El periodista Salvador Alsius acaba de publicar un libro donde explica la gestación y los primeros años de vida de TV3. Le ha puesto el título de “Com TV3 no hi ha(via) res” y no hay que ser del ramo de la comunicación para sacar buen provecho de su lectura. Ha tocado todas las teclas en este sector, pero su cara la conoce el gran público por su etapa como presentador -y director- de los TN migdia entre los años 1984 y 1987 y los del fin de semana, en el año 1992. Lo han visto trabajar en las redacciones del semanario El Mundo, los periódicos Avui, El Periódico y Diari de Barcelona, ​​del circuito catalán de TVE y de Catalunya Ràdio. En esta emisora ​​condujo un programa que se titulaba “Què dius, Alsius?“. Queremos saber qué dice y qué mensaje quiere hacer llegar con su libro. Es de esas entrevistas en que acabas con la sensación de que quedan muchas curiosidades y temas por tratar. Es lo que tiene hablar de la historia reciente y hacerlo con alguien a quien le gusta hacerlo.

Empecemos por el final. Dice que TV3 acabará muriendo. La cuestión es cuánto tardará en hacerlo. ¿Tan mal pinta el futuro?

No es sólo TV3. Son tres cuadros clínicos que se sobreponen. El concepto de televisión, tal como lo conocemos, tiene los quinquenios o las décadas contadas. Con la televisión pasa un poco como cuando te pones en la puerta de una iglesia a la salida de la misa de 12 del domingo y ves que la gente tiene mayoritariamente el pelo blanco. Piensas que los parroquianos se están acabando. Y con la televisión pasa lo mismo. En el libro hablo de la edad media de los espectadores de TV3, pero es que la edad media de los espectadores de cualquier cadena es altísima también. Segundo, la televisión pública lo tiene más complicado aún porque ha de cumplir unos preceptos de servicio público que, a veces, chocan con la necesidad de ser competitivos en el mercado. Y, tercero, las televisiones públicas pequeñas -y TV3 lo es en el concierto mundial- aún lo tienen más complicado. TV3 comenzó a morir el día que perdió los derechos de emitir el fútbol. Continuó muriéndose el día que perdió las motos, el día que no pudo comprar la mejor serie infantil para el Club Super 3, el día que no pudo contratar a una estrella o se le marchó una porque en otro lugar la remuneraban más. Es como un coche que va teniendo averías y algún día se estropea definitivamente. ¿Cuánto tardará? Es muy difícil de vaticinar. ¿Puede sobrevivir aún haciendo una vida útil y fructífera a un precio que no sea excesivo, que permita que el gobierno siga haciendo carreteras y construyendo hospitales? No lo sé. Es tema de cuánto dinero se quieren gastar.

Dicen que uno de los grandes logros de la gestión de Jordi Pujol fue TV3. ¿Está de acuerdo?

Absolutamente. Nunca he estado cercano al pujolismo, más bien al contrario. He hablado siempre desde la más escrupulosa e, incluso, feroz independencia, y no me importa reconocer los méritos que, sin duda, tuvo Jordi Pujol especialmente en su primera etapa de gobierno. Hizo dos obras de gobierno realmente importantes: la regeneración de los Mossos d’Esquadra y la creación de los medios públicos de la Generalitat, TV3 y Catalunya Ràdio. A estas alturas creo que esto está admitido incluso por adversarios políticos de Jordi Pujol.

“Necesitamos una persona que, rompiendo con todos los esquemas que ahora tenemos, invente alguna perspectiva completamente nueva para el audiovisual catalán” | Pol R

¿Nunca aclararemos si Jordi Pujol nombró Alfons Quintà para que pusiera en marcha TV3 porque lo consideraba la persona idónea o para que no lo agobiara más con sus artículos sobre la crisis de Banca Catalana?

Una de dos: o será un secreto que Pujol se llevará a la tumba o lo aclarará pronto un amigo que está escribiendo otro libro sobre TV3 y que sé que lo ha entrevistado. Me extrañaría mucho que Pujol diera una respuesta diáfana porque, además, puede que sea una combinación de ambas cosas. Sí que es verdad que en aquellos años la gran mayoría del mundo periodístico y político se abonaba a la hipótesis del chantaje y que con el tiempo esto ha ido cambiando. El mismo Jordi Amat, en su libro sobre Quintà, no da la respuesta y, con su trayectoria y forma de pensar, sería muy fácil que abonara esta hipótesis. Pero justamente considera muy verosímil que lo nombrase por la segunda razón. Igual Pujol, como político hábil que era, pensó que mataba dos pájaros de un tiro: que neutralizaba a un enemigo y que, de paso, Quintà era una persona que podía hacer bien el trabajo, al menos hasta un cierto momento. No lo sabremos nunca, seguramente.

