La pandemia de la COVID-19 ha dado en el planeta Tierra el respiro más grande. Durante la primera mitad del 2020 ha habido un “abrupto descenso del 8,8%” de las emisiones de dióxido de carbono (CO₂), de acuerdo con un estudio que estima las cifras diarias a diferentes países y sectores económicos.
“La pandemia está impactando en las actividades humanas, y al mismo tiempo sobre el uso de energía y las emisiones de dióxido de carbono”, resume el grupo de científicos, liderados por Zhu Liu, que ha publicado recientemente el artículo en la revista Nature Communications.
Esta no es la primera vez que la sociedad sufre un cambio en el modelo de vida por un factor relativamente ajeno y repentino. Según los datos del informe, la COVID-19 ha provocado el impacto más grande sobre las emisiones de CO₂ en la historia. El descenso reportado durante la primera mitad del año, de 1.551 toneladas métricas y de un 8,8% respecto del mismo periodo del año anterior, no es comparable con ninguna otra bajada desde que hay datos.
“La magnitud de este decrecimiento es mayor al de las recesiones económicas anteriores o al de la Segunda Guerra Mundial”, insisten los investigadores. Como se aprecia al siguiente gráfico, el descenso en la primera parte del 2020 es de 1,6 giga toneladas de dióxido de carbono. Esta bajada no tiene parangón en la historia.

Desde que se disponen de datos a partir del 1900, solo en 23 de los 120 años se han registrado descensos de emisiones respecto del año anterior. Pero ninguna de las bajadas es similar a la provocada por pandemia de la COVID-19. Las 1,6 giga toneladas menos de CO₂ solo se acercan al descenso de 0,8 que hubo durante la II Guerra Mundial. En aquel caso se emitieron 790 toneladas métricas menos, mientras que la bajada actual, de 1551, es de casi el doble.
En cuanto a la disminución de emisiones por la crisis financiera y económica de finales de la década del 2000, no supone ni una quinta parte del descenso de CO₂ expulsado entre enero y el junio del 2020.
Los expertos, eso sí, matizan que “los primeros meses de 2020 fueron excepcionalmente cálidos al hemisferio norte”. Creen que esto puede explicar una parte de la disminución de emisiones de CO₂ respecto del mismo periodo del año 2019 independientemente de las medidas impuestas por la pandemia. Después de analizar la variación de temperaturas, un “análisis preliminar” les lleva a pensar que el invierno más cálido del normal supone solo un 15% de la bajada de las emisiones. Así pues, el 85% restante del descenso sí que se atribuye a los efectos derivados de la COVID-19.
El trabajo de Liu y sus colegas se basa en numerosas fuentes estadísticas. Las emisiones se calcularon a partir de datos de producción de energía eléctrica, del tráfico diario de vehículos en las grandes ciudades, de los vuelos o de la producción del sector industrial.
El transporte terrestre, el respiro más grande
En lo referente a los diferentes ámbitos de emisión analizados, la aviación internacional es la que ha tenido una bajada más destacada entre la primera mitad de este año y la del anterior. El transporte aéreo, hundido por las restricciones de movilidad entre Estados, ha reducido sus emisiones en un 52,4%. El segundo lugar en la clasificación es para la aviación nacional, que ha contaminado un 35,8% de CO₂ menos que el 2019.
Ahora bien, el descenso más notable en términos de toneladas de CO₂ se reporta en el transporte terrestre, responsable del 18% de las emisiones de dióxido de carbono cada año, según el estudio. “Las contribuciones más importantes a la disminución global de las emisiones el 2020 provienen del transporte terrestre”, con 613,3 toneladas métricas menos. La reducción del transporte terrestre supone un 40% de la reducción de las emisiones de CO₂ provocada por la COVID-19.
La magnitud de este decrecimiento es mayor al de las recesiones económicas anteriores o al de la Segunda Guerra Mundial
La relación con el confinamiento es total. En el caso concreto de China, las emisiones de CO₂ del transporte terrestre decrecieron el febrero un 53,8%, mientras que se recuperaron poco a poco así como las restricciones se relajaban, desde el 25% negativo de marzo al -4’2% de julio.
