David Bondia es jurista, profesor de derecho y, desde el 2015, presidente del Institut de Drets Humans de Catalunya. Especializado en la promoción de derechos y prevención de la tortura, Bondia llega a la entrevista después de hacer su visita sorpresa semanal a una cárcel de Catalumnya. Hoy tocaba Brians. Esta es una de las tareas que hace desde el Institut de Drets Humans, institución que pretende cambiar por la Sindicatura de Greuges de Barcelona. David Bondia se presenta a las elecciones a síndico de la capital catalana.
La larga carrera de Bondia lo ha hecho referente en el ámbito de defensa de los derechos humanos y es por eso que a finales de marzo fue invitado como experto independiente a la comisión mixta por la Coordinación y Seguimiento de la Estrategia Española para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). También conocidos como ‘Agenda 2030’, estos objetivos determinados por la ONU pretenden marcar un punto en el calendario para mejorar la garantía de derechos básicos en el mundo. Ahora bien, ¿son estos ODS garantía de más equidad e igualdad en un contexto mundial marcado por la crisis, la pandemia y el auge de los gobiernos conservadores y partidos de extrema derecha?

¿Qué piensa de los ODS? Son objetivos no vinculantes que marcan la agenda política, pero parece que no se traducen en mejoras
Todo el mundo habla de la Agenda 2030, pero lo que tenemos que hacer es transversalizar los derechos humanos y fortalecer la democracia. No como la plantea la clase política, sino una democracia como sistema de valores, que aplique a todas las personas que están en un territorio. Por eso, más que los ODS, creo que lo importante son los hitos que plantean, que no es otra cosa que fortalecer los derechos humanos. Estos hitos sí que son vinculantes. Quién obvia los ODS diciendo que no son vinculantes es porque pretende desvirtuarlos.
Dice que se tienen que garantizar los derechos de todo el mundo. Durante la pandemia se popularizó el mantra de no dejar a nadie atrás, pero parece que no está siendo así.
Evidentemente. Si te quedas con los ODS y unos objetivos muy generales, obvias gente. Cuando se dice que no hay que dejar nadie atrás, este ‘nadie’ tendría que comprender a todas las personas bajo la jurisdicción. Y esto son las nacionales y las extranjeras, regulares o irregulares. Se han aplicado buenas medidas, pero es una barbaridad que una persona migrada en situación irregular, que sufre una situación de crisis brutal, no pueda acceder al Ingreso Mínimo Vital, por ejemplo. O a la sanidad pública.
Cuando se dice que no hay que dejar a nadie atrás, este ‘nadie’ tendría que comprender a todas las personas bajo la jurisdicción. Y esto son las nacionales y las extranjeras, regulares o irregulares
E su intervención en el Congreso hizo 11 recomendaciones. ¿Cree que serán seguidas?
No lo sé. Pero como mínimo las escucharon. Los políticos están muy acostumbrados a hablar ellos y no escuchar a nadie. Yo solo dije cosas que eran de pura lógica. Pedí educación en valores de derechos humanos e intercultural. Planteé cambiar el discurso catastrofista y de híper seguridad que hemos visto en pandemia por un discurso que respete los derechos humanos. Son recomendaciones sencillas, pero no se las han llegado a plantear.
La gestión de la pandemia, a veces, peca de ser cortoplacista. ¿Qué consecuencias tendrá en el largo plazo?
Hemos tratado esta crisis como una crisis sanitaria, pero tenemos que trabajar para revertir la crisis social. La recuperación no puede pasar solo por la economía. Hay sectores enteros que se han quedado en la calle, sin nada. Y es que las violaciones de derechos humanos no son solo por acción, sino también por omisión. Empecé la intervención en el Congreso definiendo qué eran los derechos humanos hace un año. Estos derechos no han cambiado, porque son las necesidades básicas inherentes a las personas, que tienen que ser cubiertas. Son exactamente las mismas que hace un año, con la diferencia que la pandemia nos ha puesto más en evidencia las graves consecuencias que tienen los desahucios, las colas del hambre o la dependencia económica.