TV3 y el concepto televisión tienen los quinquenios o las décadas contadas

Explica los primeros pasos y buena parte de la historia de TV3 como una batalla permanente con un gobierno español dispuesto a poner todo tipo de pegas. ¿Hubiera sido muy diferente TV3 si no hubiera topado con esta oposición?

Quizás sin los obstáculos políticos que estaban allí, y doy pruebas de ello en el libro, no habría habido un estímulo tan grande para hacerlo por narices y mejor. Era un reto que teníamos cada día. Siento no haber tenido el acierto de escribir cada día los obstáculos que nos encontrábamos. Pero no es un tema sólo de colores políticos. Era muy difícil salir del marco mental que teníamos en aquellos momentos. Los referentes que había eran muy elementales. Existía Televisión Española, la televisión que mirábamos todos: la Primera y la UHF, que decíamos; no hablábamos de la Segunda. Y luego estaba el Circuito Catalán de Televisión Española que, a pesar de hacerlo muy dignamente, era dependiente, subsidiario, jugaba en otra división. Costaba mucho imaginar que se pudiera hacer una televisión autosuficiente que informara desde la Conferencia Internacional de Estocolmo, que fue la primera noticia del primer telenotícies, hasta lo que estaba pasando en Sant Andreu de la Barca. No era tan fácil pensarlo y la gente iba de sorpresa en sorpresa, la sorpresa del director general de RTVE, José María Calviño, que quería una televisión antropológica al ver que no lo sería, la sorpresa de periódicos como El País al ver cómo eran los primeros programas, de ver películas donde salían indios o Jacques Tati hablando en catalán o como el lehendakari hacía una salutación en euskera. Salir de los marcos mentales era muy complicado, también para la gente del núcleo duro de Convergencia, que se imaginaban algo mucho más doméstico y domesticable. En el libro explico una serie de anécdotas, de consejeros del gobierno que se pensaban que aquello podía ser su finca informativa. Y no lo fue.

Pero todas las televisiones tienen una parte antropológica. Todas defienden las tradiciones, la cultura, la lengua en el caso catalán y otros. TVE hacía o hace los toros; TV3, los castellers.

Yo hacía el santoral, el costumari.

¡Tres años!

El tema es que Calviño la quería sólo antropológica. Esta es la diferencia. Al contrario, nos costó un poco desacomplejarnos. Parecía que si se daban sardanas se estaba haciendo lo que los demás querían, pero ¡naturalmente que TV3 tenía que dar sardanas! Cuando se puso a ello, dio los castillos y de qué manera. Los castillos, gracias en buena parte a las retransmisiones televisivas hechas casi con la espectacularidad con que se daban los partidos de fútbol, ​​se elevaron mucho más allá de la pura afición local. Se intentaba hacer algo de amplio espectro. A todos los medios de comunicación les cuesta salir de la tendencia a etiquetar que tiene la ciudadanía o los políticos. Lo había vivido cuando trabajaba en la revista El Món. En el Palau de la Generalitat estaban convencidos de que éramos un submarino no sé exactamente de quien pero, en todo caso, no de su cuerda. Se hacían grandes esfuerzos para hacer un semanario de amplio espectro, pero no había manera de quitarse de encima esa etiqueta. Yo trabajé los primeros años de mi profesión en el Diari de Barcelona. Incluso en la etapa de Tristán la Rosa, que tenía una línea progresista, me encontraba con gente que todavía nos identificaba como un medio monárquico. La tendencia a que te etiqueten es brutal. Y a TV3 también le pasaba. Unos la veían como una televisión pujolista, y tenían algunas buenas razones para pensarlo. Unos la veían demasiado folclórica y otros, todo lo contrario. El pintor Tàpies, tal como explico en el libro, quería que diéramos música clásica y exposiciones de arte. “Y no esta mierda de Dallas que está haciendo”, me dijo textualmente. Había que taparse los oídos e ir tirando. Lo que ocurre ahora con Twitter, que nos hace silbar mucho las orejas, entonces era en forma de cartas que recibías o los comentarios que te hacía la gente por la calle.

