¿Quién cocinó más durante el confinamiento? ¿Quién ha renunciado a más ingresos durante la pandemia? ¿Quién ayuda a las criaturas con los deberes y piensa que falta en la nevera y que se hará para el almuerzo? Cuestiones incómodas, ausentes en las conversaciones entre hombres, y entre hombres y mujeres, y ausentes. ¿Por qué los hogares son ámbito privado? – en los debates sobre leyes que teóricamente nos han de conducir a ese día en que los hombres asuman el cuidado de hijos y personas dependientes como responsabilidad propia, y no como una colaboración con la pareja. La corresponsabilidad marca la campaña del ICD del 8 de marzo.

José Vidal es administrador de fincas. Con el confinamiento y la anulación de la atención presencial, pasó a trabajar desde casa, en Balaguer. Su mujer, también desde casa, velaba por su proyecto de servicios integrales de organización de ceremonias de despedida, Agraïments, y, como persona de riesgo por un pulmón vulnerable, optaron porque ella no saliera de casa. Tienen tres hijos adolescentes y José se hizo cargo de controlar lo que hacía falta de intendencia e irlo a comprar todo. “El primer día me llevé una bronca porque no distinguía las compresas con alas o sin, cortas o largas, pero ahora ya sé qué me piden”, dice. También asumió el trabajo de recoger la ropa de toda la familia, ponerla a lavar y secar y devolverla a cada uno. “No me desagrada nada de lo que hago, porque me he acostumbrado y me organizo las tareas. Pongo la lavadora por la noche porque tenemos tarifa nocturna y, como ya sé que tengo que ir a comprar, controlo si falta lejía, patatas, leche o lo que sea”, explica. “Eso sí, de cocinar, ni idea, tortilla y pan con tomate y carne o espaguetis, pero ya no sé más”, añade.

Ferran Escuder, especialista en redes sociales, CEO y web, y manager de artistas, ya hace 11 años que teletrabaja, pero el confinamiento le regaló muchas más horas en casa, buena parte de las cuales las invirtió en aplicarse en la cocina. “Estábamos acostumbrados a ir a menudo a comer fuera, pero entonces empezamos a consumir más producto fresco del campo de Sant Vicenç dels Horts que nos llevan a casa, eso nos fue de gran ayuda, y yo buscaba recetas en Internet para preparar platos originales”, explica. “La motivación principal fue que nuestro hijo no iba al colegio, y juntos preparábamos comidas diferentes que yo ponía en Instagram y el blog que creé: ‘Confesiones de un autónomo confitado'”, dice. “Lo mejor es que aprendimos a organizarnos mejor y a valorar el producto fresco”. Su pareja, Laura Marín, es enfermera y él como teletrabajador ya tiene las tareas domésticas integradas en su qué hacer diario. Desde el confinamiento, ha añadido también el cocinar.

El Ferran Escuder aprovechó el mayor tiempo en casa durante el confinamiento para cogerle gusto a la cocina y continúa dedicándose. | Laura Marín.

Albert Teixidó y Marta Larraz también practican la corresponsabilidad, cocinan, limpian y se cuidan de la ropa indiferentemente. “Lo único que no sé hacer es coser”, dice él. Albert viene de una familia más matriarcal, “mi padre murió cuando yo tenía 7 años y ni mi hermano ni yo hemos vivido los roles por género, aprendimos a hacer de todo”, explica Teixidó.

A Carlos Laos, 15 días antes del confinamiento le ofrecieron prejubilarse y se acogió. “Y desde el minuto cero me encargué de planificar las comidas y preparar cada comida”. La cocina le gusta mucho. “Supervisar los deberes de nuestra hija, y ordenar y limpiar la casa lo hacemos el 60% yo y el 40% él”, informa su pareja, Ester Castellón.

Minorías en una realidad de cambios lentos

Estas historias, sin embargo, permanecen lejos de marcar una tendencia social. El Centro de Estudios de Opinión (CEO), aprovechando que con el confinamiento en muchos hogares permanecieron hombres y mujeres teletrabajando, llevaron a cabo un estudio sobre hábitos, usos del tiempo y reparto de tareas domésticas en 3.500 casas. Los resultados perpetúan lo que venían diciendo estudios previos. Poniendo esta lupa sobre las familias se confirmó que la mayor parte del trabajo en casa y el cuidado de personas mayores y/o dependientes continuó recayendo en las mujeres, confirmando que ejemplos como los que abren este reportaje no son los mayoritarios. Según la valoración del estudio del CEO que hace la socióloga Cristina Sánchez Miret, directora del departamento de Empresa de la Universidad de Girona (UdG), y del máster interuniversitario en Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía, “El primer resultado importante es que el reparto de tareas sigue siendo muy desigual. Y la segunda constatación, preocupante, es que hay un relato diferente según responda el hombre o la mujer. Un 42% de hombres dicen que ya había equidad en el reparto de tareas antes del confinamiento, y sólo el 27,1% de las mujeres lo corrobora. La situación es evaluada de manera muy diferente, y se constata que los hombres, no sólo hacen menos trabajo doméstico y de cuidados, sino que hinchan mucho lo que hacen”.