El caso de los desahucios es bastante paradigmático. Se nos dice que hay una moratoria, pero hay desahucios cada día.
Las declaraciones políticas respecto al derecho a la vivienda han sido muy lamentables. Lo tratamos como una mercancía cuando es un derecho que está en la Constitución. Una vivienda digna, independientemente de que sea de propiedad o de alquiler, es un derecho humano, no un bien de mercado. Si hay un derecho, hay una obligación de la administración.
El derecho a la vivienda digna, como dice, está recogido en la Constitución, pero no se cumple. ¿De que sirve crear garantías legales, pues?
Otra de las propuestas que hice fue la de reformar la Constitución. Hay una diferencia entre derecho fundamental y principio rector. Los últimos solo informan a los poderes públicos, pero no generan derechos por sí mismos. La vivienda es considerada como principio rector. No está equiparado al resto de derechos y, por eso, los poderes públicos se sienten legitimados para tratarlo como mercancía.
Tenemos que reformar la Constitución independientemente de si estamos preparados
¿Cree que estamos preparados para reformar la Constitución?
No nos queda otra. Tenemos una Constitución fruto de la visión de los años 70, cuando se velaba por los derechos individuales de las personas por encima de los del colectivo y no: la salud, la vivienda, las prestaciones sociales son cuestiones colectivas. Tenemos que reformar la Constitución independientemente de si estamos preparados.
¿Pero se podrá llegar a entendimientos en materia de derechos fundamentales? Vuelvo al Congreso: Vox le respondió que los ODS son un dictado de la ONU pensando en los derechos humanos que necesitan los países menos desarrollados y que España ya está suficientemente avanzada. Que ya tiene una educación equitativa y ha logrado la igualdad de género. ¿Cómo se trabaja en derechos humanos con partidos que no ven que haya necesidad?
Desde el debate. A Vox se le tiene que contestar y no podemos no hacerlo porque, nos guste o no, están en las instituciones. Tienen discursos negacionistas que pretenden crear dos tipos de estado: uno que es protector hacia los suyos, y otro que depreda al resto. Dicen que la igualdad de las mujeres ya se ha logrado, pero no es esto el que nos dicen los informes que nos hablan de la feminización de la pobreza. Vienen con datos manipulados que acaban saliendo en los medios.
No tenemos que tener miedo de rebatirlos porque si han entrado a las instituciones es porque no hemos sabido, como sociedad y clase política, parar su discurso. Tienen un mensaje simplista que convence aquellos que han perdido la esperanza. Además, hay que destacar que el discurso político ha bajado mucho de nivel. Creo que quienes no contestan Vox en los debates es porque, quizás, no tienen la capacidad de hacerlo.
En Vox se le tiene que contestar y no podemos no hacerlo porque, nos guste o no, están en las instituciones
La imagen de diputados levantándose cuando interviene VOX ya la hemos visto varias veces y la vimos cuando se votó la investidura de Pere Aragonés. ¿Qué piensa?
No lo veo bien. Sé que voy en contra de lo que piensan muchos colectivos antifascistas porque ya manifesté esta opinión hace dos años en el Parlament y me cayeron broncas por todas partes. En Cómo conversar con un fascista, Marcia Tiburi asegura que si no lo rebatimos con argumentos, el populismo no dejará de captar gente. VOX tuvo la foto que quería aquel día. Y esto ya lo hemos perdido.

Hace un momento hablaba de violación de derechos humanos por omisión. Esto nos hace pensar, quizás, en guerras o conflictos armados, pero, aquí ¿qué derechos se violan por omisión?
La no corrección de desigualdades es omisión. ¿Barcelona es una ciudad pobre? No, es una ciudad con pobres y mala distribución de la riqueza. En Barcelona la esperanza de vida puede variar en 8 años dependiendo del barrio. Que determinados colectivos no puedan acceder a prestaciones, que los parques no estén adaptados a niños con diversidad funcional… Esto son violaciones de derechos. Poco visibles, pero violaciones. La administración local tiene la obligación de garantizar derechos a toda la ciudadanía, no solo de ejercer competencias.