Explica que cuando se organizó la manifestación de apoyo a Jordi Pujol cuando lo procesaron por el caso Banca Catalana, Alfons Quintà redactó los textos que se leían por antena. Un momento triste en la historia de TV3

Se metió en una sala de edición, no en la redacción. Ahora se editan las imágenes desde la redacción con el mismo ordenador. Entonces había la redacción y las salas de edición de los vídeos con los magnetoscopios donde editabas los vídeos y paralelamente ibas leyendo el texto dentro de una cabina. Yo lo recuerdo dentro de una sala de aquellas de edición escribiendo directamente el texto. Esto fue el día antes, en las crónicas que sirvieron para convocar la manifestación de apoyo a Pujol. Otra cosa es que tenía sentido cubrirla bien cuando se produjo. Había cientos de miles de personas en la calle, con una euforia de gritos a favor de Pujol. Tenía sentido cubrirlo. No creo, y así lo defiendo al libro, que la información que dimos fuera inadecuada. Lo que me alarmó es que se convocara a la manifestación. Hay quien me recrimina porque no dejé en ese momento, que lo explique ahora… Los periodistas si tuviéramos que irnos a casa cada vez que la empresa donde trabajamos hace algo que no es de nuestro gusto sería mejor que nos dedicáramos a vender fruta o a cualquier otra cosa.

Una vez hizo un Francino. Se negó a que su nombre saliera en los créditos de un TN en el que, contra su voluntad, no se pasó la información de unos penaltis que lanzó Pasqual Maragall contra Tommy N’Komo para promover los Juegos Olímpicos

Más bien fue Francino que hizo un Alsius. Mi caso sucedió doce años antes.

Seguramente nunca sabremos porque Jordi Pujol eligió a Alfons Quintà para crear TV3

El caso de Francino fue sonado. Se negó a presentar un TN donde se minimizó el cese de Josep Maria Flotats como director del Teatro Nacional de Catalunya

Yo ese día de los penales me planté, sí. Para mí no era tanto rebelarme ante una imposición política como revelarme ante una obviedad periodística. De decir “me podéis torturar, poner bolsas de plástico en la cabeza y yo seguiré pensando que esto es una noticia gráfica enorme”. Maragall chutando cinco penaltis a un portero negro del Español. Al día siguiente, efectivamente, fotos a tres, cuatro y cinco columnas en todos los periódicos. No podía ser de otro modo y nadie me negó que tuviese razón. Me pasó otras veces y también al revés. No siempre lo adivinas. Apuestas por una noticia y luego no aciertas. O apuestas por no dar una noticia y también te equivocas. Me pasó con otra noticia de Maragall, muchos años después. Cuando hacía el TN del fin de semana se empezó a dar la noticia de que se postulaba como candidato a presidente del gobierno español. No lo vi claro. Catalunya Ràdio todo el sábado y el domingo estuvo abriendo con eso y yo diciendo que no y que no en contra, incluso, de una parte de la redacción. En este caso te quedas contento. Otras veces haces lo mismo, y la cagas. En el libro destaco, como es obvio, las anécdotas más destacadas y puede quedar la sensación de que allí había una gran cantidad de imposiciones, que era un infierno. Y no lo era. Hice el telenotícies durante un montón de años con la sensación de que hacía lo que quería hacer, sin mayores problemas profesionales. Soy consciente de que queda una información muy sesgada porque, tal y como digo en el libro, “el pecado es más llamativo que la virtud”.

“Los periodistas somos gente que por encima de todo tenemos un gran amor por la verdad e intentamos explicar las cosas tal como son” | Pol R

Y en esta historia, ¿cuál es la otra cara de la moneda, su momento más feliz en TV3?

