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Hace años que sigo la serie protagonizada por Kiefer Sutherland en el papel de Tom Kirkman, que llega a la presidencia de los Estados Unidos por accidente. Literalmente. Los acontecimientos de estos días en los Estados Unidos alrededor de la confirmación por parte del Congreso americano del resultado de las elecciones me han hecho pensar en la ficción de Netflix Designated Survivor. A pesar de que su punto de partida es un poco irreal, la presidencia de Kirkman tiene lugar en un contexto difícil -como el actual en el país norteamericano- donde su rol de independiente es clave para la reforma del sistema político.

No es menor la diferencia de traducción entre la versión en inglés y el título en España. No es lo mismo un superviviente designado -título original que hace referencia al miembro del gabinete presidencial que no toma parte de un acto público de primer nivel por prevención en caso de un atentado masivo- que un sucesor designado. Quizás es que en nuestro país estamos más acostumbrados a que la confección de listas electorales o la elección de nuevos liderazgos pase por decisiones centralizadas. De hecho, las primarias organizadas a menudo por algunos partidos hacen olor de revestimiento democrático; de barniz capilar para esconder la pulsión autoritaria de los grupos internos que controlan los aparatos partidarios. Personalmente, creo que los partidos con una organización territorial más trabajada son aquellos que acostumbran a democratizarse de mejor manera, porque la descentralización es la mejor manera de vigilar cualquier poder central.

Las primarias de Junts son un ejemplo de estos vicios. Un partido a medio construir, sin demasiada estructura, aprovecha para corregir sus primarias a través de pactos internos de sus grupos internos. Una vergüenza con luz y taquígrafos; un ejercicio de marketing democrático que acaba mal. La votación sobre la candidatura a la presidencia de la Generalitat fue ganada por Laura Borràs, que finalmente irá a la lista por Barcelona en el lugar numero 2 -por detrás de Carles Puigdemont-. Si esto no es bastante absurdo, las primarias a las listas por Barcelona las ganó Joan Canadell, famoso por creer que Colom era catalán y que en el año 2016 advertía que quizás Donald Trump sería un buen Presidente de los Estados Unidos. Canadell se comporta en los medios como si fuera el sucesor designado por Borràs y Puigdemont, en caso de que la primera sea finalmente inhabilitada por el presunto caso de corrupción por el que la investiga el Tribunal Supremo. El ministro Salvador Illa, de hecho, también ha sido nominado candidato deprisa y corriendo para mejorar las perspectivas electorales del PSC y dice que hará la precampaña desde su despacho del Ministerio.

El resultado del proceso de primarias de Junts es preocupante ya que el centro-derecha independentista retrocede en términos de democracia interna y resitúa su línea ideológica junto a la derecha más conservadora, promoviendo creencias esencialistas y pseudohistóricas como las que representa el Instituto Nueva Historia. Sobre todo, porque el panorama que se nos presenta después de las elecciones necesitará de fórmulas políticas que pongan los derechos sociales, la salida a la crisis y la salud en el centro de la acción de gobierno.

Esta nueva etapa habría de rehuir del populismo, de las soluciones mágicas y de buscar todas las culpas a 600 kilómetros. Algunos discursos recuerdan a las consignas de los brexiters, más centradas en un nacionalismo intolerante y reactivo que en un proyecto político constructivo. La simplificación de los hechos y la amplificación de las victorias propias es un riesgo de la polarización del mundo actual. Para citar un ejemplo, todavía no me explico la euforia del Ministro de Agricultura y Pesca -y de algunos prohombres de su partido- por el acuerdo con el Reino Unido sobre el Brexit. El sector de la pesca en Galicia primero habló de alivio, para afirmar días después su preocupación en relación con el futuro inmediato. La realidad es cruda y no entiende de fórmulas mágicas.

Volviendo a Cataluña, las elecciones producirán un Parlamento ajustado, donde el primer lugar estará disputado por tres grandes espacios electorales que obtendrán alrededor de un 20% de los votos. El que todavía no sabemos es qué mayorías parlamentarias podrán construir una alternativa, que pasará con toda seguridad por una coalición de gobierno. Los pactos y el diálogo -entre fuerzas y entre gobiernos- estarán inexorablemente en el centro del debate político. Aunque algunos sucesores designados se encuentren más cómodos hablando de verdades alternativas.

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