Las crisis han tenido siempre un impacto de clase y de género. La pandemia provocada por la Covid-19 no ha hecho más que magnificar las desigualdades existentes. La fragilidad de nuestras vidas ha dejado al descubierto la toxicidad de la precarización de las condiciones laborales, económicas y sociales que padecemos la clase trabajadora.

El confinamiento ha evidenciado, una vez más, situaciones muy graves, que hemos denunciado insistentemente: ¿cómo se han alimentado todas las criaturas que hacían las comidas en los comedores escolares? ¿Cómo han malvivido las personas sin hogar o las confinadas en viviendas insalubres? ¿Qué ha pasado con las mujeres que sufren violencia machista? ¿Cómo han hecho frente los trabajadores y trabajadoras a los gastos básicos? ¿Quién ha se hecho cargo de las personas dependientes? ¿C´pomo daremos respuesta a todas las personas desempleadas o a las que tienen trabajo pero son pobres?

Si algo ha dejado patente esta crisis sanitaria es que la enfermedad y la salud están determinadas por el sistema socioeconómico, por el capitalismo, que no ha dejado de incrementar las desigualdades en los últimos años

Harta, la clase trabajadora vuelve a plantar cara con vehemencia para decir que esta crisis no la queremos pagar las de siempre. Esta crisis debe dar forma al sistema público de provisión de bienestar y reorientarlo, así como reordenar las prioridades de gasto. Hay que hacer efectiva una respuesta política y colectiva al servicio de las personas. Porque creemos que, en estos momentos en que se ha evidenciado que lo público es el único escudo que tenemos para proteger lo más preciado, la vida, urge la suma de esfuerzos y voluntades para cambiar la realidad actual.

Ahora necesitamos, y así lo exigimos, que los gobiernos se centren en lo urgente, que no es otra cosa que atender las necesidades básicas de las personas

Ahora necesitamos, y así lo exigimos, que los gobiernos se centren en lo urgente, que no es otra cosa que atender las necesidades básicas de las personas (salud, alimentación, vivienda, educación, etc.), necesidades que deben ir acompañadas de medidas económicas para reactivar la economía. Ahora los objetivos esenciales y urgentes son fortalecer los servicios públicos, rescatar a las personas y al empleo. Y para ello, CCOO ha presentado sus propuestas a los gobiernos municipales, porque apostamos por la concertación y los pactos de reconstrucción. Una reconstrucción en la que deben participar todos los agentes municipales y comarcales.

Ahora que el neoliberalismo mira hacia los gobiernos es el momento de hacer política en mayúsculas. Romper con la austeridad impuesta y con las relaciones tóxicas que impone el capital, y apostar por políticas asociadas a la igualdad, al reparto de la riqueza y la justicia social. Saldremos de esta si rescatamos las personas, la salud, la vida y el trabajo. Lo conseguiremos si se deja de recortar en lo que es importante, en lo que es vital.

¡Ah! Y no hay que olvidar que es la clase trabajadora la que genera riqueza o, dicho de otro modo, no es el capital el que crea el trabajo, sino que es el trabajo el que crea el capital.

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