“Mientras que Daniela Ortiz tiene que huir de España por el racismo indistinto de todos los bandos políticos, el rey de España se va del país, en un simulacro de reprimenda política, a vivir tranquilamente en República Dominicana sin rendir cuentas por su execrable historial”, rugen las redes tras conocerse que el rey emérito huye en un recóndito escondite.
Un dia antes, la activista antirracista, feminista y artista de origen peruano Daniela Ortiz (Cusco, 1985) anunciaba a través de su cuenta de Twitter que se ha visto obligada a huir de su hogar en Barcelona debido al acoso y las amenazas que recibía diariamente por su defensa de los derechos humanos.
“Hace un mes tuve que dejar mi casa, mi barrio y mi vida en Barcelona luego de haber dado unas declaraciones en Espejo Público donde reivindicaba la necesidad de derribar el racismo de los monumentos coloniales”, denunciaba en un tuit en referencia a su entrevista el pasado mes de junio en el programa matinal de Antena3.
Como bien saben, al hilo de las protestas por la muerte de George Floyd, las estatuas y esculturas del mundo se han visto sometidas al escrutinio de la revisión histórica y algunas han sido literalmente tiradas al río, mientras que otras, como la de Winston Churchill han sufrido el ataque inclemente de los manifestantes.
Sea como fuere, Cristobal Colón ha sido también “revisitado” por los activistas de la reescritura histórica y el debate de su presencia en espacios públicos como Barcelona. Para valorar la polémica surgida alrededor de la estatua de Colón, se invitó por vídeo conferencia a Daniela Ortiz.
La artista acabó enfrentándose a la colaboradora del programa Lucía Etxebarría y también a la presentadora, Susanna Griso, que reivindicaba el monumento como “un símbolo de la ciudad” que a ella no le molestaba. “Claro, porque eres blanca y estás de acuerdo con el racismo que se vive hoy en día”, le replicó Ortiz.
La invitación de la artista al programa de Griso no fue en vano. Ortiz denuncia que los procesos de persecución política, criminalización y difamación “son una práctica común de represión en el estado español” y explica que muchos de sus compañeros “han vivido amenazas, juicios y calumnias para acallar sus posturas ideológicas, sus denuncias y su actividad política”.
Daniela Ortiz no se reconoce con el término “activista” porque considera que es un término muy vinculado a una cierta izquierda blanca, a lo políticamente correcto, en ese discurso de regulación de derechos europeo. Prefiere decir militante antirracista o decolonial. Pero, por otra parte, también se reivindica mucho como artista, “un terreno ocupado por la burguesía blanca europea, que es la que decide qué es arte y qué no es arte”, afirma.
Sus acciones relacionados con el Día de la Hispanidad son sonadas. Ofrenda (2012) documenta la sustracción de un presente floral que se depositó en la estatua de Colón y que la artista trasladó a la puerta del Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Barcelona; Homenaje a los caídos (2012), un video que registra la ruta que hizo Ortiz por diversos lugares de Madrid llevando una imagen de una migrante congoleña que fue detenida en el CIE de Aluche y que murió al cabo de 38 días.
El proceso de creación de Daniela Ortiz está muy ligado a su vida cotidiana; tener contextos migrantes cercanos y vivencias propias sobre el racismo y la xenofobia sistematizada, le ha permitido plantear otras narrativas desde lo artístico. Además de los temas relacionados con el racismo y migración que plantean varias de sus obras, el trabajo es un concepto muy presente en Ortiz, relacionado directamente con su experiencia laboral en trabajos subalternos, con sueldos bajos y condiciones pésimas.
Opinar, concebir un marco teórico y discursivo, sobre temas como la inmigración, nacionalidad, género o diferencias entre clases sociales sale caro, sobre todo, debido a la impunidad que permiten las redes para acometer todo tipo de ataques y más aún si son mujeres. Detestada por la derecha e izquierda reaccionaria, condenada por sus opiniones y linchada por las redes, Ortiz es incómoda para el sistema en todos los sentidos.
No es el único caso que hemos conocido los últimos años pero sí es de los pocos que se obstinan en eso de decir lo que piensan, un derecho cada vez más perseguido en España que podría convertirse en un privilegio. De este modo, al ambiente conservador al que nuestros tribunales están sometiendo a los artistas -casos como los de Valtònyc o Pablo Hasél lo atestiguan- hay que sumarle las campañas que desde cuentas como Noticias Gobierno Dimisión de Telegram se realizan en contra de la libertad de expresión.
Ortiz explica en una entrevista concedida a La Vanguardia cómo desde esta cuenta la acusan de “terrorista yihadista” que “alienta atentados inminentes”. La artista denuncia también la difusión de información personal a través de las redes y recibir correos amenazantes: “Barcelona es pequeña y mi rostro muy reconocible”.
“Quizás el miedo está cambiando de bando, quizás los alzamientos anticoloniales les genera ansiedad, quizás creen que persiguiendo voces individuales podrán acallar una voz colectiva que sigue viva después de 500 años de intentos de represión, y es que no, no podrán callarnos”, declara Ortiz.
Su huida va más allá de un delito de opinión. A Daniela la amenazan para tratar de silenciar su mensaje, pero lo único que hacen es darle más fuerza.


