la no defensa de una cultura propia. La critico porque la están cagando.
Conoció y vivó a fondo el estallido de los Balcanes por razones nacionalistas. Mucha gente de Bosnia decía que no creía que pudieran vivir una guerra como la que sufrieron. ¿La dinámica de los últimos años en Catalunya y España puede derivar en un estallido como aquél?
Una persona con la que tengo amistad, porque la conocí en Bosnia terminada la guerra, es Raül Romeva. En el tema del Procés, yo siempre he estado a favor del derecho a decidir. De los catalanes y de cualquier pueblo del mundo. Fui a votar. Pero han llevado el Procés dejando fuera a mucha gente que estaba a favor del derecho a decidir. Hay algo que sus abogados no han podido decir y que estoy seguro que piensan y es que “los nuestros han hecho algo ilegal porque vosotros estáis haciendo algo inmoral, que es no permitir que los catalanes decidan”. Incluso no lo permiten partidos políticos como el socialista, que llegaron al poder en Catalunya estando a favor del derecho a la autodeterminación. Hay un gran silencio en torno este tema.
Tengo un gran respeto por Romeva y entiendo su reacción, pero no podía defenderse – tal como él hacía- que el mundo nos abriría los brazos. El mundo es conservador. No quiere países nuevos. No se pueden comparar las muchas animaladas que se han hecho contra Catalunya y su cultura con Srebrenica y los cuatro años de asedio de Sarajevo. Me sorprende que una persona que había sido eurodiputado y que conocía Bosnia imaginara que el mundo nos abriría los brazos. Y que quede claro que con esto no estoy diciendo que los catalanes no tengan derecho a decidir lo que quieran. Aquí no pasará lo mismo que en los Balcanes. La gente de Sarajevo me decía, sin embargo, que fuéramos con cuidado porque aquí, a veces, estamos diciendo cosas los unos de los otros tan fuertes como las que se decían en la antigua Yugoslavia.
“Nosotros, el día antes de que comenzara la guerra, habríamos jurado que no habría guerra”, me decían. Y lo dije en un debate en TV3. No gustó. Se estaban diciendo muchas animaladas contra Catalunya y desde Catalunya. Me parece muy bien que TV3 se posicione a favor del derecho a decidir si el Parlament de Catalunya y las encuestas están a favor del derecho a decidir, si das voz a todas las opiniones, a favor y en contra de este derecho. Aquí no pasará lo mismo que en los Balcanes. Me gustaría que hubiera un referéndum de buena ley, sin mentiras de un lado y del otro, que todo el mundo pudiera escuchar a todos, pero creo que sería, hoy por hoy, pedir un imposible.