Completan el podio de contribuciones al descenso de emisiones el sector eléctrico (-341,4 toneladas métricas que suponen el 22% del total de la reducción), el sector industrial (-263,5 Tm y 17%) y la aviación nacional e internacional (-200,8 Tm y 13%).
Barcelona: menos tráfico, menos partículas
El estudio estrenado en Nature es el más completo hasta la fecha. Los investigadores aseguran que antes de su publicación solo existían suposiciones sobre el descenso de emisiones a causa de la COVID-19. Citan, por ejemplo, las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) que estimaba un descenso del 5% entre enero y el abril del 2020 respecto de los mismos meses del 2019.
Otro estudio lo aportó la Agencia de Salud Pública de Barcelona a finales del mes de junio. La ASPB midió las emisiones en una serie de partículas contaminantes que afectan el aire y la respiración de los humanos. Desde el estado de alarma y hasta el 18 de mayo, poco más de dos meses, reportaron una bajada del dióxido de nitrógeno (NO2) del 55%, del 63% en cuanto a carbono negro y del 39% de las micropartícules PM10.
Estos resultados van muy ligados a la disminución del tráfico rodado que sufrió la capital catalana durante el primer pico de la pandemia y el confinamiento estricto. Según los datos del organismo municipal, el tráfico se redujo de media en un 75% a los accesos y en el interior del municipio y en un 70% a las Rondas.
La ASPB apreció que con esta reducción, durante los dos meses estudiados, se evitaron 15 muertos por contaminación.
¿Hasta cuando durará la bajada?
La gran pregunta a responder, de cara al futuro más próximo, es si la disminución de emisiones se mantendrá constando durante el que resto de año. Si bien podría ser una buena noticia por el planeta en el camino a evitar el aumento de 1,5 °C de temperatura, los datos más recientes no parecen indicar que se trate de una tendencia.
Nada más lejos de la realidad, “los efectos de la pandemia sobre las emisiones disminuyeron a medida que se relajaron los confinamientos y se reiniciaron algunas actividades económicas, especialmente en China y a varios países europeos”, explican Liu y compañía. De hecho, los datos reportan que la bajada más pronunciada, con un -16.9% respecto del 2019, fue el mes de abril, cuando China y Europa vivían la primera oleada de pleno.
Para poner un ejemplo concreto, las emisiones del sector energético solo fueron un 1,1% inferiores el junio del 2020 respecto del 2019, mientras que en abril la diferencia negativa era de 9,7%. En China, incluso, ha habido un repunte de emisiones en el mes de mayo, superando el dato del año anterior. Solo en los países donde todavía había un alto número de casos en junio, EE. UU., Brasil e India, los descensos se mantenían notables.
Pero no todo es negativo. Hay otros aspectos donde la disminución parece persistir. Es el caso de la movilidad, donde el transporte terrestre supuso un 13% menos de emisiones el julio de este año respecto del anterior. Eso sí, el recorte es inferior en los meses de abril y mayo, donde fueron de 38,6% y 32,6% respectivamente.
“Los efectos a largo plazo de la pandemia sobre las emisiones son todavía inciertos y dependen de factores como la eficacia y el rigor de las políticas de salud pública, la recuperación de las economías y los cambios persistentes en el comportamiento humano”, escriben los científicos que han hecho el cálculo y el estudio.
En este sentido, los expertos recuerdan que si bien los cambios que hemos llevado a cabo para conseguir la reducción del 8,8% han parecido muy considerables, el cambio de paradigma necesario para lograr los objetivos de emisiones bajas implicarían gestos todavía más destacables. “Se tienen que basar en cambios estructurales y transformadores en los sistemas de producción de energía, descarbonización del transporte y mejora de la eficiencia en el uso energético de los edificios”, escriben. Con estas medidas, aseguran, no habría menos actividad humana, sino un mejor aprovechamiento de los recursos.
La transición energética pospandemia que muchos líderes políticos han anunciado, conocida como la ‘Recuperación Verde’ o el ‘Plan Verde’, peligra si hay un “rebrote de carbono”, dicen los expertos. “Las emisiones podrían rebrotar y superar los niveles previos a la pandemia si la recuperación y el estímulo dependen de la disponibilidad de energía con alto contenido de carbono”, sentencian.


