Mientras las calles de las diferentes ciudades del Estado hierven de la rabia por el encarcelamiento de Hasél, los partidos políticos siguen concentrados para intentar resolver el complejo puzle que nos dejó la noche electoral del 14-F. Excepto VOX, PP y C’s –que quedarán marginados de cualquier pacto electoral –, y En Comú Podem, que ya ha mostrado sus preferencias en un pacto de izquierdas que pasaría o bien por el PSC y ERC, o bien por la CUP y ERC (que tendría que depender de la abstención del PSC o de Juntos), el resto de partidos todavía no se han pronunciado.

Las decisiones que tomen en los próximos días pueden acabar abocando a los ciudadanos a unas segundas elecciones, que es la manera que tienen los partidos de decirnos que no se ha votado correctamente. Si esto de por si ya se tiene que considerar como una falta de respeto hacia la gente, en el actual contexto de pandemia se trataría de una gran irresponsabilidad. Todo dependerá de las decisiones que tomen.

La decisión del PSC: generosidad y visión de futuro

El PSC no se encuentra en una tesitura fácil. Después de haber conseguido ganar las primeras elecciones de su historia, se puede ver abocado a un escenario similar al que se encontró Ciutadans la pasada legislatura: líderes de una oposición ignorada.

A la vez, pero, el PSC de Salvador Illa también tiene en sus manos una oportunidad para cambiar drásticamente el rumbo de la política catalana y dar un paso definitivo para tumbar la política partisana de bloques. Una decisión que desde el punto de vista de la dirección del partido no sería fácil de tomar, pero que les podría acabar beneficiando al largo plazo.

¿Cuál sería esta decisión? Dar su apoyo a la investidura a un gobierno en minoría de ERC y Comuns, a la vez que condicionar la aprobación de los presupuestos. Si el PSC decidiera actuar en esta dirección, conseguiría dos cosas: primero, situarse simbólicamente como un partido de izquierdas, imagen que se ha ido desdibujando en los últimos años. Segundo, ocupar la tan anhelada centralidad política respecto del eje independentismo – unionismo. Unos movimientos que ayudarían al PSC a recuperar, en el imaginario colectivo, una posición similar a la que ocupaba antes de la era del Procés. Desde Madrid también verían con buenos ojos esta decisión.

La decisión de Junts per Catalunya: consolidarse como partido o el poder por el poder

¿Que deben de hacer Junts por Catalunya? La realidad es que, a estas alturas, no lo tienen nada claro. La situación en la cual se encuentra Junts – y la posterior decisión sobre qué hacer en la investidura –se verá condicionada por la lucha interna entre lo nuevo y el viejo del partido; y es que cuando un partido se consolida en el poder durante mucho de tiempo se genera un búnker interno que lo que prioriza es el mantenimiento en el poder como un objetivo en sí mismo.

Hay muchos miembros que forman parte del partido de Junts (y que formaban parte de CiU) que llevan más de una década ocupando diferentes cargos políticos. Meritxell Masó, por ejemplo –Secretaria General de Presidencia – acumula cargos desde hace más de una década: Responsable de Coordinación Administrativa del Servicio Catalán de Tráfico, secretaria ejecutiva del Instituto Catalán de Seguridad Viaria, Responsable de Relaciones Institucionales de la Secretaría General de Juventud, directora de Servicios del Departamento de Interior, secretaria de Administración y Función Pública, entre otros. Otro ejemplo sería Ferran Falcó, militante de CDC desde 1987 y actual secretario general de Territorio y Sostenibilidad; o Josep Maria Piqué, que ha sido el jefe de Comunicación de Artur Mas, jefe de comunicación Internacional del Gobierno de Puigdemont y ahora es el actual jefe de comunicación de Interior.

Es muy probable que a todos estos cargos, ahora en Junts per Catalunya, lo apuesten todo a la formación de un nuevo gobierno. Pero si Junts no es CiU, es precisamente por los cambios internos que están teniendo lugar en el partido. En este sentido, la victoria de Laura Borràs, parte del grupo de los “independientes de Torra“, podría ver con buenos ojos tomar una decisión contraria: pasar a la oposición, unificar un partido descompuesto por la marcha del PDECAT, y consolidar un ideario de partido, a estas alturas casi inexistente.

Su decisión, pues, será el resultado de un debate interno que no verá la luz. Si se decantaran para ir a la oposición, preferirían que fuera el PSC quien facilitara la investidura de un gobierno liderado por ERC, pues así podrían atacarlos desde un primer momento.

La decisión de la CUP: repetir la historia o habilitar un gobierno de izquierdas

No se puede criticar a la CUP por no encarar democráticamente la manera como resuelven las decisiones del partido. De hecho, los cupaires, ya han puesto fecha a la resolución de su decisión: 27 de Febrero. Será entonces cuando la Asamblea se reúna para debatir qué hacer el día de la investidura. Las dos grandes almas que conforman la CUP defenderán opciones diferentes. Endavant se muestra, a estas alturas, partidaria de quedarse a la oposición y no apoyar al pacto ERC – Junts, mientras que Poble Lliure sí que sería partidario de hacerlo, fijando algunas condiciones.

Una asamblea que viene cargada de un inevitable olor de déjà vu. La CUP puede tener en sus manos la decisión de repetir la historia y habilitar el actual gobierno, o bien habilitar – por acción e inacción – un gobierno de izquierdas en Cataluña.

La decisión de ERC: o derecha o izquierda

A priori, la decisión que tiene que tomar ERC es sencilla. Solo puede mirar hacia dos lados. A la derecha le espera la reedición del pacto electoral con Junts, un partido con el cual comparte notorias discrepancias en el ámbito ideológico y con el que ha quedado demostrado que, sea por falta de coordinación entre los diferentes equipos de gobierno, o sea por parte de la animadversión que se profesen entre ellos, han dejado en un mal lugar la gestión pública de la administración catalana.

ERC tiene, en este sentido, una oportunidad única: construir su propio camino liderando la estrategia independentista, en lugar de restar expectantes a la reacción mediática de sus compañeros-adversarios. Esto lo podría hacer apostando por un gobierno de izquierdas con los comunes y/o la CUP. Un gobierno que no tendría mayoría y que requeriría el apoyo en la investidura del PSC o de Junts per Catalunya.

Ahora bien, si ERC en los días próximos se mantiene en la propuesta de la “vía amplia” de un gobierno entre Junts, CUP, y Comuns, será la manera camuflada de anunciar que prefiere no tomar ninguna decisión, lo que acabaría empujando a la ciudadanía hacia unas segundas elecciones.

La decisión de ERC es la más importante de todas las decisiones. Ellos tienen la clave maestra que marcará el futuro de Cataluña, puesto que son ellos los que están en el centro de cada una de las posibles salidas: continuar con lo que hay, apostar por un gobierno de izquierdas, o abocarnos a una repetición electoral. ERC tiene toda la presión, o, mejor dicho, toda la responsabilidad. La responsabilidad de una futura Presidencia de la Generalitat.

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