Se estrecha el círculo sobre el rey emérito, Juan Carlos I. Cada nueva información llena de oprobio a la monarquía y destapa la gran mentira sobre la que se aguanta. Cuántas veces le habremos oído decir que había que estar unidos, que la justicia debe ser igual para todos, que entre todos superaremos las crisis. Frases vacías repetidas una y otra vez, mientras, cual tío Gilito, se reía de todos nosotros ante la máquina de contar billetes que se había hecho trasladar a La Zarzuela o de todas las ilegalidades cometidas protegido por los poderes del Estado.
Todo lo que sabemos dicta una clara sentencia popular: es un corrupto, debe ser juzgado por ello, ni mereció ser rey (¿habrá que recordar que fue Franco quien lo nombró?) ni merece ser emérito. Hasta los supuestos actos en defensa de la democracia aparecen ahora como lo que realmente fueron, supuestos, y formando parte de una gran operación de ocultación y engaño colectivo para presentar como campechano y “demócrata” a quien no es más que un corrupto incorregible.
Existe una evidente preocupación de los poderes económicos, políticos y del aparato del Estado por el enorme desprestigio de la monarquía y por el temor de que pueda abrirse una crisis de incalculables consecuencias. Para la prensa internacional es un escándalo mayúsculo y el periódico conservador The Spectator se pregunta si Felipe será el último rey de España. Por eso se ha puesto en marcha la operación para salvar la continuidad de la monarquía. Si lo que tienen que ofrecer es la lamentable gira turística de los reyes o apartar al emérito (que parece que se resiste) es bien poco para lo que ha robado y lo que representa de institución parásita y de otra época. Para que haga discursos como su padre, que luego sabemos que no cumple, para que pronuncie cuatro generalidades o se apoye en la barra de un bar como expresión de su máximo acercamiento al pueblo… para eso no se necesita un monarca ni una monarquía.
Si lo que tienen que ofrecer es la lamentable gira turística de los reyes o apartar al emérito (que parece que se resiste) es bien poco para lo que ha robado y lo que representa esa institución parásita y de otra época
Pero las crisis políticas y sociales no necesariamente encuentran un camino democrático y favorable para las clases populares, hay que darles un empujón para que sea posible. La excelente iniciativa de Ómnium Cultural va en ese sentido. La entidad ha lanzado una campaña bajo el lema: “Ayúdanos a denunciar a la monarquía española en el mundo. Hagámosla caer” (Fem-la caure).
Políticamente es una campaña muy clara y tajante (¡hagamos caer a la monarquía!) pero aún lo es más por la importancia y capacidad que ha demostrado Ómnium. De momento las iniciativas que ha tomado son: la petición a Suiza para que bloquee los fondos del emérito; una querella criminal ante el Tribunal Supremo por los delitos de fraude fiscal, corrupción y blanqueo de capitales y contactos con las ONGs suizas de derechos humanos y lucha contra la corrupción para que presionen a su gobierno y congele los bienes que tenga el emérito en ese país.
A nivel internacional el proceso está en marcha. El Consejo Federal suizo ha iniciado la tramitación de la petición de bloqueo. Marcel Mauri, vicepresidente de Ómnium, ha explicado que “la congelación de bienes y cuentas bancarias ha de ser el primer paso para una investigación penal, para demostrar el origen irregular, opaco e ilícito de esta fortuna”. Lo que se pretende es utilizar un mecanismo que fue eficaz contra el ex presidente de Egipto, Hosni Mubarak, el ex presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, y el ex presidente de Túnez, Ben Ali.
Es el momento de unir los esfuerzos republicanos en el conjunto del Estado para que el rechazo a la corrupción monárquica se transforme en un movimiento positivo, alternativo y democrático
Las razones de esta campaña son bien simples: por corrupción, de la que nadie tiene dudas; por antidemocrática, en Catalunya no se olvida el discurso del actual rey el 3 de octubre de 2017 legitimando la violencia policial contra quienes se acercaron a votar el 1 de octubre, además nunca la monarquía fue refrendada por los ciudadanos y porque se quiere una república catalana “donde los derechos civiles, políticos y sociales de todos los ciudadanos estén en el centro y que defenderlos no sea motivo de prisión, represión o exilio”.
Esta campaña visibiliza la ruptura que en Catalunya existe con la monarquía. Una encuesta de este mes de junio indicaba que el actual rey tiene una valoración de 2,7 sobre 10 y que un 56,3% de catalanes consideran que tendría que abdicar. El pasado viernes día 17, los monarcas tenían que visitar Catalunya en esa gira turística que están realizando. La suspendieron sin explicar las razones. Quizás algo tuviera que ver con la convocatoria de acciones de protesta en los lugares que pensaba visitar. Trasladaron la visita al País Vasco, donde también se encontraron con concentraciones de protesta. El lunes 20 volvieron a Catalunya, aunque con la excusa de la emergencia sanitaria solo estuvieron en el monasterio de Poblet, donde también encontraron muestras de rechazo.
La excelente campaña de Ómnium necesitará continuidad y más acciones e iniciativas. Es el momento de unir los esfuerzos republicanos en el conjunto del Estado para que el rechazo a la corrupción monárquica se transforme en un movimiento positivo, alternativo, democrático y republicano de los diferentes pueblos que conforman el Reino de España.


