Gemma Tarafa Orpinell se licenció en Biología por la Universidad de Barcelona y se doctoró en Biología Molecular también por la misma universidad. Sus publicaciones se han centrado en temas de salud y desigualdad y, a lo largo de su trayectoria, ha trabajado como investigadora postdoctoral en la Universidad de Yale, en el Instituto Catalán de Oncología, y en el Grupo de Investigación sobre Desigualdad en Salud de la Universidad Pompeu Fabra entre otros. Desde las elecciones municipales de 2019 es concejala de Salud, Envejecimiento y Cuidados del Ajuntament de Barcelona, en el mandato anterior era Comisionada de Salud. Tarafa considera que una de las lecciones más importantes que podemos extraer de la pandemia es la importancia que tiene el trabajo de los cuidados. «Los cuidados, en general, siempre han sido invisibles. Ahora se han evidenciado mucho más. Es necesario que la sociedad reconozca los cuidados, remunerados y no remunerados. Cada vez tendrán más importancia, en una sociedad que envejece a marchas forzadas», argumenta.
En términos generales, ¿cómo ve la situación actual de la pandemia y las perspectivas para las próximas semanas?
Pienso que estamos en un punto clave. Las cifras de contagios van aumentando y tenemos indicadores muy directos, como es el de la presencia de personas ingresadas en UCI y hospitalizaciones, que también van en aumento, al tiempo que la velocidad en el proceso de vacunación no avanza a la velocidad que debería hacer. Es clave aumentar el ritmo de las vacunaciones. El problema grave, sin embargo, es que la producción y distribución de las vacunas a escala mundial son limitadas, y por tanto, creo que en este punto es importantísima la liberación de las patentes, que son las que nos limitan esta distribución. Ahora es el momento de hacerlo. Si no, no podremos aumentar la velocidad de la vacunación. Y como problema de salud pública que es la pandemia del Covid-19, hay que vacunar a toda la población del mundo; porque si no estamos todos vacunados, la enfermedad se seguirá extendiendo. No basta en vacunar a los países del norte, también hay que vacunar a los países del hemisferio sur. Para situaciones excepcionales, se necesitan medidas excepcionales.
En el momento actual hay que ser muy empático con la población. Vivimos una situación de fatiga pandémica, anímicamente complicada y, por tanto, hay que comunicar con coherencia y pedagogía y es necesario que las medidas que se ponen sobre la mesa sean adecuadas y bien explicadas.
¿Son adecuadas las restricciones actuales?
Hace pocos días nos reunimos con la consellera Alba Vergés y la consellera Meritxell Budó y les dijimos que nosotros creemos que en Barcelona es necesario confinamiento metropolitano y no comarcal. No ponemos en cuestión el hecho de que sean necesarias medidas, conocemos la situación actual. Lo que sí que ponemos en cuestión es la tipología de la restricción perimetral por comarcas. Barcelona es una de las ciudades más densas de Europa y, para evitar aglomeraciones, veríamos mucho más adecuada una restricción de un perímetro más amplio, es decir, un confinamiento del área metropolitana.
¿Cómo han afectado los recortes de los últimos años en la gestión de la pandemia? ¿Cómo hay que reforzar el sistema sanitario?
Esta pandemia nos ha enseñado muchas cosas. Ha hecho visibles problemáticas que ya estaban, y las ha mostrado con más fuerza. También ha hecho aparecer nuevas. Tenemos un sistema sanitario que sufrió unos fortísimos recortes el año 2011, y aún a día de hoy no se han recuperado en su totalidad el número de profesionales de Atención Primaria, o camas de hospital. Otro tema es que destinamos a la salud pública sólo un 2% del total del presupuesto en salud. La pandemia nos ha demostrado que la prevención, es decir, la parte previa al tratamiento de la enfermedad, es clave, y nos ha enseñado que hay que reforzar mucho determinadas áreas del sistema sociosanitario. Un ejemplo es lo que ocurrió durante la primera ola con las residencias. Tenemos claramente un modelo residencial fallido, del que ya se sabía antes de la pandemia y no se abordó, que se le debe dar la vuelta como un calcetín. Ahora es necesario que se aborde todo desde allí donde esté la competencia para hacerlo.