Lo primero que me viene a la mente es el arranque del primer telediario. Nos costó muchos esfuerzos durante meses preparar un formato que fuese atractivo, goloso, con muchas dificultades, yendo contra todos los elementos. La sensación de estar en antena haciendo un telediario innovador nos hacía felices. Pero, mire, le hablaré de otro momento, que no sale en el libro, que no es de felicidad sino de duda, que tiene que ver con el concepto de las buenas noticias. Es el momento de “à la ville de… Barcelona”. Aquello estaba pasando poco antes del Telenotícies migdia y yo era consciente de que muchos catalanes se enterarían cuando lo viesen. En aquella época no había tanta red social y por eso yo sería quien comunicaría a buena parte de la audiencia que Barcelona era ciudad olímpica. Por una parte, estaba muy contento de poder dar aquella noticia. Pero recuerdo muy bien que estaba en maquillaje y me pregunté: “¿Qué cara tienes que poner cuando des esta noticia”. Es una buena noticia, sí. Por tanto, no puedes estar con cara de palo. Pero también era consciente de que había un porcentaje de catalanes, pongamos que un 15%, que pensaba que la peor plaga que podía haber era los Juegos Olímpicos. Y ese 15%, si yo salía contento como unas castañuelas se enfadaría conmigo. Esto te obliga a reflexionar sobre qué actitud deben tener los conductores. Es un tema que no tiene solución porque si pones siempre cara de palo no llegas a la audiencia, pero si te muestras contento, aunque sea con gestos casi imperceptibles, estás desconectando de un sector del público.

¿Y qué cara puso?

Hice un 85% de cara alegre. No tiene más solución esto.

El que había sido director general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión explicó en el acto de presentación del libro que el socialista Raimon Obiols, que en aquellos años era primer secretario del PSC y candidato a la presidencia de la Generalitat, le había reconocido que ellos no habrían hecho TV3 mejor, pero que se habían equivocado no habiendo dado mayor presencia al castellano

Se hizo bien y todo el mundo lo reconoce. El tema castellano… no lo sé. Se podía plantear una televisión bilingüe, pero había muuuucho por compensar. La castellanización de todo, de la cultura, de los medios de comunicación, era tan grande que hacía falta una sacudida en sentido contrario. Además, en ese tiempo no se reclamaba esto. Tampoco los socialistas insistían mucho en hacer más cosas en castellano. Al revés, haciéndolo en catalán se logró captar muchos sectores de audiencias castellanohablantes. Dallas, el Barça, sobre todo, pero también otros programas, como algunas series infantiles, sirvieron de enganche para público hispanohablante. Fue una de las piezas clave de la normalización del catalán. Ahora veo como el menor de los problemas que TV3 emita series como Drama, que mezclan catalán y castellano. El catalán tiene problemas mucho más importantes que este. Los ayatolás de la lengua no deberían quejarse de esto y poner sus preocupaciones en otros sitios, como el mundo de los videojuegos, o en la oferta en catalán de Disney y las diferentes plataformas.

El menor de los problemas para el catalán es que TV3 emita series que mezclan el catalán y el castellano

En una entrevista reciente, Carles Francino decía que si ahora trabajara en TV3 no lo pasaría bien. ¿Y usted?

Depende del trabajo que fuera a hacer. Si trabajase en los telediarios sí que me lo pasaría bien. Me lo pasaría bien en cualquier redacción, porque lo que he echado siempre a faltar es el ambiente de las redacciones, aquella adrenalina de la última hora, mucho más que la pantalla o un medio concreto. Recuerdo, de cuando empecé a dedicarme exclusivamente a la Universidad, estar a una biblioteca y saber que fuera está pasando algo noticiable y preguntarme qué demonios hacía yo revolviendo libros en ese momento. No he leído esta entrevista de Francino, pero supongo que él se debe referir a si TV3 es o no es la televisión del proceso.

¿Y este tema qué? Dice que TV3 ha optado por identificarse con el proceso independentista por intereses de mercado, más que ideológicos

Es muy simple. La redacción de TV3, como tantas otras redacciones, está formada básicamente y fundamentalmente por personas que son puramente periodistas; no están trabajando allí como agentes de ningún partido. Los tertulianos son todo otro mundo. Pero los periodistas somos gente que por encima de todo tenemos un gran amor por la verdad e intentamos explicar las cosas tal como son. Ha habido renovación generacional en la redacción de TV3, pero no renovación ideológica. Estoy absolutamente convencido. No hay ningún motivo para creer que haya este sesgo ideológico programado de manera expresa. Que puede haber algunos filtros gubernamentales en un medio público es ingenuo negarlo. Lo sufren, poco o mucho, todas las televisiones públicas del mundo, incluso la BBC. Son cosas muy puntuales, como las que explico en el libro. En el día a día las redacciones son autónomas. Lo que pasa es que TV3 se encuentra con unos primeros años en que es una alternativa a los dos únicos botones que había en los televisores. Hay varios años de gracia donde es la reina del mambo y puede exhibir todas sus fortalezas con muy poca competencia, hasta que aparecen las televisiones privadas. Después viene una etapa mucho más dura de competencia de las televisiones privadas y luego una aún más dura con la atomización de las audiencias con el advenimiento de las plataformas digitales y, por tanto, ahora está en una situación frágil en el mercado. Dado que hay una serie de circunstancias que han hecho que un cierto público se haya alejado hacia productos diferentes, que se expresan en español, creo que lo que hace TV3 es ser proteccionista con su público. Intenta mantener el liderazgo con este público, que representa un 20% en números redondos, que ya es mucho, y corre menos riesgos que antes. Cuando digo ‘razones de mercado’ quiero decir esto: “¡Tenemos esto, pues cuidemos a nuestra parroquia!”.