Se constata que los hombres, no sólo hacen menos trabajo doméstico y de cuidados, sino que hinchan mucho lo que hacen

Cuando se empieza a preguntar sobre corresponsabilidad añade la sociòloga- “ellos lo dejan correr, por lo mal que quedan, o sencillamente porque no les interesa hablar. Pero esta realidad es muy importante, debemos conocer qué pasa en los hogares. Todos los elementos nos dicen que los hombres no tienen una buena percepción de la realidad”. En cuanto a responsabilidades de las criaturas y sus tareas de escuela, el estudio del CEO revela que el 29,1% de hombres dice que se ocupan ellos solos, mientras que el 50,8% de mujeres dice que son ellas las que lo hacen solas. “Y estos son datos sólo de parejas que trabajan los dos”, precisa Cristina Sánchez Miret. Esto liga con otra información: “Cuando hablas con los que llevan divorcios, te cuentan que la tónica general es que los hombres digan que están hasta las narices de que la pareja les diga que no hacen nada o que no lo hacen bien. Y en cambio las mujeres dicen que están hasta las narices de hacerlo todo ellas”. Por lo tanto, la socióloga especialista en género apunta que “está claro que hay que hacer un pacto con la pareja, establecer la corresponsabilidad de tareas, de la misma manera que se decide conjuntamente el coche o la casa que se compra. El trabajo de casa y el cuidado de los hijos es de ambos, al 100%. Si no, significa que las mujeres lo hacemos y se invisibiliza quien lo hace”. Sánchez confía en que el permiso de paternidad de 16 semanas que ha entrado en vigor este año sea un avance y contribuya a romper con la idea de que tener una criatura suponga que sólo la madre faltará al trabajo para ocuparse de él.

El estudio del CEO se hizo a través de una encuesta telemática que fue respuesta de forma voluntaria, por lo tanto, tal y como explica el director de la Oficina para la Reforma Horaria, Alexis Serra, puede tener sus márgenes de error, pero nos marca una tendencia que vuelve a emerger las diferencias de percepción según género. “Es evidente que seguimos teniendo un problema real de absoluta sobrecarga de horas en tareas de cuidado y atención del hogar y los hijos que recae mucho más en las mujeres que en los hombres. Todos los indicadores en tareas domésticas y cuidado de niños marcan que la aportación de las mujeres siempre es superior en las mujeres. En los momentos de confinamiento domiciliario intenso, los tres meses de primavera de 2020, se continuó perpetuando la situación que discrimina a las mujeres respecto a los hombres, porque no sólo tenían que cargar con el trabajo laboral, haciendo teletrabajo, sino que además ellas tenían que encargarse de las criaturas y de la mayoría de tareas domésticas. Esto hizo que fueran carne de cañón de la falta de tiempo cotidiano, lo que no sufrieron los hombres”.

En el contexto histórico, “sí hay una progresiva asimilación de la corresponsabilidad y va convergiendo en los usos de los tiempos vinculados a la esfera familiar, pero son cambios absolutamente insuficientes y lentos”, asegura Alexis Serra.

Para continuar trabajando para revertirlo, en el marco de la transición hacia la reforma horaria, el Plan Vivir Mejor tiene como uno de sus objetivos estratégicos trabajar por la igualdad y la equiparación de los tiempos destinados en el sentido de conciliar vidas laborales y familiares. “Tenemos que ir creando las condiciones para que la carga o sobrecargas recaigan de forma corresponsable sobre hombres y mujeres. Tenemos delante una cultura patriarcal muy fuerte y tenemos que seguir trabajando haciendo efectiva la ley de igualdad de 2015 que debe permitir que poco a poco se vaya empujando para que los hombres vayan siendo más presentes y reales en la atención de las criaturas y las cargas domésticas”, destaca Serra.