Ciertamente, una pandemia como ésta es muy compleja de gestionar, de entrada no hay que cansarse de dar gracias a los profesionales que ha lidiado con esta situación sin precedentes y también quiero destacar dos aspectos sobre cómo ha funcionado la gestión de la pandemia. Por un lado, hemos aprendido que anticiparse en un proceso como este es clave, y en muchos aspectos no ha habido suficiente anticipación. Por otra parte, las carencias estructurales de las que hablábamos, derivadas de los recortes y del mismo modelo sanitario, no han ayudado en el abordaje de la pandemia. Hay que replantear muchos aspectos de nuestro sistema sanitario. Pero esto no lo digo desde la crítica; lo digo desde una visión constructiva. Debemos tomar nota de que ha fallado y hacer nuevos cambios en profundidad en el sistema. Ahora tenemos una ventana de oportunidad para hacer estos cambios, y hay que aprovecharla. Como sociedad, no podemos permitirnos no aprovechar esta de oportunidad.
Tenemos un modelo muy hospitalocéntrico y, aunque los hospitales hacen un trabajo importantísimo, hay que dimensionar bien el sistema, poniendo más énfasis en otras partes del sistema sanitario, como la atención primaria, la salud mental, y en los cuidados, los servicios de atención a la persona. Y hay servicios privatizados como la rehabilitación que prácticamente no se evalúan y que serían mucho más eficientes si se integraran en la gestión pública y en los CAP.
La pandemia nos ha demostrado que la prevención es clave y nos ha enseñado que hay que reforzar mucho determinadas áreas del sistema sanitario, como la salud pública y la atención primaria
¿Qué puede hacer el Ajuntament para potenciar el sistema sanitario, teniendo en cuenta las competencias limitadas que tiene al respecto?
Puede hacer y hace muchas cosas. Como Ajuntament hemos intentado acompañar la atención primaria, que creemos que debe ser el corazón del sistema. La primaria tiene unas grandes limitaciones de profesionales y espacios. Desde el Ajuntament, hemos ayudado a suplir la necesidad provisional de espacios hacer las ampliaciones necesarias de los CAP para poder mantener circuitos limpios y sucios. Además, pusimos a disposición 45 espacios de apoyo para hacer la vacunación de la gripe, y ahora también la de Covid. También hemos puesto a disposición solares para poder construir un número no menor de los centros que hay que ampliar. En este sentido, hemos podido ayudar a dimensionar mejor la primaria respecto, sobre todo, en el espacio físico. En la primera ola, ofrecimos grandes equipamientos deportivos para hacer ampliaciones hospitalarias, que permitieron hacer crecer el sistema con 550 camas, que no son pocas. Nosotros tenemos la capacidad también de incidir en el Consorcio Sanitario de Barcelona, aunque la Generalitat tiene la mayoría y determina el presupuesto de los contratos del CatSalut, y allí insistimos que hay que aumentar el presupuesto de la primaria hasta llegar a un 25% del total del presupuesto de salud. Pero no sólo es un problema presupuestario. Cuando me refiero a replantearse algunas cuestiones, me refiero también al mismo modelo que tenemos. Los servicios de atención a la persona. Intentamos incidir en tener una mirada más abierta, de un sistema más accesible, público y universal y con una evaluación más rigurosa de todas las líneas y allí insistimos que hay que aumentar el presupuesto de la primaria hasta llegar a un 25% del total del presupuesto de salud. Pero no sólo es un problema presupuestario. Cuando me refiero a replantearse algunas cuestiones, me refiero también al mismo modelo que tenemos. Intentamos incidir en tener una mirada más abierta, de un sistema más accesible, público y universal y con una evaluación más rigurosa de todas las líneas.
¿Qué otras acciones han llevado a cabo?