Sanchis dice que hace la televisión que le pide la sociedad catalana, que TV3 no se ha hecho independentista, que es la mayoría de los catalanes que se lo han hecho

No toda Catalunya se ha hecho independentista. No le había oído decir esto, pero es una idea prima hermana de la que acabo de decir. Es ponerse a tono con el público que tiene más fiel, más próximo, que es catalanoparlante, de una determinada franja de edad… Como cualquier otro fabricante. Si a un fabricante le piden calcetines de rombos los hará de rombos, no se expondrá a fabricarlos de rayas. Esto tiene más peso de lo que la gente presupone. Los que opinan los medios, en las redes sociales, los críticos, los comentaristas, sobrestiman las interpretaciones políticas de lo que ocurre, piensan que todo está impregnado por la política. Pero la gente común mira con perplejidad ciertos fenómenos más que buscando tres pies al gato. Hay una cierta tendencia a hacer valoraciones hiperpolíticas exageradas.

Cómo valora la gestión de Vicent Sanchis como director de TV3?

Lo conocía muy poco. No se habían cruzado nuestros caminos profesionales. Estaba más bien dentro del área convergente o eso parecía por el tipo de cargos que había tenido, al Observador, Avui… Llega a TV3 propuesto desde ese sector político. Ahora veo que recibe acusaciones de dirigir una televisión dominada por ERC. ¿Qué ha cambiado aquí? ¿Él? ¿La redacción? ¿Qué ha pasado? Sencillamente, que como director y gestor se ha encontrado con una situación de mercado muy complicada y que la ha tenido que capear como ha podido. Esto ha pasado a menudo. Recuerdo que hace cerca de veinte años un día tenía cita con Francesc Escribano, cuando hacía poco que lo habían nombrado director, y no me pudo recibir porque estaba reunido en una especie de gabinete de crisis porque TV3 acababa de perder el liderazgo. Después lo recuperaron; precariamente, pero lo recuperaron. Los directores de TV3 han tenido que compaginar el espíritu de servicio público con hacer entretenimiento de calidad, no hacer mama chichos. Si haces mucho servicio público, pero haces algo aburrido que no se lo mira nadie, no sirve de nada; eso sí sería tirar el dinero. Pero tampoco puedes hacer tonterías. Yo diría que todos los directores de TV3, incluso los que me hicieron la puñeta, lo han hecho muy bien. Se han acercado bastante a optimizar estas dos facetas y, en este sentido, TV3 sigue siendo una televisión que ofrece calidad y Sanchis hace lo que puede con todas estas circunstancias tan complicadas. Se ha encontrado una situación de mercado complicadísima que, como mínimo, merece un respeto considerable y serían injustas las críticas fáciles. Del mismo modo que se dice que cada catalán lleva dentro un entrenador del Barça, también cada catalán lleva dentro un jefe de programas de TV3.

Una empresa que hace audiovisual que tiene un gasto del 60% en nóminas no va

Con el libro y sus declaraciones ha enojado al comité de empresa. Cree que se gasta demasiado dinero en sueldos y complementos salariales