Insistir mucho en la parte formativa, generalizando el precepto de la coeducación para que las generaciones futuras no crezcan con estos formatos distintivos entre lo que se debe hacer en función de si eres hombre o mujer es otro de los objetivos de quienes empujan hacia un cambio real para alcanzar el equilibrio de tareas. “Hacen falta muchas campañas de sensibilización para que los hombres nos podamos mirar en el espejo y podamos ver de forma empática el papel que sí destinan las mujeres”. Por ello, desde la Oficina para la Reforma Horaria, se trabaja para que los horarios se racionalicen, para ayudar a flexibilizar los diversos horarios para que queden más entrelazados, pero es evidente que hay más asunción de responsabilidades y reconocimiento por parte de los hombres y una correcta y mejor redistribución de tareas entre hombres y mujeres,

El director de la Oficina para la Reforma Horaria incide también en la diferente percepción de lo que supone ser corresponsable, que no está asimilado de igual manera si se es un hombre o una mujer, y eso ya marca el grado de responsabilidad de cada uno en la atención a la dependencia, hijos y hogar. “Este es uno de los problemas que sigue revirtiendo en cómo debemos cambiar estas percepciones. Si en los hombres no hay un conocimiento de asumir su parte de tareas en términos de paridad, no podremos avanzar, y esto compaginado, evidentemente, con la problemática de la brecha salarial existe que, aunque haya una lenta convergencia, continúa provocando las distinciones en los usos de los tiempos domésticos entre hombres y mujeres”, dice.

Confinamiento, un banco de pruebas

“Lo que podía ser un buen momento para cambiar roles, para tomar conciencia de lo que significan todas las tareas del hogar y cuidado de los hijos e hijas, la corresponsabilidad”, como se refiere a la situación la directora del Institut Català de les Dones, Laura Martínez, ha sido más bien un espejismo, una esperanza frustrada.

En la mayoría de casos, como en casa de Mireia B., durante el confinamiento incluso han recaído más tareas sobre las mujeres. “Mi marido salía a trabajar y yo, que tuve que cerrar mi tienda porque no es servicio esencial, me tuve que encargar de comidas como siempre, pero añadiendo la fiambrera de mi marido porque él no podía ir al restaurante, como hacía habitualmente. Además, tuve que encargarme de la atención y deberes de nuestros hijos en casa. Estuve absolutamente más dedicada en el hogar y las criaturas, apenas me quedaba tiempo para relanzar la web de la tienda e intentar salvar un poco mi propio negocio”, lamenta. “Y a mi alrededor, en la mayoría de parejas amigas, vecinas o conocidas, he visto lo mismo que me pasó a mí”, explica. “No sé las otras mujeres, pero yo tengo una suegra, que no ha hecho aún los 80 años, pero es de esas que dice que los hombres en casa no tienen que hacer nada”, añade. 

Mireia ve el cambio muy difícil. “Son mentalidades que no puedes cambiar, mi pareja no cocina, no lo ha hecho nunca, va a comprar pero soy yo la que le hace la lista de lo que necesitamos. A mi me gusta cocinar, él en 20 años lo habrá hecho 3 veces, una durante el confinamiento, pero siempre conmigo detrás suyo. Todo esto siempre lo he vivido como una sobrecarga, además de mi trabajo, he asumido todas las tareas de casa y el pensar en todo lo que nuestros hijos necesitan”, lamenta.

Justamente por ello, con motivo del Día Internacional de la Mujer, el Institut Català de les Dones centra las reivindicaciones de este año en como la pandemia del Covid-19 ha puesto de relieve de forma especialmente punzante las graves discriminaciones que aún se ‘ejercen sobre las mujeres. La campaña “Mujeres y hombres, corresponsables! # Som8deMarç #SomCorresponsables” quiere concienciar y denunciar esta realidad y así avanzar en una cultura de pacto para una corresponsabilidad efectiva. Es una iniciativa dirigida sobre todo a los hombres para avanzar de manera conjunta hacia la igualdad efectiva de mujeres y hombres.

Cultura machista heredada

Como afirma Laura Martínez, “esto es un pez que se muerde la cola. La mujer asume más tareas del hogar y de cuidado y es quien renuncia antes a parte de su horario laboral, o incluso en el trabajo fuera de casa porque quien cobra menos por este trabajo fuera de casa, generalmente, es ella. Es una rueda de hamster y el problema es que si se ha entrado ya en este sistema, la renuncia siempre va vinculada al sueldo que se percibe. Hemos heredado que las tareas del hogar y el cuidado son responsabilidad de las mujeres. La elección no es libre, sino fruto de la cultura heredada”.