Desde el Ajuntament de Barcelona, aunque no tenemos muchas competencias en materia de salud, estamos aprovechando todos los resquicios que nos permite la normativa y nuestras competencias y la carta municipal. Trabajamos en la promoción y prevención de la salud a través de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. Aquí, por ejemplo, hemos trabajado numerosos aspectos de salud comunitaria en veinte y cinco de los barrios de menor nivel socioeconómico. También hemos dado un paso muy importante en cuanto a la salud bucodental, creando un dentista municipal para personas vulnerables, que ha atendido más de 15.000 visitas de personas sin recursos. Hay que tener en cuenta que más de un 12% de la población no va nunca al dentista por razones económicas, porque no se lo puede permitir. Creemos que la salud bucodental debería ser una salud de primera y para todos, y debería estar recogida, al 100%, en nuestra cartera de servicios. Presentamos al Parlament una ley en este sentido que permitiría avanzar en este aspecto. Mientras tanto, hemos abierto este primer dentista para personas vulnerables, así como un segundo para niños, y estamos trabajando en un dentista para todos.

¿Tenemos una crisis de salud mental? ¿Cómo se pretende potenciar los servicios de apoyo psicológico a la ciudadanía?
Completamente. Después de una crisis sanitaria como ésta aparece una crisis social, una crisis económica, y también una crisis de bienestar emocional o de salud mental, que también es muy importante y que apenas ahora empieza a emerger. La pandemia nos enseña también nuestro modelo sanitario no está preparado para abordar una situación de salud mental como ésta.
Barcelona es la primera ciudad en todo el Estado que tiene un plan de salud mental, que lo hemos construido y lo estamos trabajando con todos los agentes de la ciudad, junto con otras administraciones, y hemos avanzado en esta mirada de la salud mental comunitaria. Unos ejemplo o modelo de esta orientación comunitaria son los Konsulta’m, que son servicios gratuitos para jóvenes entre 12 y 22 años a los que se les ofrece acompañamiento psicológico, sin cita previa. Son servicios que hemos instaurado en la comunidad, que hemos puesto en centros de jóvenes, con la máxima proximidad. El Plan de salud mental se ha reforzado durante la crisis Covid con medidas de choque y extraordinarias conscientes de la crisis de bienestar emocional que estaba suponiendo. Durante la pandemia hemos doblado el número de puntos en la ciudad hasta completar una red de 11 puntos. Este año hemos aumentado, respecto del año anterior, en un 138% la presencia de jóvenes en estos espacios. También hemos puesto en marcha en Barcelona un teléfono de prevención del suicidio (900925555).
En sus informes, la Agencia de Salud Pública de Barcelona habla de las desigualdades sociales, económicas y de género en relación con las dos primeras olas de la pandemia. ¿Cómo lo valora?
Está claro que la crisis sanitaria ha acentuado las desigualdades que ya existían, aquí y en todas partes. Donde uno vive y cómo vive es clave; el código postal tiene mucho más peso que el código genético. Vivir en una ciudad amontonada, contaminada, llevando una mala alimentación… impacta en la salud. Durante la pandemia, hemos podido observar que hay más contagios en aquellas zonas con peores indicadores socioeconómicos, y esto se explica básicamente por tres causas. En primer lugar, no es lo mismo confinarse en un piso de 150 metros cuadrados con terraza que en un piso de 30 o de 50 metros cuadrados. Este es uno de los principales elementos que hace que en una zona determinada haya más contagios que en otra. Un segundo elemento es que en zonas con peores indicadores socioeconómicos, muchas de las personas que viven trabajan normalmente en trabajos que no permiten hacer teletrabajo y, por tanto, están más expuestos al virus. La tercera causa es que sabemos que las personas con peores indicadores socioeconómicos también tienen más patologías crónicas debido a su misma situación vital y, por tanto, tienen más riesgo de sufrir afectaciones más graves en relación con el Covid.