He hablado siempre de la estructura empresarial de TV3. Hay un pecado original que es que se hizo un Consejo de Administración prácticamente exacto al ente de RTVE y las líneas administrativas de la casa han sido las resultantes de pactos políticos más que de racionalizaciones empresariales. El problema viene de muy lejos ya. Se ha ido generando una estructura comparable a la elefantiasis que tenía y que tiene aún Radio Televisión Española. Al principio se decía que este crecimiento desorbitado no pasaría, pero acabó pasando. Por una suma de dejadez política, de que los ejecutivos no se han atrevido siempre o no han tenido suficiente poder para actuar con más energía, y también por presiones sindicales yo creo que, a veces, desencaminadas, se ha llegado a una situación donde cualquier mirada objetiva tiene que admitir que una empresa que hace producto audiovisual, que es caro, que tiene un gasto del 60% -algunos dicen que es más- en nóminas, no va. Si la estructura no es la correcta significa que necesita una reestructuración. Esta reestructuración podría venir de una dotación de 500 millones anuales para que la Corporación haga producción al por mayor. Entonces necesitarás 2.600 personas y te variará la proporción de lo que se gasta en personal en relación a los costes generales. No creo que a Carrizosa le guste mucho, pero una manera de reestructurar sería esta. Quizás se quejarían entonces las productoras. No recuerdo haber dicho nunca, sin poner este contexto, que se tenga que echar al 50% de la gente de TV3. ¡Dios me libre!

“Del mismo modo que se dice que cada catalán lleva dentro un entrenador del Barça, también cada catalán lleva dentro un jefe de programas de TV3” | Pol R

Si nos quedamos sin TV3, ¿Catalunya y el catalán estarán en peligro?

Sí; ahora, sí. Otra cosa sería que el poder político en Catalunya y, sobre todo, el poder legislativo hubieran exigido, desde hace mucho tiempo, a todas las cadenas, también las privadas, que tuvieran una cuota de servicio público que debería incluir la lengua y también determinados valores. Lo que hay que defender no es el medio público por sí mismo. En Estados Unidos tienen unos medios públicos residuales y no pasa nada; no dejan de ser una democracia. Hablar de prensa pública nos horroriza. Sería imaginable un país sin medios públicos, pero mientras tanto se debería asegurar el servicio público y, seguramente, contar con un empresariado suficientemente valiente para generar una televisión privada potente en catalán y de calidad. El modelo de la radio es ejemplar. Llega un momento que hay una empresa privada que hace radio en catalán y la hace tan bien que llega a superar a la emisora ​​pública. Tenemos un servicio radiofónico privado en catalán excelente que defiende valores de país. Con la televisión corremos el peligro de quedarnos sin las dos cosas: que vaya languideciendo la televisión pública y que no tenga éxito la televisión privada alternativa. En este sentido, el grupo Godó tiene una responsabilidad contraída de haber malogrado de forma lamentable la concesión que tenía con 8TV, que ha ido a parar a manos de no sé quién. La carta que el grupo Godó ha jugado muy bien con la radio la ha jugado horrorosamente con la televisión. Ahora puede pasar que nos quedemos con las manos vacías. Es en este sentido que hago esta alerta y digo que TV3 se puede morir, pero hay que cuidar al enfermo porque hace un servicio indispensable. Cuesta imaginar un futuro donde desaparecieran del mapa de repente los medios públicos.

TV3 se puede morir pero hay que cuidar el enfermo porque hace un servicio indispensable

Como TV3 no había nada. Como TV3 no hay nada. ¿Cómo TV3 no habrá nada?

Hace quince años o más, nos reunimos un grupo de ocho o diez personas, la mayoría periodistas, que nos propusimos buscar empresariado para crear una televisión en catalán. Quizá no actuamos suficientemente coordinados o con suficiente decisión y aquello quedó en nada. En mi cabeza estaba la idea de la necesidad de generar una buena alternativa desde el sector privado. Ojalá apareciera alguien con suficiente empuje y dinero para hacerlo. O tal vez ahora ya no vale la pena porque apostar por un medio de comunicación no tendría suficiente rendimiento. Hay que salir del marco mental de una televisión que se está muriendo. La partida no se juega ahora en un medio de comunicación concreto sino en un conjunto de medios de un mundo audiovisual muy complejo que pasa por internet, el videojuego, asistentes de voz, doblaje, plataformas…

¿Y si suena el teléfono y le dicen si quiere ser director de TV3 o presidente de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales?

Esto es muy poco probable que ocurra y si alguien lo hace se estaría equivocando. No veo ninguna viabilidad a esa idea. Hay que encontrar gente capaz de romper con los marcos mentales en que nos movemos la gente de cierta edad. Estar en algún papel de Pepito Grillo quizá sí. Es lo que he hecho un poco con el libro. Pero esto se puede hacer desde casa. Hay que encontrar al nuevo Quintà, pero esperemos que no sea un asesino en potencia. Cuando digo el nuevo Quintà quiero decir la persona que, rompiendo con todos los esquemas que ahora tenemos, invente alguna perspectiva completamente nueva para el audiovisual catalán.

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