En esta línea: hace cinco años se presentó a las elecciones de la Sindicatura de Greuges de Barcelona. Este año vuelve.
Con las mismas ideas de hace cinco años. Es una institución importante, con muchas potencialidades que no se han explorado todavía y que es totalmente desconocida por parte de la ciudadanía.
¿Por qué cree que la ciudadanía de Barcelona no conoce su Sindicatura?
Porque ya va bien. Es una figura que vigila a la administración: recibe las quejas de la ciudadanía, pero también tendría que ser capaz de percibir las desazones sociales y hacer propuestas para mejorar los servicios del Ayuntamiento. La administración no tiene que ver la Sindicatura como un enemigo, sino como un actor que puede ayudar a construir. Pero para poderlo hacer, tiene que ser una Sindicatura con experiencia, a pie de calle y comprometida con los derechos humanos de proximidad. No puede aterrizar un síndico que no sepa como funcione la Sindicatura local y que no conozca el tejido social y empresarial.
Conocer la ciudad es imprescindible para dar buenas respuestas y buenas recomendaciones a la administración. En esta línea, yo apuesto por la interseccionalidad. Estamos obsesionados con hacer recetas únicas, pero si la gente no es igual, la solución a sus problemas tampoco puede serlo. Más allá de hacer cumplir un derecho o aplicar una ley, tenemos que hacerlo con equidad. No se tiene que tratar igual a todo el mundo, sino que se tiene que dibujar una receta única para cada uno, según su situación y vulnerabilidades, para eliminar las desigualdades. Y para hacer posible esto, ¡hay que poner un jurista de síndico!
No se tiene que tratar igual a todo el mundo, sino que se tiene que dibujar una receta única para cada uno, según su situación y vulnerabilidades
Sobre la metodología de voto a la Sindicatura. Habrá un proceso abierto de voto para la ciudadanía, pero el resultado solo será consultivo. Al final, quienes decidirán serán los y las regidoras del Ayuntamiento. No parece una metodología muy transparente para la presidencia de un órgano fiscalizador e independiente. ¿Qué le parece?
Complicadísimo. Si los votos solo son orientativos, pero no vinculantes, ¿por qué lo hacemos? Y además, tenemos que pensar cómo se vota, porque estamos dejando fuera a mucha gente. Votarán las personas que estén dadas de alta a la plataforma Decidim. Una vez pongas la dirección de empadronamiento, recibirás un código con el cual podrás votar. Es muy complejo y se tienen que tener muchas ganas de votar. Y después para que estos votos solo sean consultivos. Si jugamos a hacer un proceso participativo, tendría que ganar quién salga de estos votos. Esto es vender falsa participación, sin vinculación real. Eliminas el empoderamiento de la ciudadanía.

Siguiendo con la independencia de la Sindicatura. Hay candidatos claramente vinculados a partidos y a usted mismo se lo relacionó con Barcelona en Comú las elecciones pasadas.
Es cierto, pero creo que ya está claro que no lo soy. Cada cual tiene sus ideas y aquello personal es político. No negaré que me he posicionado con el 155 o que he estado en congresos con David Fernández; entiendo la necesidad de objetividad cuando hablamos de un cargo así, pero una cosa es tomar un posicionamiento o tener afinidades políticas y otra estar vinculado claramente a un partido, ser militante o haber tenido un cargo público. Puedes conocer muy bien la administración, pero puedes no tener ni idea de cómo fiscalizarla.
Si hoy fuera síndico, ¿qué haría?
Controlar no solo la administración sino todo aquello que dependa de fondos municipales. No quedarnos solo en el ámbito de la casa grande y hacer seguimiento de muchas cuestiones que no se han tocado durante los 15 años de vida de la Sindicatura. También crearía grupos de trabajo transversales en que la gente joven no solo esté allá donde se hable de juventud; en que el colectivo gitano no esté solo donde se hable de gitanismo. Los jóvenes, la gente mayor, las mujeres o las personas migradas tienen que estar en todas partes, aprovechando todo el tejido social que tenemos en Barcelona.