Lo que todo esto evidencia es que vemos más desigualdades y que la pandemia no ha afectado por igual a todas las zonas de la ciudad. Por otra parte, a pesar que el género ha sido muy invisibilizado en esta pandemia, hay que recordar que las mujeres son las responsables de los cuidados, tanto en el trabajo fuera de casa ya que son la mayoría de profesionales sanitarias y sociales, como en el cuidado de las personas del hogar. Por este hecho tienen un riesgo de infectarse importante. Ahora bien, los hombres, cuando enferman, tienen la enfermedad en forma más grave, con más probabilidades de ser hospitalizados o muertos. Esto está relacionado con las patologías crónicas que son más frecuentes en los hombres como por ejemplo las enfermedades respiratorias que están relacionadas con el Covid-19.
¿Cuáles son los barrios que más preocupan?
En este momento, el mayor número de contagios lo tenemos en Nou Barris, pero la situación ha ido oscilando; también hemos tenido una gran incidencia en Ciutat Vella y en algunas zonas del barrio de Sants. Es muy importante que trabajemos con datos en la mano. A pesar de que en esta pandemia a menudo ha habido un baile de datos, la web de la Agencia de Salud Pública de Barcelona ha ofrecido datos diarios y también por edad, sexo, barrio y nivel socioeconómico que nos han ayudado a tomar decisiones relacionadas al control de la enfermedad y también a las consecuencias de las mismas.
Cuando se hacen políticas de empleo, de vivienda o de mejora del espacio urbano, se trabaja sobre los determinantes sociales y las inequidades sanitarias. También cuando se hace posible que las personas con menos recursos puedan ir al dentista o al psicólogo
En términos generales, ¿cómo se pueden abordar desde el nivel municipal los determinantes sociales de la salud y las inequidades sanitarias?
Cuando un Ayuntamiento hace políticas de empleo trabaja sobre los determinantes sociales de la salud, ya que los datos indican que las personas con más de dos años de paro tienen tres veces más riesgo de sufrir un problema de salud mental. También cuando hacemos políticas de vivienda o de mejora del espacio urbano trabajamos para abordar los determinantes sociales. En los últimos cuatro años, hemos hecho una apuesta muy importante para la vivienda pública, construyendo más que durante los últimos veinte años, lo que tendrá un impacto sobre la salud de los vecinos y vecinas de la ciudad. Durante la pandemia, hemos generado 700 plazas para personas sin hogar, sumadas a las 2.200 que ya tenía la ciudad, en comparación con las 180 que hay en el resto de Catalunya. Hay temas que deben ser de país, y éste es uno.
Cuando se hace posible como Ayuntament que las personas con menos recursos puedan ir al dentista o hacemos más accesible el apoyo psicológico también estamos trabajando por la equidad sanitaria. Desde el Ajuntament, tenemos también un fondo de ayuda para aquellas personas que no pueden pagar los fármacos. Creemos que se debe eliminar el copago para rentas bajas, ya que muchas familias no se lo pueden permitir. Potenciar la salud comunitaria también es una manera muy clara de trabajar por la equidad sanitaria, entre otros.
Durante la pandemia, el Ajuntament de Barcelona ha activado 300 informadores que han ido a pie de calle en aquellos barrios donde preocupaba más el número de contagios. Entre los meses de marzo y abril activamos un Programa Municipal de Apoyo a las cuarentenas, que ha permitido a las personas que están solas y deban aislarse hacerles llegar una cesta con alimentos, tirar sus residuos o sacar a pasear a su mascota. Hemos acompañado a estas personas con una serie de servicios. Por ejemplo, si en un piso de 30 o 50 metros cuadrados viven seis personas y una de ellas se ha de aislar, hay que garantizar que esta persona pueda hacer el aislamiento en un hotel salud, o llevarle lo que necesita de casa para evitar el contagio de su familia o convivientes.
En paralelo a las crisis sanitaria y social está la climática. El medio ambiente y la contaminación mejoraron durante el confinamiento, pero ya hemos vuelto a la situación anterior. ¿Qué iniciativas tiene previsto el Ajuntament? ¿La pandemia puede ser una ventana de oportunidad?