Hemos heredado que las tareas del hogar y el cuidado son responsabilidad de las mujeres. La elección no es libre, sino fruto de la cultura heredada

El confinamiento era un buenísimo momento para introducir nuevos parámetros y ver si había cambiado la colaboración en tareas, porque antes ellos tenían la excusa de trabajar más horas fuera de casa. “De hecho, el 70% de personal sanitario son mujeres, y mayoría también son las cajeras de supermercado. Muchas mujeres han trabajado en tareas esenciales, pero la sensación es que han seguido siendo ellas las que pensaban que se haría para comer y sacando la comida del congelador antes de irse a trabajar”, dice Laura Martínez, recordando, además, que, por duro que parezca, “la violencia termina siendo la punta del iceberg de la desigualdad”.

En este sentido, el especialista en abordaje de las violencias machistas y vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC), Laia Rosich, apunta que “el problema es el montón de trabajos no reconocidas y invisibilizadas que desarrollan las mujeres. No se valora que tú has criado una persona que ha podido ir a estudiar”. En definitiva, no se da importancia socialmente al cuidado de las personas y del hogar. “Limpiar el lavabo y jugar un rato con los hijos también son cuidados”, precisa Rosich. Ella considera que este desequilibrio en la asunción de responsabilidades domésticas y de cuidado “es una cuestión muy sutil que tiene que ver con el privilegio de la masculinidad, tener el mundo a disposición, y que este marco cultural debemos romper entre todos”, dice. Aterrizando en los hogares, Rosich aún es más concreta: “en su día a día, las mujeres hacen tanteo de costes y beneficios y, si han de exigir, explicar o corregir, terminan eligiendo hacerlo ellas. Pero la clave está en la planificación conjunta. Es importante que la planificación salga a la luz, para que la organización es una tarea más que, encima, produce mucho cansancio. Y cuando hablamos de planificación, es de la física, toda la intendencia, pero también de la emocional, la preocupación como gestión emocional, la planificación de los cuidados emocionales de los miembros de la familia,

Los datos hablan

Según los últimos datos hechos públicos por el Observatorio de la Igualdad de Género (adscrito al Institut Català de les Dones -ICD-), con motivo del 8 de marzo de 2021, en Catalunya el año 2019 las excedencias por cuidado de hijos e hijas las cogieron el 92,53% de mujeres y tan sólo un 7,47% de hombres, y para cuidar de algún familiar, un 79,06% de mujeres y un 20,94% de hombres. Otros datos significativos son que el 88,9% de mujeres prefiere una jornada a tiempo parcial para poder cuidar de los hijos o hijas, verso 11,1% de hombres que lo elegiría por este motivo. Las estadísticas muestran que las mujeres ponen más del doble de dedicación que los hombres a las tareas del hogar, tanto entre semana como durante el fin de semana.

Y, si nos fijamos en la actividad laboral, según información del Idescat a partir de datos de la Encuesta de población activa del INE, en Catalunya el año 2020 las mujeres activas han sido 1.857.400, el 57% de la población en edad de trabajar, un 9,4% menos que los hombres. La población activa está formada por la población ocupada y la parada. Es la población de 16 años o más que trabaja o está disponible para trabajar. En cuanto a la ocupación, Catalunya el cuarto trimestre del año 2020 tenía más de un millón y medio de mujeres ocupadas, 182.000 menos que hombres.

El salario bruto anual que más evidencia la diferencia entre mujeres y hombres es el correspondiente al tramo de edad de 55 años y más, con una diferencia de 9.000,5€ anuales. A medida que disminuye la edad, la diferencia del salario entre mujeres y hombres también disminuye, pero sigue siendo muy significativa. Es destacable la precariedad de las mujeres más jóvenes que tienen un salario bruto anual medio de 11.632,66€. La brecha salarial anual entre mujeres y hombres es pues del 22,2%, 0,8 puntos menos que en 2017. Las mujeres tituladas son mayoría en cualquiera de los tipos de estudios universitarios en un 57,7% de los casos. La diferencia se acorta en el caso de los estudios de doctorado.

El informe del Observatorio de la Igualdad de Género señala también que “es importante entender que es la implicación y no la ejecución lo que sobrecarga. Así, los hombres se suelen mover más en la ejecución de tareas que en la organización, evitando aquellas más desagradables o escogiendo las que quieren realizar y que a menudo son las que más valoradas están. Como conclusión, no se puede trabajar en la conciliación si no hay implicación de los miembros del hogar en las tareas domésticas y de cuidado”.

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