
Cada día vemos cómo la justicia, que debería ser igual para todos, inclina la balanza hacia el lado de los poderosos. Y es que el dinero pesa mucho. Lo vemos con cuestiones relacionadas con la vivienda, cuando siempre ganan grandes tenedores o bancos en contra de familias vulnerables. (Veremos qué decide el Tribunal Constitucional, si la ley de los alquileres aprobada por el Parlamento de Catalunya llega a sus manos).
Ahora, por fin, tenemos casos como el “Kitchen” o el de la familia Pujol sobre la mesa, pero es inevitable la sensación de que todo quedará en humo tan pronto hayan pasado unos meses y la tensión se desinfle. Esto seguramente tiene que ver con la poca confianza que tiene la sociedad en la justicia, ya que durante décadas nos ha ido en contra. Corrupción, estafas o abusos, como los del 1 de octubre, que constituye uno de los casos más flagrantes y evidente. Y eso sólo hablando de nuestro país, pero la cosa va más allá de nuestras fronteras.