Sí, sin duda la pandemia es una ventana de oportunidad en este sentido. Durante los meses de confinamiento, tenemos datos que nos muestran que la contaminación del aire se redujo a menos de la mitad. Por ejemplo, el NO2 pasó de 37,8 g/m3 antes de la pandemia a 16,8 g/m3 durante el estado de alarma. Los vecinos te decían que una de las pocas cosas positivas era ver una ciudad con un aire limpio y sin ruido. Hay que recordar que si consiguiéramos mantener los niveles de contaminación que la Organización Mundial de la Salud considera aceptables para la salud, evitaríamos 1000 muertes en la ciudad de Barcelona cada año. Es una cifra muy importante. La contaminación también hace aumentar los casos de asma y otras enfermedades respiratorias y de cánceres. Sólo por eso, merece la pena abordar con contundencia esta problemática. Nosotros hemos puesto en marcha muchas iniciativas. Por ejemplo, hemos impulsado la zona de bajas emisiones, la ‘Superilla Barcelona’, hemos aumentado muchísimo los carriles bici y también hemos puesto en marcha el plan ‘Protegim les escoles’. De este modo, el año 2023 alrededor de 200 escuelas tendran alguna actuación para proteger y pacificar estos espacios, porque uno de los grupos de población donde más preocupa la exposición a la contaminación son los niños.
Durante la pandemia, hemos impulsado la iniciativa ‘Obrim Carrers’, cortando varias calles para que la ciudadanía pueda disfrutar con tranquilidad de estos espacios. También hemos puesto nuevas tarifas en el transporte, porque cuando hacemos un abordaje para reducir el número de coches es fundamental potenciar el transporte público. Esta son medidas que han venido para quedarse. La crisis ambiental ya la teníamos con mucha contundencia antes de esta crisis sanitaria y tenemos que seguir trabajando para hacerles frente. Barcelona debe ser una ciudad más saludable.

¿Los servicios sociales asistenciales están desbordados? ¿Hay el número de trabajadores sociales necesarios?
Seguramente nunca se hace lo suficiente, pero todas aquellas personas que han solicitado acompañamiento a servicios sociales lo han tenido. A pesar de que con la pandemia ha habido un escudo social histórico, que no habíamos tenido en 2008, con medidas como el ingreso mínimo vital, los ERTE y un total de 46,6 millones de euros en ayudas otorgadas desde servicios sociales, las consecuencias de la crisis social y económica se han hecho patentes. Un 32% de las personas atendidas en los servicios sociales durante la pandemia, de las que un 64% son mujeres, no habían ido nunca. Los servicios sociales han hecho un trabajo excepcional, porque la crisis social y económica que vivimos es de una gran magnitud. En cuanto al aumento de las plantillas, lo estamos trabajando con la Generalitat, que es la administración responsable del contrato programa.
Cuando aplaudimos normalmente lo hacemos a los servicios sanitarios, pero los servicios sociales también han hecho un trabajo excepcional. Los aplausos deberían hacerse extensivos a las trabajadoras de los servicios sociales, a las trabajadoras de la limpieza y del hogar, a aquellas personas que han tenido cuidado de alguien para que otra persona pueda ir a trabajar. También en las iniciativas vecinales que han llegado allí donde los vecinos no llegaban a ir a servicios sociales. Los aplausos deberían hacerse extensivos a los cuidados, en el sentido amplio.
Una de las lecciones más importantes que podemos extraer de la pandemia es la importancia que tiene el trabajo de los cuidados, que cada vez tendrá más, en una sociedad que envejece a marchas forzadas
¿Se han revalorizado los cuidados con la pandemia?
Sí, mucho. Los cuidados, en general, siempre han sido invisibles. Ahora se han evidenciado mucho más, aunque todavía falta mucha visibilización. Es necesario que la sociedad reconozca los cuidados, remunerados y no remunerados, los cuidados en mayúsculas. En relación a los cuidados renumerados hay que decir que durante el confinamiento y la pandemia al final, cuando todo el mundo estaba encerrado en casa, quien sostenía los servicios eran los trabajadores de los cuidados, en el sentido amplio. Las trabajadoras que ayudan a una persona mayor o con dependencia, por ejemplo, eran la única persona que esta persona veía durante semanas. Por lo tanto, hacían una función que iba mucho más allá de las tareas que tienen marcadas, eran su ventana al mundo. Los cuidados que han hecho en el sentido emocional han sido extraordinarias. Y han sido trabajos siempre muy invisibles. Creo que una de las lecciones más importantes que podemos extraer de la pandemia es la importancia que tiene el trabajo de los cuidados, que cada vez tendrá más, en una sociedad que envejece a marchas forzadas. Además, curamos siempre, a lo largo de toda la vida, no sólo en las edades avanzadas. Es muy importante poner los cuidados en valor, y eso quiere decir acompañarlas bien, tanto desde la sociedad como desde las administraciones.
En la ciudad tenemos el espacio ‘Barcelona Cuida’, que es un centro destinado a los cuidadores familiares o informales de: personas con dependencia, diversidad funcional, trastorno o enfermedad, niños y jóvenes, personas mayores; trabajadoras del hogar y los cuidados; profesionales de las entidades y de servicios de la Administración; y personas receptoras de cuidados que quieren planificar la atención que desean recibir en momentos de pérdida de autonomía y proceso de envejecimiento. Servicio que acompaña a aquellas personas a nivel emocional, laboral y jurídico.
Siguiendo en esta línea, hablamos del Servicio de Atención Domiciliaria (SAD). El Ajuntament de Barcelona anunció su municipalización en mayo de 2019. ¿Qué impedimentos encontraron? ¿Qué iniciativas han llevado a cabo para mejorar el servicio?
El SAD es el segundo contrato más importante que tiene el Ajuntament, tras el de la limpieza. Estamos hablando de unas 5.000 trabajadoras. En ese momento la propuesta la hicimos. Tenemos 4 lotes que son gestionados por diferentes empresas y nosotros propusimos que una de ellas fuera una encomienda a una entidad pública. Sin embargo, los servicios jurídicos del Ajuntament no consideraron que hubiera garantías jurídicas teniendo en cuenta los cambios legislativos y normativos para hacerlo, a pesar de que la voluntad política estaba. Nuestra propuesta sigue sobre la mesa, pero sin una garantía jurídica no la podemos sacar adelante. Ahora, lo que hemos hecho es activar un ‘lote control’, una herramienta nueva que no teníamos antes. Esta herramienta hará que los gestores del servicio tengan que cumplir unas condiciones, y si no lo hacen, nosotros tendremos capacidad para sancionarlos. Por lo tanto, haremos inspecciones para ver cómo funciona el servicio y recogeremos las demandas y quejas de las trabajadoras y los usuarios. En un servicio tan importante como este, tenemos que poder garantizar que se esté llevando a cabo todas estas cuestiones claves para mejorar las condiciones de las trabajadoras y usuarios que han fijado el pliego de licitación
El SAD es un sector altamente precarizado y feminizado. El convenio salarial es en el ámbito catalán y, en este sentido, tenemos las manos atadas. El nuevo convenio supone un aumento salarial de un 14% en los próximos cuatro años. Fuimos el primer Ajuntament a reconocer el primer convenio colectivo catalán entendiendo que era un marco imprescindible para la introducción de mejoras laborales. Esto lo hemos incorporado a la nueva licitación. También aparecen nuevos perfiles, como el del terapeuta ocupacional, que se requiere en determinados casos más complejos. Una de las cuestiones que hemos establecido de obligado cumplimiento es que se puedan hacer jornadas completas y que las trabajadoras tengan una mayor formación. Además, hemos establecido que se avance hacia un nuevo modelo organizativo del servicio, donde 10 o 15 trabajadoras atiendan un máximo de 60 usuarios. Los gestores deben cumplir estas indicaciones. Si no es así, abriremos un expediente sancionador y, en última instancia, retiramos el lote al gestor. Hemos trabajado mucho para poder abordar mejor este servicio y este lote control nos debe ayudar a que esto sea así.

Tenemos que trabajar a marchas forzadas en qué modelo de envejecimiento digno queremos para nuestro país y nuestra ciudad. La residencia es un modelo que es válido para personas con grados de dependencia altos, pero para el resto tenemos que encontrar un modelo más adecuado
La pandemia ha evidenciado que el modelo actual en las residencias no funciona correctamente. A pesar de que el Ajuntament no tiene competencias en este ámbito, ¿qué aspectos creen que hay que mejorar? ¿Cómo garantizar un envejecimiento digno?
Ya teníamos indicadores que el modelo residencial actual no es un buen modelo para garantizar un envejecimiento digno de toda la población, en una ciudad que en 2030 tendrá casi un 30% de personas mayores de 65 años. Tenemos que trabajar a marchas forzadas en qué modelo de envejecimiento digno queremos para nuestro país y nuestra ciudad. La residencia es un modelo que es válido para aquellas personas con grados de dependencia altos, pero para el resto de personas tenemos que encontrar un modelo más adecuado. Así como tenemos que evaluar cómo se ha gestionado la crisis sanitaria desde el sistema público catalán, se debe evaluar cómo se ha gestionado la crisis de las residencias. Y aquí tenemos que hacer una reflexión sobre qué modelo queremos, es de vital importancia. Por ello, hemos pedido a la Generalitat constituir un espacio mixto para poder abordar este tema. Debemos caminar de manera coordinada y organizada para construir un modelo de envejecimiento digno. Para hacer que estas personas, que se han dejado la piel durante toda su vida para construir este país, tengan un final de vida digno.
Todas las encuestas y barómetros nos dicen que la gente, en general, quiere envejecer en su casa. No todo el mundo lo podrá hacer, debido a su situación de dependencia o complejidad, pero una gran mayoría lo debe poder hacer. Es importante establecer qué control y papel debe tener la Generalitat en las residencias. Hasta ahora, la atención primaria no entraba dentro de las residencias y, de momento, este cambio ha venido para quedarse. Hay que entender que las personas que entran en una residencia no dejan de ser usuarios de la primaria.
En Barcelona hemos impulsado iniciativas como las viviendas con servicios, que son viviendas públicas donde las personas mayores que van a vivir pagan un alquiler muy bajo, tienen unos espacios comunitarios dentro del bloque de pisos y disponen de servicios del instituto municipal de servicios sociales, ya sea más en la parte emocional como la motriz. Este es un modelo donde la gente mayor no envejece sola, sino que lo hace acompañada de otras personas. Tenemos más de 1.300 personas que viven en servicios como estos y, a finales de mandato, tendremos 500 más. Es un modelo que, obviamente, no resuelve toda la problemática que existe con las residencias, pero es una iniciativa importante. Al igual que lo es también el SAD o la atención domiciliaria que hacen los centros de atención primaria o las residencias, para aquellas personas con un grado de dependencia elevado.
En Barcelona hay mucha gente mayor que vive sola. ¿Cómo ha afectado la pandemia a estas personas? ¿Qué iniciativas se han llevado a cabo desde el Ajuntament para atenderlas?
Las personas mayores han sufrido horrores con esta pandemia. Hay muchas personas mayores en la ciudad que viven solas, y nosotros, desde el Ajuntament, hemos intentado estar cerca de ellas y acompañarlas. En Barcelona hay 100.000 personas que utilizan el servicio de teleasistencia, pero también los hay 70.000 que no tienen ningún servicio municipal ni ningún tipo de vínculo (personas de entre 70-84 años). A estas 70.000 personas las estamos llamando todas, una a una, para preguntarles a ellos como están y explicarles todos los servicios públicos que hay. Tenemos que llegar a todos los rincones de la ciudad, porque tener un servicio municipal hace que tengan red. Por ello, es esencial detectar las necesidades que tienen las personas mayores y, en este sentido, estas llamadas nos ayudan mucho a hacer una radiografía actualizada.


